Paseo por Centro Habana

Jorge Milanés Despaigne

HAVANA TIMES, 6 abr — Desde hace algún tiempo camino por aquí, la única puerta abierta a la calle desde donde cuelgan zapatos viejos. Son muchos los modelos.

Por eso, hoy la curiosidad me ha vencido: me aproximo a ver esa dimensión del tiempo reflejada en una obra de arte salida de la profunda miseria humana.

En un espacio mínimo, desvencijado y oscuro, un anciano casi sin tiempo y sin fortuna, pareciera afrontar la maldición misma del demonio…

“Son para reciclar,” me dijo antes de que yo le preguntara, con voz apagada, tal vez por la expresividad de mi rostro que mostraba asombro.

El anciano intentó levantarse para salir de entre aquella cantidad de zapatos, algunos malolientes, para saludarme, pero acaso la mucha inmovilidad no le permitió incorporarse. Era una confirmación de lo sospechado.

“Yo los amontono,” continuó hablando mientras señalaba los pares debajo de él, dejando entrever las implícitas historias de cada uno de los calzados.

Sentí una intensa comunión con el pasado, recuerdos y anhelos que resurgían inesperadamente, detenidos ahora, suspendidos a la vista de todos como una gran obra de arte conceptual, admirada por unos y rechazada por otros, pero, al final, fragmentos o huellas impresas en el alma con el paso de los hombres sobre el tiempo.

Voltee mi rostro para ver el entorno que por un instante había olvidado y despacio, tomé calle arriba, alejándome del lugar y morador adustos.

Pensaba si reciclar no sería un eufemismo para aquel anciano cuando en verdad coleccionaba los ya raros objetos que otrora dieron estabilidad y resistencia sobre el terreno a otros andantes.

Siempre paseo por Centro Habana, porque es uno de los municipios más poblados de Cuba. Es aquí donde confluyen hábitos, costumbres, tradiciones y manifestaciones populares tan interesantes como inverosímiles.