La alimentación es el gran problema de los cubanos

Por Jorge Milanés

HAVANA TIMES – Estamos en tiempos en los que escasean el arroz y las carnes. A la mayoría de las familias se les acaban los productos de la libreta antes de llegar a la mitad del mes. Por eso, el único asidero con que cuentan millones de cubanos para conformar su dieta está en el agro. Al menos, así fue en un principio, cuando se declaró la cuarentena.

El impacto de la pandemia en la industria alimentaria ha sido nefasto, y encontrar algo útil en el agromercado es como ganarse la lotería. No obstante, es inútil quedarse de brazos cruzados o engañar el estómago cuando avisa que llegó al límite. Salgo corriendo en busca de verduras, viandas, frutas, a ver qué aparece.

La alimentación es el gran problema de los cubanos, enquistado en nuestra sociedad desde hace tiempo. Los productos se han encarecido aún más con la llegada del coronavirus. Y si le sumamos las medidas sanitarias para evitar la propagación de la pandemia, se agrava el problema.

El reto para satisfacer mi necesidad de alimentos va más allá de levantarme a las 6 de la mañana. El verdadero reto es invertir muchas horas en una cola sin saber si vas a poder comprar los productos o no, porque se pueden acabar antes de que te toque el turno.

Además, está el peligro de verme envuelto en una riña tumultuaria o alguna simple discusión, porque la gente está muy estresada, no respeta el distanciamiento, y a veces hasta anda sin nasobuco.

Uno piensa muchas cosas en una cola. La mayoría son simples chispazos, impulsos de realizar algo que jamás haría, pero en ocasiones son los recuerdos de un tiempo mejor los que te embargan. Uno de los más recurrentes son los años en que mi padre me llevaba a la agricultura.

Trabajando en el Cordón de La Habana

Era la década de los 70 del siglo pasado, y se trataba de una campaña promovida por el Gobierno revolucionario, que consistía en movilizar grandes cantidades de personas hacia las zonas rurales aledañas a la capital, con el fin de incrementar la siembra de árboles frutales de alta calidad.

Mango, guayaba, diferentes tipos de cítricos y también cultivos menores como el café y el boniato. Debido a la ubicación de estas plantaciones, el proyecto recibió el nombre de El Cordón de La Habana.

Por un tiempo, los agromercados se surtieron de viandas, frutas y verduras a precios bastante económicos. Para lograr todo aquello se requirió de mucho esfuerzo, principalmente humano, porque empleábamos el tiempo libre entre semanas, o los fines de semana, para ir a cosechar voluntariamente. Fue la mejor etapa de la agricultura cubana postrevolucionaria, que yo recuerde. Se extendió hasta la década de los ochenta.

Con el pasar de los años, este proyecto fue olvidado y la población capitalina ha pasado a depender de un sistema de intermediarios entre los campesinos de las provincias aledañas y los agros.

Asimismo, estos campesinos, en su mayoría agrupados en cooperativas, no siempre cuentan con el apoyo logístico por parte de la estructura estatal que impulse su productividad, y sí los efectos de resoluciones para vender parte de sus cosechas al Estado.

¿El resultado? La desmotivación por estas circunstancias hace que las cosechas disminuyan, y con la subida de los precios, cada día estos campesinos necesitan menos de una gran producción para alcanzar sus expectativas económicas.

Las condiciones económicas estatales no les permite disponer de una flota de camiones suficiente para cumplir con esta función, son particulares intermediarios, que veces forman una cadena que incrementa en tres o cuatro veces el precio original de los productos cuando salen del campo.

En los campos predomina la maleza y grandes extensiones de tierras sin cultivar. Me pregunto, ¿quién tuvo la “brillante” idea de arrasar con todos los árboles frutales que abastecían a una gran parte de la población habanera? De eso no se habla, ni siquiera por qué hubo que talarlos.

Lo cierto es que la crítica situación alimentaria por la que hoy atravesamos, es el resultado de las descabelladas decisiones tomadas a través de los años por las instituciones agropecuarias. A ello se une la actual situación pandémica y su impacto en económica mundial, que a su vez afectará las posibilidades de   importación del país y la generación de divisas.

¿Será posible algún plan parecido al de los años 70 para solucionar el problema agrario en la capital?

Jorge Milanes

Jorge Milanes: Soy animador turístico y relacionista público. Hace 45 años que nací en un pequeño pueblo costero del este de la Habana llamado Cojímar. Me gustan mucho los viajes y las aventuras, ya conozco bastante sobre mi país y me gustaría conocer otras naciones. Disfruto leer, cantar, bailar, la alta cocina y hablar con gente interesante, que brinde sabiduría y alegría.

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5 thoughts on “La alimentación es el gran problema de los cubanos

  • que va hijo, el gran problema de los Cubanos desde 1959 es la falta de libertad para todo, dadles eso y tendras todo lo demas por anadidura como dice la biblia.

  • Reducir la alimentación al gran problema de los cubanos es una visión de miope. El cubano tiene un gran problema con la vivienda, ahora mismo con la salud, el transporte y la libertad en general. Para algunos el refrán que es cierto es “ barriga llena corazón contento”, como los puercos de Rebelión en La Granja

  • Siempre e considerado la libreta una falta de respeto al pueblo cubano, es la mayor demostración de esclavitud moderna, sabias que a un esclavo en una plantación tenía derecho a comida obligatoria y se cumplía y si era un esclavo para reproducción tenía derecho a una libra de carne semanal, saca cuenta

  • Y que me dices de los organoponicos en los barrios? Quien tuvo la brillante idea de eliminarlos?

  • “Socialismo o Muerto” The mantra of the communists for years. Socialism is not working, is it? What will it take for the leaders to realize this? I would prefer death.

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