¿Qué tienen que ver los chinos…?

Jorge Milanes Despaigne

El periódico Tribuna fue en la década del noventa muy demandado por la población cubana, en su interior podía encontrarse la distribución de alimentos para cada municipio de la capital del país.

Aunque hoy la sección amenaza con desaparecer, porque “la canasta básica” está llegando a su fin, todavía las personas buscan el periódico con el interés por conocer “qué llegará esta semana a la bodega.”

El domingo, mi madre recibió el Tribuna y tras leerlo escasos minutos, cerró con lentitud la prensa, a la vez que reflejaba una preocupación en su rostro.

“¡No dice nada del café!” le escuché decir.

“¿Será que lo van a vender por la libre?” le pregunté.

“Es probable”, contestó.

El café para el cubano es como la gasolina que necesitan los carros. Sin este, él se comporta como un zombi y cuando comienza a extrañarlo, puede reaccionar sumamente violento. Si no, que lo diga mi madre…

Este lunes fue noticia en la Isla que el café correspondiente a mayo será vendido hacia la segunda quincena, que la cuota de los niños de cero a seis años será suspendida y lo más preocupante, se venderá a cuatro pesos el paquete (antes costaba 5 pesos), porque el 50 percent de su contenido será mezclado —nuevamente— con chícharos.

Al mediodía pasé por el Café El Escorial, en la Plaza Vieja y si antes el kilogramo estaba caro allí, ahora le habían doblado el precio. Y me acordé del temprano grito de mi mamá:

“¡Me cago en toda la generación de los chinos!

“¿Qué pasó, mami? ¿Qué tienen que ver los chinos?” indagué con la intención de entenderla.

No sé a ciencia cierta si ella dice la verdad, pero con razón abrí bien grande mis ojos:

“Sí, m´ijo, los chinos tienen la culpa de esa mezcla, porque ellos fueron los primeros en enseñarla a los cubanos…