Recordando detalles de mis padres

Por Irina Pino

Mis padres recien casados en camino a la Luna y miel

HAVANA TIMES – En estos días he tenido sueños con mis padres. Sueños significativos, como si quisieran revelarse, decirme que están ahí.

La muerte de ambos sucedió en febrero, con cuatro años y doce días de diferencia: mi padre el 22 de febrero de 2016, y mi madre el 10, pero de 2020. Hecho extraño, como si se acercaran y el destino lo hubiera dispuesto de esa manera.

Mientras organizaba mi closet, encontré una bolsa con fotos de su boda, muy bonitas. Si pensarlo siquiera, tomé un marco y coloqué una en la pared de mi cuarto.

No tuvieron un noviazgo normal, el suyo duró siete años. Durante ese tiempo compraron todo lo necesario para un hogar.

Ya casados, rentaron una casa en La Habana Vieja. Más tarde, una tía mía que se iba para los Estados Unidos les dejó su apartamento en el Vedado.

No recuerdo haber visto a mis padres discutir a gritos, ni hacer actos de violencia física. Resolvían los problemas de la mejor manera.

Respetaban sus espacios, cada cual se aislaba. Mi papá se iba al cuarto a leer, y mi mamá a escuchar música en la radio.

Mi padre cuando joven.

Papi era, acaso, una polilla, siempre con algún libro de cabecera. Sentía un culto especial por Edgar Allan Poe, y los narradores estadounidenses e ingleses.

Como pasaba tres o cuatro horas leyendo, se dormía con los libros en la cama y sus espejuelos puestos.

Fumador empedernido, se fumaba una cajetilla diaria. También consumía varias tazas de café.

A veces fumaba en pipa, con picadura de tabaco. Recuerdo una de madera, tallada con una cabeza de indio, regalo de un amigo. La dejaba dondequiera.

Después de sus ochenta, cuando le dio una isquemia, tuvo que renunciar a los vicios del cigarro y el café.

Con el transcurso del tiempo, su opinión política sufrió cambios drásticos, y perdió la fe que tuvo al principio.

Veía mucho deporte, no se perdía ni una sola olimpiada. Frente al aparato de televisión podía desayunar, almorzar y cenar. Para él, aquel evento requería de su total atención.

Ambos compartían el gusto por el cine, mi madre prefería los melodramas estadounidenses de la década del 40, con Bette Davis y Joan Crawford. Mientras mi padre optaba por los dramas bélicos rusos.

Mi madre joven.

Aunque ya muy viejito, lo vi llorar con el filme de Jack Nicholson y Morgan Freeman, The Bucket List, en el que unos ancianos con cáncer terminal, hacen una lista de cosas que quieren hacer antes de morir.

Para él no existían dificultades, era todo un handyman, solucionaba roturas de electrodomésticos, y podía innovar piezas, si la situación lo requería. De igual modo, se metía en la albañilería, y aún con escasos recursos, cuidaba de pintar las paredes de nuestra vivienda todos los años.

Su inteligencia era prodigiosa, cuando éramos pequeños, cada noche nos contaba un capítulo de una novela de aventuras creada por su imaginación.

Por una época se ganó la vida como fotógrafo, asistía a los festivales de música que se hacían en Varadero en los años 70. Era conocedor de la técnica en blanco y negro.

Vienen a mi mente, también, detalles dolorosos, la bofetada que me dio cuando cursaba la secundaria, por faltar a clases. Y cuando me cogió unos poemas, escritos a máquina, y los rompió.

Usé aquella experiencia en un poema. Al pasar los años, cuando me publicaron mi primer libro de poesías, se lo di a leer. No mencionó el incidente, quizás ni lo recordaba.

En cuanto a mascotas, mi padre trajo un perrito, pero mi madre no lo dejó quedarse. Ella solo toleraba a los peces y a la tortuga. Decía que esos animales requerían menos cuidados.

Mis padres en el notario cuando se casaron.

Atesoro disímiles memorias igualmente de mi mamá, su crítica al desnudo en el cine. Su mojigatería -alegaba que a las estrellas de antaño no les hacía falta salir sin ropa-. Sus lecturas, amaba las novelas de Emily y Charlot Bronte y los poemas de Dulce María Loynaz.

Fue un alma sofisticada, permanecía absorta mientras escuchaba Concierto de Varsovia, Rapsody in Blue, los Nocturnos y Preludios de Chopin, El lago de los cisnes, y la banda sonora de una de sus películas predilectas, Somewhere in Time, con los hermosos temas de Rajmáninov, y John Barry.

Mi mamá no era muy aficionada a los deportes, solía ver solo competencias de gimnasia y el patinaje artístico.

Cuando era más joven y trabajaba, hacía croquetas y papas rellenas para varios días de la semana. Mientras fregaba los platos, cantaba boleros y canciones españolas. Tenía buen timbre y era afinada.

Podría contar millones de anécdotas de mis progenitores, pero no quiero saturar a los lectores de Havana Times.

Solo voy a agregar que lucharon por mí, en mi niñez, cuando estuve grave, hospitalizada con neumonía, y no se contaba conmigo.

Después de aquello, padecí de bronquitis asmática, me enfermaba a cada rato. Eran madrugadas poniéndome cazuelas de agua hirviendo para inhalaciones, ungüentos calientes en el pecho, jarabes, y todo lo que hiciera falta. Tanto que me gané el mote de “Calamidad y su perro”.

La verdad es que cuidaron de mí, de mis hermanos, y finalmente, de sus nietos y biznietos.

Hubo incomprensiones, como en cualquier familia, pero eso apenas vale recordarlo. Ellos siguen aquí, aunque no estén en forma física, sí lo están de manera espiritual.

Lea más del diario de Irina Pino aquí en Havana Times.

Irina Pino

Irina Pino: Nací en medio de carencias, en aquellos años sesenta que marcaron tantas pautas en el mundo. Aunque vivo actualmente en Miramar, extraño el centro de la ciudad, con sus cines y teatros, y la atmósfera bohemia de la Habana Vieja, por donde suelo caminar a menudo. Escribir es lo esencial en mi vida, ya sea poesía, narrativa o artículos, una comunión de ideas que me identifica. Con mi familia y mis amigos, obtengo mi parte de felicidad.

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5 thoughts on “Recordando detalles de mis padres

  • Bellas las fotos y tu historia.

  • Lindos recuerdos. Por cierto, te pareces mucho fisicamente a tu mama. No te desperendas de esa memorabilia, que es importante, te lo digo yo, que no tengo nada para recordar, porque tuve que salir con la ropa que tenia puesta y lo deje todo atras.

  • Bonita semblanza de tus padres, fuiste dichosa de disfrutarlos tanto tiempo. Las relaciones intrafamiliares han cambiado mucho, en algunas cosas a mejor pero otras no, desgraciadamente ahora predomina el grito a la conversación. Una nota, tu madre era muy bella, una actriz de cine.

  • Gracias por sus amables comentarios, si fuera a escribir de ellos creo que llenara más de una libreta.

  • Bonitas memorias, gracias por compartir. Me recuerdan mucho a los míos. Eran otros tiempos, otra era, otro planeta.

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