De Pánfilo y otras series humorísticas

Irina Pino

HAVANA TIMES — ¿No vas a ver el programa de Pánfilo? Es el llamado de la familia a reunirse para ver el humorístico Vivir del cuento, único de producción nacional que en estos momentos trasmite la televisión por el canal Cubavisión. Entonces todos se acomodan en sus butacas para ver parte de la realidad cubana, o al menos sentir que se hace una crítica social que los toca muy de cerca.

Trata de la vida de dos ancianos cubanos que viven en una situación precaria y deben recurrir al invento para poder subsistir. No obstante, en dicho espacio se aborden cosas actuales, y hayan sido vetados dos o tres programas, que ahora mismo andan circulando por el “Paquete semanal”, –como el del turrón de fin de año, hecho por Pánfilo para vender y sacar un dinerito–; que no fue para tanto, no creo que sean suficientemente ácidos, ahora que hay tanta tela por donde cortar.

Existen guiones que pierden comicidad y se apoyan mucho en las improvisaciones de los actores. Los temas, no obstante, diversos, pierden la síntesis, y se alargan por la duración del espacio. Se recurre a fórmulas gastadas y abundan personajes intrascendentes que no aportan nada a la historia que se cuenta, y que solo sirven para llenar el hueco de la escena, careciendo algunos de nivel profesional.

En una serie como la española Aída, se hacen libretos sólidos y se acude a la comedia de situación, sin embargo se usan temas candentes como el racismo, el sexo, la política y los problemas sociales; todos perfectamente imbricados en las sub tramas, donde los personajes secundarios tienen un peso fundamental y sin ellos la historia no funciona. El lenguaje es el habla popular e incluye hasta las malas palabras. Es casi como ver la vida reflejada ante un espejo. Llena de anti héroes y perdedores, la trama principal y las sub tramas, siempre tienen un cierre novedoso.

The It Crowd, es una serie inglesa de 2006, que a pesar de haber tenido solo seis temporadas, me ha parecido una de las más originales de las que he podido disfrutar. Sus personajes, pintorescos y ridículos, se mueven en un ámbito laboral, siendo presente el abuso de poder y el sexismo. Especialmente recuerdo un capítulo de un ingenioso humor negro, que se desarrolla durante una ceremonia religiosa, donde se le rinde tributo al suicida dueño de la compañía, y éste les da instrucciones a sus empleados desde la pantalla de un video. Cuando los escritores se esfuerzan al máximo, y los actores hacen gala de su histrionismo, todo debe salir bien.