Recordando a Vivien Haigh-Wood, la esposa del poeta

Irina Echarry

Vivien Haigh-Wood y T.S. Elliot

Impresionada por la lectura de La Tierra Baldía (The wasteland), urgaba entre los vendedores de libros viejos buscando algo más del poeta que había ampliado mi gusto por los versos. Así encontré El joven T. S. Eliot, un interesante volúmen sobre su vida y obra que devoré con la pasión de los 22 años. Allí supe muchas cosas del poeta.

En aquella época me gustaba leer biografías y correspondencia de gente interesante para intentar descubrir la humanidad que a veces faltaba o sobraba en los poemas y narraciones de escritores famosos. En este libro estaba lo que yo quería: anécdotas de la vida de Eliot, referencias literarias, profundización en sus ideas religiosas. También hablaba sobre la relación con Vivien, su esposa, quien sufría trastornos menstruales debidos a algún desequilibrio hormonal.

Aquello me conmovió mucho, además de padecer menstruaciones abundantes, la odisea de encontrar almohadillas sanitarias en los años 90, era suficiente para deprimir a cualquiera. Mientras caminaba de casa en casa investigando quién tendría algodón para vender o inventaba apósitos con pedazos de tela esterilizados artesanalmente por mí, venía a mi mente el sufrimiento de Vivien.

La muchacha pasaba la mayor parte del tiempo sangrando. Su alegría se fue ahogando poco a poco en un océano de angustia roja, matizado por la alternancia de euforia y debilitamiento constantes. Por supuesto, su mente no podía estar tranquila porque su cuerpo no lo estaba.

Ante esa situación el bueno de Eliot no tuvo más remedio que internar a su esposa, (la que estaba a su lado cuando escribía La Tierra Baldía y según se cuenta le puso el título al libro) alegando una enfermedad mental.

Han pasado los años y ahora la historia para adquirir las almohadillas sanitarias es otra, no menos deprimente. Las que venden racionadas y a muy bajo precio en la farmacia no alcanzan y tienen pésima calidad.

Recorro entonces las tiendas en divisas: muchas veces no hay (sobre todo se pierden las más baratas), pero cuando se encuentran los precios espantan. Por estos días un paquete de 10 u 8 almohadillas vale 1.30 CUC. Otra opción brinda solo 4 almohadillas (supuestamente para las noches) por el precio de 1 CUC. Cantidades que no todas podemos pagar mensualmente.

Este es un producto de máxima necesidad para las mujeres en el plano físico y emocional. Cuando no aparecen o no se pueden pagar el desespero nos invade, de todas maneras debemos salir a trabajar o estudiar o divertirnos.

Ese desespero me hace pensar en la esposa del poeta y sus mentruaciones irregulares, sus cambios emocionales, su internamiento en aquel manicomio donde murió sola e incomprendida por la familia, por la sociedad, pero sobre todo por Eliot, el poeta sensible de Miércoles de Ceniza.

Irina Echarry

Irina Echarry: Me gusta leer, ir al cine y estar con mis amigos. Muchas de las personas que amo han muerto o ya no están en Cuba. Desde aquí me esforzaré en transmitir mis pensamientos, ideas o preocupaciones para que me conozcan. Pudiera decir la edad, a veces sí es necesario para comprender ciertas cosas. Tengo más de treinta y cinco, creo que con eso basta. Aún no tengo hijos ni sobrinos, aunque hay días en que me transformo en una niña sin edad para ver la vida desde otro ángulo. Me ayuda a romper la monotonía y a sobrevivir en este mundo extraño.

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One thought on “Recordando a Vivien Haigh-Wood, la esposa del poeta

  • 4 almohadillas por 1CUC no es una opcion es un robo

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