Michael Moore en la Mesa Redonda de la TV cubana

Dmitri Prieto

Primero de mayo en La Habana.

El día después del 1ro. de Mayo, día también de la segunda vuelta electoral en los comicios municipales, ví por la Mesa Redonda el reciente film de Michael Moore “Capitalism: a Love Story.”  Es –según mi cuenta- la segunda vez que este documental es proyectado en tal espacio televisivo. Lo volví a ver para refrescar alguna que otra información, y para disfrutar de la versión de La Internacional al jazz que sale al final de la cinta.

La Mesa Redonda es un programa de la TV nacional cubana que surgió como parte de la Batalla de Ideas, en aquellos meses en que se exigía el regreso a Cuba del niño balsero Elián González, retenido por sus parientes en los EE.UU.

La Mesa Redonda normalmente no propone programas de debate, sino de información, pues el espacio consiste en sucesivas explicaciones hechas por especialistas, de acuerdo con un guión previo, sobre temas internacionales y algunos del ámbito cubano.  A veces la TV utiliza ese espacio para proyectar documentales sobre temas políticamente importantes.

Me alegra que en medio de su magistral y amena exposición del desastre de la crisis capitalista (en comparación con la época de bienestar que vivieron sus padres), Moore haya insertado secuencias sobre las alternativas al actual sistema burgués.  Son imágenes de casas tomadas por sus habitantes que fueron desalojados por los bancos, de fábricas re-ocupadas por los obreros, de empresas que son auto-gestionadas cooperativamente por sus trabajadores.

Es fantástico que justamente del día después del 1ro. de mayo de 2010, en el que varios camaradas marcharan por la habanera Plaza de la Revolución con consignas contra la burocracia y a favor del protagonismo de los trabajadores, aparezcan en la TV cubana imágenes de fábricas norteamericanas que operan sin necesidad de burócratas ni de capitalistas.

foto: Jimmy Roque Martínez

Fue impresionante volver a ver los rostros de esos obreros que son dueños de sus destinos también en el aspecto económico, y que controlan la producción y la vida en sus centros laborales. Es para mí la mejor parte del documental de Moore donde esa gente hablan de sus vivencias.

Obviamente, la autogestión por muy emancipada y equitativa que sea no resuelve el problema más que a un nivel micro, ya que el sistema capitalista global continúa su existencia, imponiendo sus leyes y lógicas al planeta entero. Pero aún así reconforta mucho conocer experimentos que pueden ser primicias de una sociedad futura, más justa y democrática.

Sería grandioso participar en una experiencia así en Cuba. Creo que el pueblo cubano, con el afecto que lo caracteriza y con las experiencias de solidaridad que se tienen, está listo para iniciar la caminata por la ruta de la autogestión cooperativa en los puestos de trabajo. Ojalá las reformas a las que se refirió el secretario de la CTC el primer de mayo tengan que ver con eso.

De todos modos, estoy plenamente consciente de que la palabra “autogestión” y “cooperativa” se escucha cada vez más en los diversos ámbitos cubanos, y eso gracias a fundamentalmente al activismo de un puñado de enérgicos ciudadanos. Siento calidez en el corazón al pensar que muchas personas en Cuba consideran la democratización de la economía como una causa digna para trabajar y luchar por ella.

Como decía Margaret Mead, “nunca duden que un grupo de ciudadanos comprometidos pueda cambiar el mundo; de hecho, siempre ha sucedido así.”

Las postrimerías del Día del Trabajo son un buen momento para empezar a mover el bote… quizás al compás de La Internacional, llevada al jazz. Recordando a los mártires de Chicago y a los millones de proletarios que honraron su memoria el primero de mayo, incluyendo los activistas cubanos que caminaron por la Plaza al ritmo de congas, sambas y rumbas.

Es una pena que quizás muchos televidentes cubanos tengan la Mesa Redonda por programa aburrido y no hayan podido ironizar junto con Michael Moore sobre la reciente historia del capitalismo yankee, así como ver los atisbos de lo que podría ser una sociedad democrática y socialista, organizada cooperativamente. Futuro que creo válido no sólo para los EE.UU., sino también para otras sociedades, incluida la nuestra.

Dimitri Prieto-Samsonov

Dmitri Prieto-Samsonov: Me defino por mi origen indistintamente como cubano-ruso o ruso-cubano. Nací en Moscú, en 1972, de madre rusa y padre cubano; viví en la URSS hasta los 13 años, aunque ya conocía Cuba, pues veníamos casi todos los años de vacaciones. Habito en un quinto piso de un edificio multifamiliar, en Santa Cruz del Norte, cerca del mar. Estudié Bioquímica, Derecho (ambas en La Habana) y Antropología (en Londres). He escrito sobre biología molecular, filosofía y anarquismo, aunque me gusta más leer que escribir. Imparto clases en la Universidad Agraria de La Habana. Creo en Dios y en la posibilidad de una sociedad donde seamos libres. Junto con otra gente, en eso estamos: deshaciendo muros y rutinas.

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One thought on “Michael Moore en la Mesa Redonda de la TV cubana

  • Es un tema muy complejo.
    En la teoría el modelo “ideal” podría ser el de la autogestión obrera yugoslava, pero Yugoeslavia por desgracia sucumbió y se desintegró. ¿Qué pasó en Yogoslavia? ¿Por qué no se preservó su autogestión obrera a pesar que al parecer en gran parte fue una experiencia exitosa? No lo sé, pero además de mostrarnos las enormes dificultades de construir el socialismo, sospecho que en Yugoslavia hubo fallas en dos aspectos fundamentales: en la guerra cultural-ideológica y en el internacionalismo, dos cosas inter-relacionadas. Me parece que Cuba siempre tuvo presente esas dos cosas, que han sido fundamentales en la supervivencia de su socialismo, con todo y sus deficiencias.

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