La Feria del Libro y la exclusión a impedid@s
Dmitri Prieto

HAVANA TIMES — Este año, fui sólo un par de veces a la Feria Internacional del Libro en la fortaleza de La Cabaña.
Aunque sin dudas es una buena oportunidad para actualizar coordenadas en torno a todo lo que puede plasmarse en palabras impresas, no puedo dejar de notar que de año en año este evento se convierte cada vez más en pasto para el espíritu comercial y consumista.
Y, fuera de cualquier esnobismo intelectualoide, en medio de tumultos que van masivamente en busca de posters de Ronaldo no siempre se la pasa uno demasiado bien.
Ya escribí una vez en Jardín con guillotina, sobre lo extraño que me resultaba que una locación vinculada en su historia por el típico autoritarismo militar –incluidos asesinatos, “legales” y no tanto, bajo variados regímenes políticos- fuese la sede principal de la Feria del Libro.
Pero ahora, ya terminada en esa plaza la Feria 2015, me viene a la mente otro razonamiento.
Sencillamente, después de andar por el suelo áspero de La Cabaña entre multitudes moviéndose en todas las direcciones, pensé en quienes son cada vez más considerado/as importantes víctimas del olvido, entre tantos segmentos marginados de la sociedad: las personas que viven con impedimentos.
Principalmente, impedidos visuales y la gente que andan en sillas de ruedas: importantes ausentes de las dinámicas de la Feria del Libro.
No logro imaginar cómo personas con esas características pueden entrar y moverse por La Cabaña en plena Feria.
Aun habiendo visto stands con libros en Braille, no vi ningún/a ciego/a en sus alrededores.
El acceso al lugar debe resultarles bien difícil a invidentes. Y aún más infernal, para alguien que se mueva en una silla de ruedas o con muletas.

Sobre todo si tomamos en cuenta las características del pavimento de La Cabaña, y las múltiples barreras arquitectónicas en el interior de la fortaleza, dentro de la cual incluso a quienes no tenemos tales impedimentos nos cuesta movernos, pues a cada rato hay que brincar un quicio o agachar la cabeza.
Ese lugar está lleno de peldaños, parapetos, entradas estrechas y de techos demasiado bajos, sin ninguna adaptación para quienes puedan tener dificultades para su movimiento o visión.
Es un edificio de estilo barroco militar, apto para soldados que saben disparar piezas de artillería. Creo que su propio diseño arquitectónico lo convierte en pésima locación para un acontecimiento popular como la Feria del Libro, que necesariamente debe incluir a cualquiera que le interese la lectura.
Recuerdo con cariño cuando la Feria se hacía en Pabexpo, sucursal expositiva del Palacio de las Convenciones. Un poco lejos del centro, cierto, menos memoria histórica, también cierto, pero había ahí un manejo de espacios mucho más coherente con la idea de un encuentro entre quienes amamos los libros –con o sin impedimentos-.
En La Habana y otras localidades cubanas cada vez más se toman en cuenta los intereses de personas con necesidades especiales.
Quizás valga la pena ir pensando otro espacio para la Feria, más incluyente, más amigable con grupos sociales de todo tipo, donde la lectura y no la masividad apabullante de un consumismo desigual y tumultuario sean denominador común.
Buena observacion. La feria solo para los saludables
Te agradezco el comentario y la preocupación. . He estado más de un año caminando con ayuda de una muleta por una operación y hace dos años que no puedo ir a la Feria del Libro en La CAbaña a pesar de mi amor por los libros y la lectura. Aunque hubo lanzamientos en otros lugares, la mayor parte de las actvidades interesantes y presentación de muchos libros, se hace únicamente allá. Desde que estoy así, he constatado que somos muchos los que andamos por las calles con una muleta o un bastón y que es prácticamente imposible utilizar el transporte público que cada día es más para atletas si tenemos en cuenta que hay que correr y empujar para poder subir a las guaguas y además, muchas de ellas son altísimas. Para colmo, también he constatado que hay boteros que no paran a los impedidos ni a las personas muy mayores porque nos toma más tiempo subir o bajar de los autos. Y los que necesitan sillón de ruedas, si no tienen transporte particular, pues sencillamente no pueden asistir a nada a no ser que la distancia al lugar que deseen o necesiten ir, pueda hacerse en el sillón de ruedas o tengan capacidad económica para contratar un taxista de cuc. En fin…
Es muy triste ver como el gobierno cubano «se preocupe» de las necesidades ajenas, de ser el benefactor del mundo, y que a su pueblo lo parta un rayo. Pobre de uds.
Herma, esto que comentas va bien, loable que pidas la inclusión de un sector bien abandonado en el país entero cuando se trata del acceso a un evento cultural, pero si vamos al razonamiento grosso: «creo que hay bien pocos, pero muy muy muy pocos que no están olvidados, tal vez porque ellos mismos no se olvidan de atenderse desde dentro, hurtando y valiéndose de toda comodidad posible gracias a los recursos que el estado tiene, que no son repartidos, que no están al alcance de todos, que están restringidos, bien limitados y lejos, muy lejos de la mayoría, más lejos que Pabexpo del centro habanero.» Vamos a lo propositivo, olvidemos que aquellos se olvidan de todo menos de ellos mismos, nosotros sencillamente desde nuestro margen de acción no caigamos en esa falta de compromiso, tiremos un cabo siempre a quien en silla de ruedas, en muletas, con bastón en mano, con varios años más que nosotros a cuestas la lucha y la padece al andar por esta ciudad que no da ni pocas facilidades de movilidad para ellos.