Cuba y culpa
Por Leonid Lopez
Kafka veía a Dios como un puño enorme que, de arriba, venía a golpear. No se en que momento, ni de donde saqué que esta idea era algo que hablaba mucho acerca del judío al verlos como gente siempre en espera de ser castigado por un mal antiguo del que ellos sin remedio también eran culpables.
Sin dudas esto es hijo de mis primeras poses seudointelectuales que un tiempo necesité para dar algo de valor a mi vida en Cuba donde siempre ví tan pocos horizontes para llevar mis pensamientos.
Ahora pienso que la culpa es algo presente en todas las culturas y seres. Quizás tan antigua y presente en la vida como la muerte, aunque tal vez menos famosa en discursos. Es cierto que de la culpa no se pueden extraer muchos sentidos místicos, tan bien recibidos por los hombres, como la muerte tiene, sino que por el contrario es la reserva y fuente de algo oscuro y doloroso de lo que no se quiere saber ni dar cuentas.
Aunque esto suceda yo quiero dedicar un momento a pensar en como la culpa se instala en el cubano.
Cuba tiene un mismo gobierno hace 50 años, que mantiene una misma línea, borrosa de improvisaciones, pero mas o menos la misma. Esta línea es mas conocida como la Revolución cubana.
La Revolución pensada en un inicio por muchos como la solución para acabar con una dictadura sangrienta que agobiaba a gran parte de los cubanos, se fue haciendo mas ambiciosa primero declarándose enemiga del imperialismo donde quiera que estuviera y luego declarándose socialista.
Para cumplir estos dos ideales se instaló primero entre la gente el odio al rico pues este obtenía sus frutos de la explotación, y después la seguridad de que todo el mundo fuera de las fronteras cubanas era un caos capitalista donde la gente se mataban unos a los otros, sembrando entonces el odio a este sistema.
Rodeando estos odios entonces se sembraron otras ideas que dieran un sentido heroíco a la vida, como la de solidaridad entre los pueblos y sencillez a toda costa. Así crecí entre dos odios insalvables y amores altruistas.
En el paisaje cubano de hoy no se ven tan claros y diferenciados en el decir y vida de la gente aquellos primeros odios y amores. Ya no son motores para celebrar la vida, no se ve tan clara su utilidad para traer la comida a las mesas y sueños a los corazones.
En cambio se pueden ver muy extendidas la creencia en ideas mas concretas y aterrecidas en la vida ordinaria como qué hacer para comer y vestir un poco mejor, y evasivas como emigrar a cualquier sitio con tal de encontrar un poco de sentido a la vida.
Dentro de estas dos perspectivas que guían al cubano aparece la culpa cubana que veo en estos días. Para algunos cubanos que viven en la isla se descubre la culpa tras la queja de que se recibió ayuda numerosa de la antigua URSS hoy Rusia y nunca nos desarrollamos economicamente.
Otros que dejaron ir a sus hijos a misiones en el mundo para expandir el socialismo y sienten que fué en vano y hasta muchos no volvieron vivos.
Casi la generalidad de las familias viven de negocios ilegales participando directamente o comprando productos que vienen del mercado negro pues el dinero que se gana por el trabajo es bajísimo y la canasta básica que el Estado vende a bajo precio a la gente es pobre y no alcanza para dos semanas de cada mes en que se venden.
Entonces viene a muchos la idea de porque se tiene que vivir en el miedo de ir preso por estos pequeños negocios que, en la mayoría de los casos, solo ayudan a comer, y no hacemos nada.
Se ve con tristeza e ira en muchos que en Cuba se vive ahora de la ayuda de China y Venezuela mas recientemente y nunca de las fuerzas e iniciativas que vengan del pueblo.
Algunos de los que emigraron de Cuba viven bajo el dolor de haberse ido y dejado todo como estaba sin haber hecho nada para cambiarlo. Muchos de ellos ni siquiera pueden aceptar que son felices delante de su gente en Cuba y prefieren hablarles de los mil sacrificios que hacen.
Estos fenómenos que llevan sembrándose por años sin tener oído en el gobierno vienen formando un pueblo adaptadiso a callar y sobrevivir y, en el fondo, sintiéndose culpable cada vez más de no tomar un partido activo en sus destinos.
Estos fenómenos no se piensan con claridad por la mayoría de los cubanos que emplean su tiempo en sobrevivir o intentar cumplir sus sueños fuera de Cuba.
Se teme hablar de ellos por el miedo, que el gobierno ha propagado por años a declarar la diferencia de las ideas del Estado, pero también porque se teme al dolor que se desprende de ellos.
Sin embargo no creo que sean estos fenómenos algo dañinos para Cuba. Ya es hora que la gente empiece a ver el suelo que pisa y los cielos que no vuela. La culpa trae también preguntas y las preguntas la posibilidad de cambio.
Sabe amarga pero habla mucho de cada cual. Nunca el rostro que refleja la culpa es tan horrible como que sea niebla vacía lo que refleje tu cuerpo.