Todo no es aplausos y el Nobel

Por Ammi

HAVANA TIMES – “Mañana la operan”- me dice Alex con un nudo en la garganta; a su madre de 81 años le han dado solo el uno por ciento de probabilidades de salir viva del salón de operaciones. Clara Pozo Alemán es una paciente diabética, hipertensa, además de cardiópata, signos estos que deben vigilarse constantemente para su calidad de vida.

El 26 de septiembre de 2019 fue sometida a una cirugía de la vista, tenía unos parámetros de presión arterial y glicemia con niveles muy altos, contraproducente para entrar al quirófano, sin embargo, se realizó la intervención, en la cual fue impactada por un infarto cerebral, que el personal médico ocultó en todo momento.

Los primeros síntomas de esta condición se manifestaron ese día de la nefasta operación y las condiciones físicas fueron para peor, hasta que en noviembre fue sacudida con tres isquemias cerebrales consecutivas que la dejaron totalmente ciega y una demencia que empeoró con los días.

“Casi mandan a mi madre para un psiquiátrico después de realizarle la tomografía” –me cuenta su hijo, recordando el día en que aún ella mantenía un poco de lucidez.

En este periodo de ida y venidas a consultas por sospechas se le indica un ultrasonido para descartar cualquier tumoración, aunque a sabiendas que siendo en la zona del recto sería invisible a ese método de diagnóstico, sino algo más profundo como una tomografía, para poder detectar la zona afectada y no convertirse en la condición lamentable de estadío terminal en el que está actualmente.

Hospitalizada en el centro Arnaldo Milian Castro, de Santa Clara, operada de una colonoscopia en la cual ha recibido un trato deficiente por parte del personal de Salud, pues ni siquiera es auscultada, ni se mide su presión (a pesar de ser hipertensa).

La visita de los médicos es una vez por día y muy breves, mientras que después ocupan su tiempo a jugar con sus teléfonos y a reírse a elevado nivel, mientras a su alrededor hay pacientes postrados de manera crítica y también acompañantes que no descansan adecuadamente por estar pendientes a sus familiares y muchas veces ni siquiera cuentan con un sillón adecuado para sentarse, ya que casi todos están rotos.

La higiene es casi nula, los baños y pasillos los limpian las reclusas de la prisión de Guajamal y no utilizan ningún desinfectante, solo agua.

“Tuve que dar una buena pelea para que la atendieran”, me dice el hijo mayor. “Tú sabes lo que es una mujer recién operada que no le den las bolsas de la colonoscopia, que tengamos que estar todo el tiempo buscando torundas y gasas para limpiar la materia que expulsa constantemente?” Que no se ocupe nadie de preguntar sobre las necesidades básicas: ¿comida, aseo, dinero?

En este momento es cuando pasa por mi cabeza la ya trillada frase de: “Cuba, potencia médica”, y yo me pregunto: “¿Dónde están ahora?” ¿Dónde están esos médicos por los que se aplaude cada día?  ¿Dónde están esos que se les quiere galardonar con el Premio Nobel de la Paz? ¿Y mi paz, carajo? ¿Y la paz de mi madre?

No puedo aplaudir, no puedo de esta manera impune e hipócrita lastimar los más profundos ideales de dignidad y derechos humanos que me fueron inculcados por ese ser al que miran como si fuese un conejillo de indias esperando el fin.

Y el fin acaba de suceder, recibo el mensaje esperado y aterrador “mi madre acaba de fallecer”- me escribe, no respondo, no digo nada, bajo la cabeza pensando en que se ha ido en las más tristes y degradantes condiciones humanas mientras cada noche a las 9 continuarán los aplausos.

                

 

Ammi

Una mujer de pueblo, madre de cuatro hijos que a través de constancia, estudios y superación ha alcanzado a mejorar su entorno y he aprendido que todo esfuerzo se premia y el conocimiento se comparte. Para mí no existe nada más importante que la libertad y sobre todo aquella que se impone y es capaz de romper los limites personales. Se me considera alegre, entusiasta, curiosa y dispuesta a aprender de cada nueva experiencia.

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3 thoughts on “Todo no es aplausos y el Nobel

  • Pase con mi mama por lo mismo que paso tu amigo con la suya. En la antigua Covadonga en la Habana, sufrimos la “negligencia medica” mi mama y yo, tuve que empujar en una camilla a mi mama desde la recepcion hasta el pabellon donde la hiban a ingresar porque no aparecian las ambulancias (me imagino esperando el habitual soborno) las enfermeras no atendian a mi mama, incluso una de ellas trajo una equipo de musica por la noche y se puso a cantar y bailar a golpe de regeton y nadie le llamo la atencion, tuve que sobornar a enfermeros para que la atendieran, la cochina en los banos era insultante, no habia sabanas para los pacientes, y cuando traian algunas estaban manchadas de sangre. Lo que le paso a tu amigo me entristece mucho porque yo lo sufri en carne propia, es desesperante estar asi y no poder hacer nada, ser totalmente impotente ante tanta burocracia y insensibilidad humana. MI mas sinsero pesame a tu amigo. Por eso y mucho mas tome la decision de irme de cuba, donde la revolucion es una gran falsa teatral. Ahora estoy en un pais donde la medicina se paga, pero es de primera, los hospitales parecen hoteles, la negligencia medica se paga hasta con la carcel, porque los pacientes tienen derechos, no son conejillos de india como en cuba. Yo no queria envejecer en cuba para soportar el mismo trato que mi mama

  • Estuvimos con problemas técnicos hoy. A veces tarda para poder entrar y aprobar los comentarios cuando estamos así. Paciencia

  • Mil disculpas

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