Si pudiera decirlo todo con preguntas

Por Alfredo Fernández

“Todavía es más difícil presentar la suerte futura del Nuevo Mundo, establecer principios sobre su política, y casi profetizar la naturaleza del gobierno que llegará a adoptar. Toda idea relativa al porvenir de este país me parece aventurada. ¿Se pudo prever cuando el género humano se hallaba en su infancia, rodeado de tanta incertidumbre, ignorancia y error, cuál sería el régimen que abrazaría para su conservación? (…) Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria.”  –Simón Bolívar, Primera carta de Jamaica (1815)

HAVANA TIMES – La imagen de arriba la encontré en el asiento de un ómnibus local en Quito; su elocuencia xenófoba, más el clima de protestas que vive la región, me han provocado la presente reflexión, la cual comienzo con una pregunta imprescindible para entender en algo lo que acontece por este lado del mundo ¿Qué quedó en América Latina del sueño de Bolívar? La interrogante, si bien es fácil de responder, pues nada, me es imposible hacerlo sin desprenderme de una genuina tristeza.

Visto lo anterior, repasemos algunos de los acontecimientos del pasado reciente de la región, a fin de darle sentido a mi pesimismo.

La victoria del excoronel del ejército venezolano, Hugo Chávez Frías, en diciembre de 1998, marcó un hito para América Latina, pues desde que el socialista Salvador Allende arribara a la presidencia de Chile en 1970, en nuestros países –salvo Nicaragua- no alcanzaba el poder alguien de ideas tan cercanas a esta ideología. Si bien Chávez no se declararía abiertamente marxista, sino luego de transcurrir una década en el poder -23 de enero de 2010-, su proceder si lo fue desde sus inicios.

A diferencia de todos los presidentes de izquierda que haya tenido la región, el Sr. Chávez no tendría, durante su largo mandato, el gran inconveniente de sus colegas, el dinero como impedimento a sus propósitos.

Chávez comandaba la nación más rica de América Latina, sembrada sobre un mar de petróleo, lo cual le permitió -junto a los elevados precios de los hidrocarburos en el mercado mundial- acometer un modelo de socialismo de estado que solo era operativo con el barril de carburante a cien dólares.

Y pasó lo que tenía que pasar cuando la economía se maneja de esa manera, el dinero comenzó a decrecer. No solo por la bajada de los precios del petróleo, sino también por las excesivas trabas impuestas a los empresarios, que eran vistos por el chavismo como el mal que impedía cristalizar al socialismo venezolano.

La pobreza no se hizo esperar y, como nunca en América del Sur, se desató la mayor ola migratoria de la región.

Hasta hoy, más de cinco millones de ciudadanos venezolanos han abandonado el país, se espera que para finales de 2020 la cifra alcance los ocho millones.

Chavez con su mentor Fidel Castro.

En un gesto de extrema audacia política, Chávez convirtió al libertador Simón Bolívar en el patrocinador de la revolución social que llevó a cabo y que este adjetivara de “bolivariana”. Antes, su mentor Fidel Castro haría lo mismo con la cubana, al catalogarla de “martiana”.

Esto, sin importarles a ambos que Bolívar y Martí fueran liberales y, en el caso del primero, hasta un ferviente admirador de la democracia estadounidense.

De hecho, su proyecto político de “La gran Colombia” se basaba en concebir la creación de otro EUA en América del Sur, proyecto frustrado por la corta visión política de las huestes que, junto a Bolívar, independizaron a América de España.

Si bien Santander y Páez fueron militares de indiscutible valía, su ceguera política les alejaba del sueño de Bolívar, arrojándolos al abismo de sus intereses personales.

De ahí que el anhelo de Bolívar de crear una gran nación similar a los EUA, o incluso superior, en estas tierras, se esfumaba al tiempo que estos caudillos se salían con la suya, y Venezuela, Colombia y Ecuador -luego Panamá-, se fragmentaban para siempre en cuatro países con democracias cuestionables y casi siempre alejadas de la prosperidad y libertad del individuo.

“Si quieres que te vaya bien en tu carrera política, te recomiendo, entre otras cosas, que te olvides de América Latina”. Palabras más, palabras menos, ese era el consejo que le regalaba el presidente Richard Nixon, en 1971, al recién estrenado político estadounidense Donald Rumsfeld[1].

Salvo algunas circunstancias específicas, cincuenta años después, la recomendación de Nixon sigue vigente para cualquier joven que ingrese a la política en esa nación.

América Latina no avanza, o lo que es lo mismo, lo hace muy lento, los países de la región aún se empecinan en la elección de populistas que nada aportan a la democracia, con un rango que se oscila desde políticos como, lo mismo da, Chávez a Bolsonaro. A los electores de esta región les basta con que sus líderes les hablen sobre lo que quieren escuchar, sin importar lo que en verdad necesitan.

Por otra parte, en nuestra tierra los males de España se enquistaron. Los españoles, como es sabido, no se pueden ver. De ahí que, un catalán tenga serios problemas a la hora de tratar con alguien de castilla o de otra región del país. Otro tanto sucede con los vascos, valencianos y aragoneses, al punto que no pocos intelectuales hayan dicho que España no existe, que es una mera invención.

Resulta que esa expresión de alguna manera se pudiera aplicar a la América Latina de hoy, pues no existe entre nosotros unidad, ni mucho menos reconocimiento mutuo como actores pertenecientes a una misma región, y, lo que es mejor, a una manera muy similar de experimentar la vida y los sentimientos, donde a diferencia de España –y con excepción de Brasil- hablamos el mismo idioma.

Si aquel verso de Juan Gelman fuese verdad, “Mi Patria es mi lengua”, quizá no le hubiera sido tan difícil a Bolívar construir su sueño.

Hace unos días una profesora en Quito recibió en su escuela a un alumno venezolano, de apenas cinco años, con insultos y golpes por el solo hecho de poseer esta nacionalidad[2]. Así vamos, empecinados en que Nixon continúe de manera indefinida poseyendo la razón.

En esta región del mundo, lejos de crecer el hábito por la lectura y la alta cultura, crecen las religiones emergentes que cada vez obtienen más adeptos, con líderes tan cuestionables como nuestros políticos que, inevitablemente, ven en su rebaño una fuente de ingresos.

En el 2018 el Perú alcanzó la nada desdeñable cifra de un millón de mormones.

Las protestas en el espacio público de Ecuador, Chile y ahora Colombia donde, sobre todo los jóvenes, andan rompiendo buena parte de la propiedad social con la intensión de ajustarle cuentas a un estado que consideran opresor. Así demuestran el fracaso de las ideologías que operan en el continente. También, los gobiernos de Venezuela y Nicaragua son objetos de grandes marchas sociales por motivos casi similares.

¿Cuál será la ideología a fin con nuestras tierras? ¿Qué manera de manejar el Estado brindará la prosperidad y libertad anhelada por Bolívar y hasta hoy inasible? Sospecho que cualquier respuesta a estas preguntas pasa por una inevitable introspección personal donde uno mismo pueda identificar qué hacer para convertirse en un elector con una educación en valores ciudadanos. Sospecho que solo desde una profunda responsabilidad individual me podré edificar como un verdadero ciudadano, y luego, en el concierto de individuos semejantes, se podrá construir una América Latina cercana al sueño del libertador.

 

[1] Secretario de Defensa del gobierno de Gerald Ford de 1975 a 1977 y de George W. Bush entre 2001 y 2006.

[2] https://www.elcomercio.com/actualidad/ataque-nino-venezolano-escuela-quito.html

Alfredo Fernandez

Alfredo Fernandez: No me fui de Cuba, pues uno no se marcha de donde nunca ha estado. Luego de gravitar por 37 años en esa extraña isla, logré pisar tierra firme, sólo para comprobar que no he llegado a ninguna parte. Quizás y nunca perteneceré a sitio alguno. Ahora vivo en Ecuador, pero por favor, no me crean del todo que ando donde digo, mejor localícenme en la Cuba de mis sueños.

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4 thoughts on “Si pudiera decirlo todo con preguntas

  • Colega, un excelente artículo de opinión. Uno no quiere ser pesimista pero en 200 años de independencia América Latina ha avanzado poco en lo que a democracia y unidad se refiere. Y las causas soo más antropológicas que de sistema. Me viene a la mente el Ensayo “Manual del perfecto idiota latinoamericano” Es duro de admitir pero tenemos que ser realistas.

  • Continente de salvajes. Destruir la propiedad social, como el transporte, no beneficia a nadie y si ahonda las dificultades del pueblo. Llevamos el gen del daño, la envidia y la revancha. No hay que ir más lejos: comparen a Cuba del 1959 con la de ahora. Comparen la Venezuela de los 90s con el día de hoy. Ahora miren al resto del mundo como tratan de resolver sus problemas.

  • Caballero, dejen ya de echarle la culpa a España de los males de Latinoamérica. Esos países llevan doscientos años de independencia, Cuba ciento y pico. Parecen un viejo de 80 años culpando a sus abuelos de sus fracasos. Ya está bien.

    ¡Gracias Fidel!

  • Es horrible la xenofobia, es de lo más bajo que puede producir el alma humana. América latina, antes Hispanoamérica, no es exactamente homogénea por tener el idioma oficial español, y la diferenciación viene más por las peculiaridades del aporte indígena que por la herencia de las nacionalidades en la península. Aún así somos más parecidos que los europeos y tenemos mucho en común, pero predominan las diferencias más de intereses, ideológicas y de sociedades comerciales. Vista corta. Muchos “aldeanos vanidosos” como los bautizó martí.

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