Disidente y mercenario no son sinónimos

Alfredo Fernández

En Cuba, el término disidente quedó restringido a la adjetivación de ese que está en total desacuerdo con los “mandatos” del Gobierno.

Poco importa que el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, RAE, diga, en una primera  acepción, que disidente “es el que está gravemente en contra, en total desacuerdo.”

De ahí que no me explique por qué aquí el término quedó tan limitado ¿O es qué acaso no es disidente también ese joven que escapa de sus insoportables padres, o el subordinado que  desobedece el mandato de un superior

Todo me resulta aún más inentendible cuando a ese que esta en desacuerdo político y que aquí se le llama “disidente.” se le remata con el adjetivo de “mercenario.” Me resulta difícil comprender  semejante oxímoron.

Y es que no paro de pensar en cómo es que alguien al mismo tiempo pueda ser algo y su contrario, ya que mercenario significa exactamente lo reverso a disidente. Mercenario es aquel que sirve por estipendio a un poder extranjero durante una guerra, según el diccionario de la RAE.

¿Cómo es posible entonces que alguien gravemente en contra de algo, lo haga teniendo como principal móvil el dinero?

El que se involucra en un “negocio” tan peligroso como lo puede ser, el mostrarse ante todos con un pensamiento distinto al tolerado en el país –”disidente-mercenario” según la versión oficial–, sabe de antemano que será mucho más perseguido que un mismísimo traficante de drogas.

Así que por favor, como amante de la lingüística que soy, exijo rigor en el uso del lenguaje y pido que a ese que esté en contra del gobierno, por las razones que fuera, se le llame sólo por uno u otro de los “nombres” y así se le dé fin al oxímoron  de “disidente-mercenario” que tanto empobrece al español de Cuba.