Un Aquarius (casi) políticamente correcto

Yusimí Rodríguez

Sonia Braga frente el edificio Aquarius. Foto: latercera.com
Sonia Braga frente el edificio Aquarius. Foto: latercera.com

HAVANA TIMES — Uno de los filmes premiados durante el recién finalizado Festival del Nuevo Cine Latinoamericano fue el brasileño Aquarius, dirigido por Kleber Mendoca. Recibió el Premio Coral de Actuación Femenina (Sonia Braga, recordada en Cuba por Doña Flor y sus dos maridos), además del Premio FIPRESCI y el SIGNIS.

Aunque las opiniones entre los espectadores están divididas: algunos la consideraron muy buena; para otros (me incluyo) fue demasiado e innecesariamente larga, con un guión inconsistente y lleno de secuencias que poco aportaban a la trama. En algo, sin embargo, coincidimos casi todos: la actuación de Braga es excelente y quizá el mejor motivo para ver el filme.

Pero Aquarius ya ha tenido presencia en la  prensa por razones ajenas al cine. En su edición del lunes 19 de septiembre, Granma publica el artículo Brasil congela su futuro, de Laura Bécquer Paseiro. El tema es la polémica medida impulsada por Michel Temer, presidente de Brasil gracias al impeachment a la presidenta electa Dilma Rousseff, de limitar el gasto público por los próximos veinte años.

La autora afirma que la Clara (Sonia Braga) de Aquarius representa la resistencia ante la imposición, el entorno desfavorable y la injusticia, y asegura, además, que aunque la muestra no es una denuncia explícita a la situación política del país, el personaje retrata la realidad de un Brasil que está tocando fondo y no encuentra salida a la crisis. Si en pantalla, el director no evidenció ninguna intención de denuncia, el equipo de realización sí la dejó clara en el Festival de Cannes, pues protestaron ante las cámaras por el golpe contra la democracia brasileña.

Eso lo cuestiona Marilyn Garbey en su artículo Sonia Braga vive emAquarius, publicado en el diario del Festival. La autora cuenta también que el castigo del gobierno de Michel Temer no se hizo esperar: denegaron al filme la posibilidad de participar en la carrera por el Oscar.

Dicho esto, Kleber Mendoca parece ser lo que llaman un director comprometido, y, sin duda, lo es. Aunque no escape de la visión racista que parece permear la producción audiovisual de su país. No es demasiado sorprendente para quienes ven las telenovelas brasileñas. Pese al elevado por ciento de afrodescendientes que tiene aquel país, no solo cuesta trabajo verlos en un rol protagónico. Les tocan los personajes más insignificantes dentro de las tramas, casi siempre la servidumbre, aún en el siglo XXI.

Así sucede en No me llame hijo, excelente película que también participó en el Festival, aunque con poca suerte. El único personaje afrodescendiente es una criada.

En Aquarius resulta peor. No solo el único personaje negro es una criada, a la que se muestra en una foto y luego aparece en una de esas escenas que poco aportan a la historia. Además, es ladrona. Hay otra criada, a quien la protagonista trata como amiga más que como criada. Esta es de piel bien clara. O sea, la criada que pierde un hijo por la violencia callejera y es amiga de la protagonista, tiene la piel bien clara. La ladrona es bien negra.

En esta película larguísima no acabo de entender qué pintaba la referencia a la criada (negra) que cocinaba muy bien, pero terminó robándose las joyas de la familia.

Claro que excepto ese pequeño detalle, que no creo haya llamado la atención de muchos, Aquarius es un filme sobre la resistencia, con un personaje inspirador, sobrina de una mujer osada que rompió convencionalismos y enfrentó la dictadura (todo ese primer largo capítulo con el cumpleaños de la tía, tiene como objetivo mostrarnos de donde bebió la protagonista, según el artículo de Marilyn Garbey). No se puede pedir que además el director haga una representación digna de las personas negras.

Por último, la actitud del gobierno de Michel Temer de negar al filme la posibilidad de correr por el Oscar, demuestra que tanto para los llamados gobiernos de derecha como para los de izquierda, la libertad solo es permisible cuando no daña los intereses del poder. Marilyn Garbey está muy informada de lo sucedido con Aquarius, pero parece ignorar que el filme cubano Santa y Andrés, de Carlos Lechuga, fue censurado y se le impidió participar en el Festival. Conste que no la culpo, la inmensa mayoría de los cubanos ignora la censura a que fue sometido ese largometraje.