Bancarizado, y lo difícil que es tener efectivo hoy en Cuba

Por Lorenzo Martín

HAVANA TIMES – Este lunes me ha tocado hacer la cola del banco para cobrar la chequera de mamá. Por lo general hacía esta gestión llegándome al cajero de 42 y 29, que me queda relativamente cerca, pero en la crisis de liquidez que atraviesa el Banco Nacional de Cuba encontrar un cajero automático que tenga dinero se ha convertido en punto menos que un milagro, así que me veo obligado a hacer la cola para entrar al banco y cobrar por caja. Gracias a Dios hace años la vieja me hizo un poder para que yo pudiera cobrarle.

Después de casi dos horas de cola y de enterarme de mil interioridades de los que compartían cola conmigo, sale un empleado del banco y nos anuncia: ´No hay moneda nacional en caja, estamos esperando el carro del dinero y no debe llegar hasta la una”.  El cubo de agua fría me cayó en pleno rostro.

En realidad, debería estar acostumbrado a que estas cosas me sucedan, para mí la mínima gestión se vuelve una odisea, no sé los demás. Creo que hay personas que en vez de con estrella nacimos estrellados y si algo puede salir mal a nosotros los estrellados nos saldrá mal: me sucede en el médico, el trabajo, el transporte… creo que hasta en el amor.

En fin, sin otro plan de momento llame a mamá, le expliqué que el cobro sería en otro momento y cambié mi itinerario del día. Suerte que aún queda alguna reserva de dinero en casa para resolver los más perentorio. En vista de que no tenía más nada que hacer en el día decidí ir por casa de Hilda, la mamá de Ileana en Cojímar, que le había prometido una visita hacia tiempo y no había cumplido.

Panelito (micro bus)

Apenas me decido y me paro en la esquina eligiendo mentalmente la ruta a seguir y qué transporte tomar llega un micro bus 16, de los que tienen aire acondicionado para mejor suerte, deja un pasajero delante de mí y sin pensarlo lo abordo. Tanta suerte no es común en mí, lo que me hizo pensar que alguna traba encontraría en el camino, así que llame a Hilda no fuera a ser que no estuviera en casa y me diera el viaje por gusto.

Por suerte estaba en casa y se puso muy contenta de que fuera a visitarla, por lo que me anunció almuerzo especial y todo.  Ella es una señora muy dulce que sufre de mucha soledad pues su hija vive en España y tiene algunos problemas que le impiden entrar en Cuba. No tiene más familiares acá por lo que algunos amigos la visitamos de vez en cuando y eso es para ella un sorbo de vida que disfruta a plenitud.  Con ella he entendido lo triste que puede ser llegar a viejo solo, sin el calor de los hijos y la familia.

Aunque el micro bus me deja en las afueras de Cojímar y debí caminar casi dos kilómetros para llegar a su casa, el viaje lo consideré muy bueno: no tuve que esperar el transporte, el aire acondicionado es siempre una bendición en este tórrido verano que nos está asando y encima en menos de media hora ya había llegado.

No sé de dónde Hilda saca tanta energía ni cómo logra ser tan hacendosa pero cuando llegué ya había preparado unas torrejas deliciosas para desayunar conmigo.  Torrejas que devoré con fruición. Hacía tiempo que no las probaba y hasta había olvidado que existían o a qué sabían.

Torrejas

¡Ojo!, que las torrejas pasaron de ser una merienda casual y por lo mismo muy común en los hogares cubanos, a ser todo un lujo por los ingredientes que lleva: pan duro (por lo general usábamos pan viejo de barra, casi imposible de conseguir hoy y más difícil de que llegue a ponerse viejo antes de que lo consumamos), leche evaporada (casi prohibida en Cuba la leche, imagínense evaporada, ¡Qué locura!), huevos (víctimas del ‘ordenamiento monetario’ y la crisis actual), azúcar (otro de los desaparecidos en estos tiempos), aceite (el que por las mismas razones que los demás productos medimos con cuenta gotas y las torrejas consumen bastante), vino seco (algo que casi hemos olvidado para qué sirve) y vainilla, anís estrellado o canela como saborizantes (que actualmente no tengo ni idea dónde conseguir).

Mientras nos poníamos al día sobre su vida y la de su hija, en realidad mantengo comunicación fluida con la hija, pero ella disfruta hablarme de ella y yo disfruto verla feliz, sonó el teléfono y la cara se le iluminó. Colgando se dirigió a mí:

“Ay, hijo, un imprevisto…”.

“¿Pasó algo?”, pregunté preocupado.

“Nada malo, Martica, mi amiga, me avisó que llegó dinero al banco de la Villa Panamericana y me está marcando en la cola. No puedo dejarlo pasar porque llevo una semana yendo todos los días para tratar de cobrar la jubilación, pero no había dinero ni en el banco ni en el cajero. No sé hasta dónde vamos a llegar, suerte que mi hija me manda mis cositas y con eso sobrevivo, pero el dinero de la chequera es mi dinero, que me gané trabajando muy duro durante muchos años y no voy a regalárselo a los hijos de puta estos”.

Ella suele ser una persona muy educada y comedida en sus palabras, pero en cuanto se encuentra en confianza y se refiere al gobierno suele usar las palabras más soeces posibles. Quizás se deba a la cantidad de mitines repudio que sufrió su hija por atreverse a enfrentar al régimen.

Yo por mi parte no podía creer tanta buena suerte, ya saben que no suelo tenerla. Me dispuse a acompañarla e intentar entrar en esa cola también.

“No te preocupes, madre, en eso andaba yo también por la mañana y no pude cobrar porque no había dinero, así que te acompaño y si tu amiga me lo permite cobro de paso la chequera de mamá. Deja las cosas así mismo, no friegues nada que cuando regresemos yo te ayudo”.

“Claro que si mi hijito, si ella es muy buena persona y siempre nos marcamos para varias colas. Vamos”.

Cola del banco

Salimos para el banco, al paso que sus años le permiten caminar, y en menos de diez minutos ya estábamos en él. Efectivamente la amiga estaba ahí y hacía un diez más o menos en la cola. En apenas media hora entramos al banco y una amable cajera me atendió.

Con mucha amabilidad me explicó que no podía efectuarme el pago y que debía ir al banco donde está inscrita la chequera de mami. Nunca me había sucedido pues siempre saco el dinero por cajero y me pregunté qué se hace una persona mayor que se encuentre fuera de provincia o simplemente pasando unos días en casa de los hijos en un municipio distinto de donde cobra habitualmente.

Para no perder la gestión decidí comenzar a extraer los exiguos fondos que poseo siempre para emergencia, apenas 15.000 pesos, pero que con la crisis de confianza más que de liquidez que padece el banco, ahora prefiero tenerlos debajo del colchón o en cualquier gaveta.

Al pedirle sacar 5 000 pesos, límite actual de extracción de efectivo, una vez más choqué con un muro. Ya sabía yo que tanta buena suerte era un chiste, más bien una burla.

“El dinero que entró solo es para pagar a los jubilados. Para extraer de su cuenta de ahorro debe acudir a la sucursal donde abrió la cuenta y sacar el dinero por caja, cuando haya disponibilidad”. 

Dando la conversación por terminada, cambió la amabilidad llamando: “el próximo jubilado”.

Todo este problema para cobrar o extraer dinero en efectivo ha venido desde que a algún dirigente se le ocurrió la medida de ‘bancarizar’ el efectivo, medida que consiste en obligar a los negocios particulares a operar mediante tarjetas, limitar el efectivo a extraer y hasta limitar la cantidad de efectivo que se puede poseer legalmente.

Aunque si sacamos bien las cuentas estas medidas fueron tomadas dada la falta de liquidez que padece el banco pues el efectivo que sale de él jamás regresa ya que se mantiene circulando por los altos precios de cualquier producto y la falta de oferta estatal de bienes y servicios, por lo que ya hace un par de meses era milagroso encontrar un cajero con efectivo para extraer. 

Resignado regresé a casa de Hilda. El almuerzo y la charla pronto me hicieron olvidar la parte mala del día. Es un recurso que siempre uso cuando llega la tormenta: cambio el foco, intento olvidar las cosas malas o difíciles y me concentro en las buenas y placenteras, aunque a decir verdad, acá es bien difícil encontrar cosas placenteras, gracias a Dios conversar con ella siempre es una suerte de panacea.

Después de destripar al régimen, desbarrar contra todos los dirigentes y contarnos nuestras vidas y las de nuestros allegados regresé a mi Habana Vieja a bordo de un atestado P8, listo para enfrentar la vida de nuevo gracias a la inyección de optimismo que me inocula siempre Hilda con sus 84 años y mil sueños que no se cansa de acariciar.

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One thought on “Bancarizado, y lo difícil que es tener efectivo hoy en Cuba

  • El corralito del gobierno empujará más para la dolarización de la economía, ya puede verse en revolico la venta de muchos productos solamente en dólares. Los pesos serán para pagar la electricidad y los mandados, lo próximo que viene en MLC es la gasolina.

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