Amanecer en los llanos

Fotoreportaje por Caridad

HAVANA TIMES, Oct. 2 — Lo mejor que puede sucederle a una persona,  a la hora de  despertar, es hacerlo rodeada del canto de los pájaros.  Pájaros libres, por supuesto, ninguna alegría puede provocar el canto de un ave enjaulada.

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Desde que llegué a Caracas lo único que he tenido al amanecer es el ruido de cada uno de los autos – grandes y pequeños, ambulancias y bomberos incluídos – y de vez en cuando el de los disparos de alguna trifulca que no terminó de resolverse en la madrugada.

Hace unos días mi amanecer fue completamente distinto, andaba fuera de la ciudad, por los llanos (estado de Apure); la lluvia estuvo presente desde la noche anterior y antes de abrir los ojos ya había empezado a sentir el canto de docenas de pájaros, muchos de ellos completamente desconocidos para mí.

Por estos meses el agua es constante y los llanos suelen inundarse con facilidad, por eso muchos de quienes viven allí tienen canoas o botes para poder trasladarse; y evitar a unos reptiles a los que llaman Babos, más pequeños que los cocodrilos cubanos y quizá un poquito menos agresivos.

La belleza de estas grandes extensiones de tierra una vez que llega la temporada de lluvias es inigualable. Los tonos de verdes y amarillos se mezclan con el azul o el gris del cielo como si fuesen el dibujo de un pintor delirante.

Aparecen grandes manadas de vacas o caballos, tan libres como cualquiera podría desear. Cada metro cuadrado ofrece la posibilidad de imaginar cinco o seis fotos distintas, varios paisajes distintos en cada pedacito de hierba y agua.