Me dan miedo los líderes

Yusimí Rodríguez

Benito Mussolini y Adolf Hitler.

HAVANA TIMES, 11 julio — “Vincere” es el título de una película italiana que acaba de exhibir el cine Yara de nuestra capital y que no me hubiese interesado de no haber leído la sinopsis: “Estamos a principios del siglo XX y el joven revolucionario socialista Benito Mussolini conoce a Ida Dalser….”

Mussolini, quien inauguró el modelo fascista y acuñó el término Fascismo, fue un revolucionario. A estas alturas no debería asombrarme mirar al pasado de un dictador y descubrir que fue un líder revolucionario que enarboló el bienestar del pueblo y la justicia social. La historia está llena de líderes que han guiado la lucha de los oprimidos: José Stalin, Mao Tse-tung.

Están siempre dispuestos a dar sus vidas (y las de otros) para alcanzar la victoria sobre la injusticia. El problema es que por lo general son otras las vidas que se pierden, y después ¿quién nos salva de los líderes una vez logran tomar el poder?

¿Cómo ocurre la metamorfosis de líder en dictador? ¿Habrá forma de diagnosticar un dictador en potencia? No todos los líderes se convierten en dictadores; pero casi todos los dictadores (sino todos) han sido líderes.

Todos poseen un carisma especial, sin necesidad de un físico atractivo, todos tienen un dominio asombroso del arte de la oratoria, la capacidad de exaltar y convencer a quien los escucha, hablan siempre para el pueblo y en nombre del pueblo, el público femenino los encuentra fascinantes.

Lo cierto es que a los otrora líderes, ahora dictadores, les aterra la palabra libertad. Es lo primero que desaparece en las dictaduras: cero libertad de expresión, cero libertad de prensa, cero libertad de asociación. Reclamar la libertad o al menos una cuota de esta, constituye un acto subversivo, de traición.

Pero más que los líderes me asustan los que les siguen ciegamente, los que llegan incluso a plantear que si el líder puso en peligro su vida por ellos, bien tiene derecho a controlar sus presentes y sus futuros.

He visto documentales en los que aparece Hitler arengando al pueblo alemán, (en mi modesta opinión, ladrando como un perro), y lo que más me asombra, e incluso me aterra, es ver a los alemanes fascinados, exaltados, fuera de sí, aplaudiendo de forma salvaje y gritando “Heil, Hitler.”

Una mujer cuenta que el Führer (líder en alemán) le había estrechado la mano y luego en el pueblo todos querían estrechársela a ella porque había sido tocada por él. En un documental sobre Mao Tse-tung, otra mujer relata que no se lavó la cara en días, tras haber sido besada en la mejilla por Mao.

La película “Vincere” me mostraba imágenes de archivo de Mussolini pronunciando sus discursos con gestos ridículos y solo podía decir para mis adentros “un payaso.” Ese payaso hablaba ante una enorme multitud enardecida que lo vitoreaba.

¿Será que nos gustan los dictadores, más aún, que los necesitamos? ¿Cómo logran llegar al poder y mantenerlo por tanto tiempo, aunque lleguen a contradecir sus propios discursos; aunque hoy nos hagan odiar a supuestos enemigos y mañana los conviertan en amigos; aunque cometan errores que cuesten millones de vidas, aunque arruinen un país entero?

¿Cuál es la responsabilidad de los pueblos?

Pero en algún momento el filme nos aleja de Mussolini para adentrarse en la vida de Ida Dalser, amante de Benito desde su etapa socialista, que le sigue en la lucha política, incluso cuando se convierte en fascista y vende todo lo que posee para que pueda fundar su propio periódico: “Il popolo D’Italia.”

Ida se casa con Mussolini y tiene a su primogénito Benito Albino que es reconocido por su padre. La única nube que empaña este paraíso es el pequeño detalle de que Mussolini ya está casado.

Cuando finalmente abandona a Ida esta no se resigna y lo interpela en público, escribe cartas al rey e incluso a la iglesia (con la que Mussolini se reconcilia después de haber declarado que Dios no existía).

Le escribe aún cuando la encierran en un manicomio y la despojan de la custodia de su hijo, sigue insistiendo en que es la mujer del “Duce.”

En algún momento llega a creer que él irá a buscarla y castigará a los responsables de lo que le está ocurriendo. Luego está convencida de que él la está poniendo a prueba para que demuestre su incondicionalidad.

Si usted todavía se asombra de que tantas mujeres enamoradas se dejen pisotear por sus amantes y aún los justifican, piense que los fieles seguidores de los dictadores, otrora líderes, hacen exactamente lo mismo, y se horrorizará.

2 thoughts on “Me dan miedo los líderes

  • Führer tiene un significado mucho más inofensivo que líder. Significa literalmente conductor. En alemán el carnet de conducir se llama Führerschein, literalmente documento del conductor.

    Führer deriva del verbo führen que significa conducir y está relaccionado lingüisticamente con el verbo español portar.

  • Hay una película alemana, ‘La Ola’, que refleja muy bien como funciona esta maquinaria. Cómo las masas se ciegan ante los líderes y cómo es imprescindible un líder para instaurar un régimen autocrático. La recomiendo.

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