Solo por arroz

Jorge Milanes Despaigne

“Todos los meses tengo que ir a verificar el peso del arroz que trae el camión y venir con él, porque sino lo hago así me dan duro en el trayecto. ¡Qué cansado estoy de todo esto!”

“¿Cómo?, ¿qué dijiste?.” Asombrado le pregunté a mi hermano, quien hace varios años trabaja como dependiente en el mercado.

“Sí, siempre a fin de mes tengo que ir a los almacenes centrales de distribución a buscar los granos que tocan por la libreta de abastecimiento para despachar el mes siguiente. Hay tremenda cola, y hoy amanecí allí para salir rápido –continúa–. Alcancé el número cinco en la cola. Como la pesa estaba rota, algunos se llevaron los sacos de arroz por promedio de peso, algo que he hecho y he notado que me ha faltado arroz.”

“¿Y tú, no te vas a llevar el arroz?.” me dijo el almacenero. “No, voy a esperar a que arreglen la pesa.” le contesté.

“Bueno, apártate y deja que los que se van a llevar la mercancía pasen.” respondió con cierto tono déspota.

“Entonces me separé, un poco disgustado: no tenía otra alternativa. Luego me acerqué para ver lo que estaban haciendo con los otros colegas,” dijo mi hermano.

“¿Tú no tiene que mirar nada, ya le dijimos que se apartara.” reprochó el almacenero ya descompuesto. Allí estuve hasta la una de la tarde sin tomar ni agua.

“Al fin trajeron la pesa digital arreglada. Me llamaron, pusieron una cantidad de sacos y, para completar el peso, comenzaron a poner una cantidad de arroz en bolsas. Todo eso porque yo exigía lo que me tocaba.”

Mientras escuchaba a mi hermano, pensé que no está en condiciones de volver a los almacenes centrales, porque un día de estos va a venir muerto.