La creación: un salvo conducto para la salud mental en Cuba
Por Laura Gómez
HAVANA TIMES – Encontrar mecanismos para sobreponerse a la ansiedad y la depresión es un reto en la Cuba de hoy. Marcia Ocaña se descubrió a los 50 años construyendo instrumentos musicales para preservar su salud mental.
¿Qué te impulsó a escoger esta actividad para aliviar tu inestabilidad emocional?
Marcia Ocaña: Siempre me ha gustado crear. Durante años he experimentado en la escultura y ocasionalmente la fotografía, el dibujo y el papel maché. Cuando la madera comenzó a escasear empecé a desmoronarme, después las crayolas, carboncillos, acuarelas y pinceles alcanzaron precios prohibitivos: o compraba alimentos o los materiales imprescindibles para mi creación. La ansiedad fue la extensión de mi imposibilidad de manifestarme. En Cuba se hace necesario buscar un pasatiempo, desgraciadamente cada día hay más personas desequilibradas, no todo el mundo soporta esta impuesta manera de subsistir.
¿Cómo comenzó el proceso creativo?
Durante un tiempo estuve deprimida, no dormía, no se me ocurría ninguna actividad que pudiera suplir mi necesidad de expresarme a través de mis manos. Deambulaba por la casa como perdida. No me bañaba. Cuando salía me deprimía la mirada de las personas, pero también me deprimían los ancianos pidiendo limosnas. Una noche escuché al vecino del frente pulsando las cuerdas de su guitarra y entonces lo supe. Construiría instrumentos musicales con materiales reciclables.
¿Cuáles fueron sus primeros pasos en este descubrimiento?
En ese momento me sentí poseída por una avalancha de ideas. Imaginaba diferentes instrumentos y escuchaba sus sonidos. El primero que visualicé fue la pandereta. Imaginé que los materiales podía conseguirlos fácilmente excepto la pieza que conformaría el tono indeterminado. Una sensación de libertad me embargó mientras realizaba posibles diseños. Sustituí el aro usualmente de madera por cartón, que casualmente tenía a mi disposición. Tras varios intentos logré confeccionar el bastidor con tres capas de cartón pegadas con acetato, después deshilé una pieza tejida que utilizaría para terminar de agarrar las sonajas al agujero. Posteriormente llegó el reto mayor: encontrar el material que haría la función de las sonajas.
En algún momento yo intenté también hacer algún instrumento. Lo dejé porque quería verlo terminado enseguida, pero sé que lleva tiempo.
La creación se disfruta en todo momento cuando ya se sabe el resultado final. No tenía prisa, solo una alegría que me hacía sonreír nuevamente. El primer material que imaginé haciendo la función de la sonaja fueron las monedas, era un sonido seco, muy bajo. Después unas cuentas coloridas, finalmente cuando estaba a punto de darme por vencida mi mirada tropezó con unos marcos de aluminio que estaban en el patio, y ahí estaban las sonajas. No puedo describir la satisfacción que sentí al escucharla, pero supe que estaba en el camino de mi sanación emocional.
Cuéntame de las otras creaciones
Mi siguiente proyecto fue una flauta. En el patio había varios tubos plásticos inutilizados. Por internet bajé los videos de cómo elaborar los agujeros y sobre todo la boquilla. Utilicé segueta, escofina y un destornillador. El sonido lo fui ajustando mientras movía el taco de madera que hace la función de boquilla. Fue fácil. Después continué con una flauta de pan, la cual construí con varillas de antenas de televisión unidas con un tejido de algodón y recientemente terminé una pieza parecida a un xilófono a mi estilo. El xilófono es de bambú, pequeñito. El bambú lo recogí al lado de un contenedor de basura.
¿Has pensando en algún momento comercializar tus instrumentos?
No creo que mis instrumentos puedan ser comercializados, son primitivos, rústicos. Prefiero regalarlos. La primera flauta que hice se la di al vecino del frente. La escucho todos los días, sobre todo en las noches. La ventana de su cuarto está pegada a la mía. Dar vida a materiales reciclables expuestos a las inclemencias del tiempo es algo muy difícil de explicar.
Experimentar el nacimiento de una pieza que vas construyendo poco a poco es algo único. No importa si la obra es rústica, imperfecta, lo significativo es saber que uno puede aferrarse a eso y que su melodía alejará otras preocupaciones. La sonrisa de los niños cuando lo tienen en sus manos no tiene precio.
De no ser por tus creaciones ¿cómo estuvieras llevando la situación?
No sé, me he hecho esa pregunta muchas veces. La realidad que vivimos nosotros los de a pie es muy triste. Lo único que puede salvarnos es descubrir estrategias para sobrevivir y no esperar por una empatía inexistente.
Entonces, ¿podemos afirmar que la creación es un medio para controlar la ansiedad, la depresión y mejorar la calidad de vida?
Por supuesto. Es una opción. Estoy convencida que en los momentos actuales todos aquellos que pueden desarrollar su creatividad, están a salvo. Construir un mundo propio sin interferencias externas es mérito de una mente sana, una mente enfocada en mantener a salvo a la familia, solo así podemos buscar con dignidad el pan nuestro de cada día.