Paseo por el Zoológico Nacional de Cuba

Rogelio Manuel Díaz Moreno

HAVANA TIMES — Esta semana mi hijo Rogelito, esposa Yasmín y su mamá Silvia y yo nos dimos un paseo por el Parque Zoológico Nacional. Como tomamos abundantes fotografías, podemos ofrecer nuestras impresiones del viaje con este acompañamiento.

El parque zoológico se encuentra en los suburbios al sur de la capital cubana. Fue construido en la década de 1980, como parte de los proyectos feriales y recreativos de la capital cubana. Tuvo sus momentos mediáticos hace algunos meses, cuando se importó una gran cantidad de animales de países africanos. La operación Arca de Noé fue celebrada por algunas personas y lamentada por otras.

Para arribar al Zoo, existe una ruta de ómnibus urbano, pero tiene un pésimo servicio. La mayoría de las personas llega en transportes particulares o arrendados. Nosotros reservamos en un ómnibus de excursiones. Por persona, se abona el pasaje de ida y vuelta aproximadamente al precio del doble del salario diario promedio de Cuba. Véase que no es como para ir todos los días.

La excursión a este lugar nos “regaló” algunos momentos desagradables. Pasamos por tres aglomeraciones irritantes, una para entrar a las instalaciones; otra, para adquirir el boleto del recorrido interno y una tercera para abordar las guaguas del recorrido. Hay que hacer acopio de paciencia para no perder la buena disposición, y llegamos a presenciar agrias disputas entre las personas a causa de los tumultos.

Las guaguas u ómnibus del recorrido interno son unos modelos Girón, de pequeña magnitud y ensamblados en Cuba hace más de 20 años. Uno se admira de que rueden todavía. Dentro, un guía acompaña a los paseantes, y les ofrece las explicaciones pertinentes. Con el ruido del motor de fondo y sin micrófono, su garganta debe realizar un esfuerzo considerable, cosa que nos preocupó por las posibles afectaciones a largo plazo.

En realidad, el recorrido es bonito. A los ojos de un profano, los animales del área denominada “Pradera Africana” se ven muy relajados, con gran amplitud de espacios para merodear y mucha vegetación natural. Atravesar el área donde radican podría llevarle a un caminante cerca de una hora. Se nos explicó que para pasar las noches, son conducidos a un área más restringida. Yo creo que arriar a las cebras y a los avestruces no debe ser tan difícil, pero con los rinocerontes se debe pasar más trabajo.

El foso de los leones es la segunda atracción del recorrido, y es más pequeña que la Pradera Africana. Exhibe cerca de la mitad de los leones que guarda el parque, en total cerca de una veintena y una de las mayores en América Latina, según nuestra guía. Al entrar, se les solicita a los pasajeros cerrar las ventanillas del ómnibus.

Después de este episodio, los visitantes son dejados en una zona recreativa cercana donde cuentan con varias opciones. Por un lado, un número de jaulas y estanques contienen más animales. Estos no se ven tan a sus anchas, con la excepción de unos burros que se encuentran hacia el final.

Los dichosos burritos son un gran atractivo y el epicentro de la más tradicional infracción en los zoológicos. El público les ofrece comida indiscriminadamente, y aquellos comen de las manos de los indisciplinados. Aunque debería avergonzarme, Rogelito y yo participamos de la falta con algunos pedazos de pan, para gran júbilo de mi hijo –y de los burritos.

Otras opciones incluyen cafeterías y un parque de diversiones. La comida ofertada es chatarra, con poca variedad y los altos precios de cualquier lugar de La Habana. En el parque de diversiones coexisten los columpios y cachumbambés originales de la instalación, con castillos inflables, camas elásticas y carruseles rústicos montados por trabajadores por cuenta propia.

Luego de que Rogelito disfrutó todo lo razonable, balanceadas ofertas y presupuesto, retomamos un ómnibus interno hasta la salida de la instalación. Al cabo de un rato llegó nuestro transporte y regresamos a casa.

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3 thoughts on “Paseo por el Zoológico Nacional de Cuba

  • Letreros del Zoo cubano

    Antes del 59: ‘Prohibido echarle comida a los animales’
    Del 59 al 90: ‘Prohibido comerse la comida de los animales’
    Después del 90: ‘Prohibido comerse a los animale’

  • Muy buena opción aunque confieso que no me encantan los animales fuera de su hábitat. Pero hay que admitir que los niños lo disfrutan.

  • Veo más basura que yerba.

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