Locales estatales una noche, ‘mipymes’ la mañana siguiente
En Holguín, como en la mayoría de la Isla, los negocios privados sustituyen a toda velocidad a ruinosos almacenes del Estado
HAVANA TIMES – Pasan de ser locales con fachadas descascaradas a verse recién pintados, con rejas en las ventanas y con climatización en el interior. El proceso de arrendar comercios, oficinas y almacenes estatales a las mipymes en Holguín se extiende, al igual que en La Habana y en otras ciudades de Cuba, ante la mirada de los residentes en la ciudad, que encaran la paulatina privatización con expectativas y dudas.
Frente al antiguo taller de vehículos de la Unidad Económica de Base Comar, perteneciente a la Empresa Pesquera de Holguín, la mañana de este viernes una fila de clientes aguardaba para entrar. En la amplia nave de la calle Aricochea, entre Maceo y Mártires, ya no se escucha el traqueteo de las llaves ni se percibe el olor a grasa y combustible que caracterizaba el lugar.
Ahora, tras una remodelación capital, radica allí la mipyme Obra Real, con un amplio surtido de alimentos, productos de aseo y útiles del hogar. En la cola, algunos llegan por primera vez ante el restaurado inmueble y no salen de su asombro. «Casi no lo reconocí, yo pasaba por aquí con frecuencia y esto era una bola de churre, está totalmente cambiado», comentó a 14ymedio un hombre que esperaba para comprar detergente.
Obra Real cuenta con cuatro locales en la ciudad holguinera y su catálogo incluye desde paquetes de azúcar morena marca La Estrella, importada de Panamá, hasta ventiladores que se recargan con pequeños paneles solares. «Los precios están altos, pero ahora mismo tengo que venir hasta aquí para comprar harina porque en mi panadería no hay pan», añade el hombre.
Al proceso de licitación para que estas empresas privadas renten un local estatal le sigue faltando difusión y transparencia. «Me dijeron que están alquilando el espacio de los almacenes de Copextel de la Carretera Central calle Martí, frente a la Empresa Eléctrica pero cuando fui a preguntar, ya se lo habían ‘otorgado’ al dueño de varios talleres de motorinas», cuenta a este diario un emprendedor interesado en el local que pidió el anonimato.
“En esta ciudad, cuando cae la noche, un espacio es del Estado y al otro día cuando te levantas ya pasó bajo la gestión de una mipyme pero nadie sabe muy bien cómo», lamenta. «Se dice en las calles que hay que hacer donaciones a los hospitales y regalos a los funcionarios para que te pongan en la lista de los beneficiados».
Otro almacén en la avenida Libertadores, donde hasta hace unos años se guardaban los balones de oxígeno para pacientes que los necesitaban, pasó de manos de Salud Pública a la pequeña empresa privada DaSens, dedicada a la elaboración de productos de limpieza y aseo. Ahora, con toldo azul a la entrada, es raro el día que no haya una decena de personas aguardando por entrar.
Colonias infantiles, tintes para el cabello, limpiadores domésticos y lavavajillas conforman parte de la oferta de la mipyme, la mayoría importados a granel y envasados en la Isla. A la entrada, el comercio tiene un cartel donde una mujer sonriente carga una bolsa de productos recién comprados. En la cola de quienes esperan para entrar, sin embargo, las caras no parecen tan felices.
«Antes de tener estos lugares cerrados y en desuso está bien que se los den a los particulares para que al menos los arreglen y vendan algo», explica a este diario Lázara, vecinas del Reparto Peralta. «Vengo por un agua de colonia para mi nieto pero no sé a cuánto me la voy a encontrar hoy, porque todos los precios están subiendo y las mipymes se aprovechan de que el Estado no tiene casi nada que vender».
En otro almacén, que una vez fue de la Empresa de Bebidas y Refrescos de Holguín, ahora se exhiben las mercancías de la mipyme Rey de Reyes, en la Carretera Central y el Callejón San Pablo. En uno de sus muros laterales una corona recién pintada en rojo acompaña al nombre del local. El detalle no pasa desapercibido para los compradores que llegan.
«Reyes vamos a tener que ser pronto para poder comprar cualquier cosa, porque vienes un día, te das la vuelta, y al otro ya aumentó 50 o 100 pesos», ironizaba una mujer que leía detenidamente la cartilla con los productos y sus precios que se exhibe a las afueras. «Eso sí, aunque te puedes encontrar algún empleado de una mipyme que te maltrate, lo más común es que el trato sea mejor que con el Estado».
Entre los detalles de «mejoría» en comparación con los comercios oficiales, la mujer enumera que «cuentan con buena refrigeración y cuando compras el pollo está duro como una piedra, no medio descongelado». Añade que «las tiendas tienen aire acondicionado, neveras de exhibición, algunos han hecho inversiones grandes en carteles y mostradores de cristal para ver bien la mercancía».
Sin embargo, la mujer cree que también «han copiado algunas de las peores cosas de las tiendas estatales». En su opinión «nunca hacen rebaja aunque la mercancía esté a punto de vencerse, utilizan mucho la fórmula de los ‘combos’ para obligarlo a uno a comprar productos que no te interesan, porque si estás buscando una botella de aceite, entonces tienes que incluir unos refrescos instantáneos o un paquete de café».
La lista continúa. Los almacenes de la otrora poderosa Copextel, gestionada por los militares y dedicada al comercio de insumos informáticos, también han sido rentados a una mipyme. Aunque en la fachada se sigue leyendo «soluciones integrales», el trasiego desde el interior apunta a mercancías más mundanas: cajas de pollo, paquetes de detergente y bolsas de arroz ocupan ahora el espacio que antaño estaba destinado a computadoras, monitores e impresoras.
Pese a que todavía sus paredes no han sido pintadas, parece cuestión de tiempo para que sus actuales gestores remodelen el inmueble y cuelguen carteles coloridos a las afueras. Una vez restaurado, las personas que pasen frente al local, en la Carretera Central, no tendrán duda. «Mira, ahí hay otra mipyme«, dirán, como se escucha cada vez con más frecuencia en los barrios de Holguín.