La mejor voleibolista del mundo es cubana

Melissa Teresa Vargas. Foto: Yasar Yilmaz (@ysr_images en Instagram)

Por Maylí Estevez (El Toque)

HAVANATIMES – Hace más de un lustro, Melissa Teresa Vargas, la «niña prodigio» del voleibol cubano, estaba en Cuba, en su natal Cienfuegos, sometida a una sanción de la Federación Cubana de Voleibol que la excluía por cuatro años de cualquier competición nacional y extranjera. 

Un castigo que la condenaba, en pleno apogeo de su carrera, a oxidarse fuera de un taraflex porque los directivos no supieron conducir nunca su talento en la isla. 

En enero de 2018, la revista especializada Volley Mob aclaraba lo que ningún medio oficialista decía: Melissa estaba desaparecida de las competiciones del equipo Cuba porque la sanción primaria de un año había sido extendida por cuatro más. O sea, la Federación se daba el lujo de castigar a su estrella por cinco años. 

«Vargas ha sido suspendida por la Federación Cubana de Voleibol durante los próximos cuatro años. La sanción se extiende tanto a partidos nacionales como internacionales y es una extensión de su anterior sanción de un año», confirmaron. 

La cienfueguera había debutado en el equipo nacional con apenas 13 años, y 12 meses después fue elegida «la mejor voleibolista» de Cuba. 

Su talento era evidente. A pesar de ser aún una niña, tuvo que lidiar con la presión de ser la estrella del equipo, la sobreexplotación de su físico y las malas atenciones materiales que siempre abundan en los centros deportivos de la isla, sean de alto rendimiento o no. 

Durante los años posteriores a su debut en el equipo nacional, Melissa asistió como líder a cuanta competición de voleibol existía, fuera de alto calibre o nacional. Como suele suceder en estos casos, se rompió. A mediados de 2016, la adolescente fue operada de un hombro. Como era menor de edad, sus padres decidieron que la recuperación no era la adecuada y la sacaron del centro deportivo. 

En una entrevista al medio Radio Televisión Martí en 2018, la tía de Melissa, Maritza Vargas, explicó que se la llevaron de La Habana porque «no le estaban dando la terapia que llevaba». 

Pocos meses después, la familia Vargas salió rumbo a Rusia y, desde Europa, la estrella en ascenso firmó un contrato profesional con el equipo Volero Zurich, de Suiza. 

Así, por no saber gestionar el talento de una figura, por malas prácticas y por no respetar la libertad personal, Cuba perdió a la que hoy es la mejor jugadora de voleibol del mundo, pero que le da gloria a Turquía, su país de adopción. 

La estelar exmorena del Caribe Yumilka Ruiz lo había advertido tras la explosión de Vargas entre 2014 y 2015. Ruiz alertaba, en una entrevista a OnCuba, que Melissa era «un desafío para técnicos y médicos deportivos» porque había que preservar «su talento ante la sobrecargada exigencia». 

Ruiz también apuntó que Vargas no supo consolidar una «disciplina integral» porque era una niña. Sus mentores tampoco pudieron porque no sabían lidiar con su genialidad. 

Melissa quemó múltiples etapas y los federativos del vóley cubano lo sabían. No obstante, cuando pudieron cerrarse en banda y pasarle el rodillo a la pequeña lo hicieron sin miramientos. La suerte fue que ella y su familia no perdieron tiempo. Su talento innato, más la preparación adecuada, rendirían frutos. 

Hace dos años, la cienfueguera firmó con el club Fenerbahce, en Turquía, un paso decisivo para afincarse en esa nación y obtener la naturalización rápida por sus méritos deportivos. El presidente turco, Erdogan, le facilitó el trámite y le entregó la nacionalidad en una ceremonia oficial. 

Vargas se estrenó con las llamadas «Sultanas de la red» hace apenas unos meses y lo han ganado todo. Más allá de la cienfueguera, Turquía cuenta con una selección muy sólida en defensa, que apuesta por el juego ofensivo de sus auxiliares y opuestas. De allí que Vargas resulte una pieza esencial en su estilo. 

Con Vargas en la cancha, las sultanas se coronaron en la Liga de Naciones de Voleibol, en julio pasado, y ahora ganaron el Europeo en una final trepidante en cinco sets ante Serbia. Todos los puntos importantes pasaron por la cubana y ella, en esa final, acumuló la friolera de 41 tantos. Ella solita. ¡Una barbaridad! 

La mira está ahora en los Juegos Olímpicos de París 2024 y nadie duda de que las turcas parten como una de las principales favoritas al título. Con apenas 24 años y más de una década de experiencia en este mundo, Vargas es la apuesta más espectacular de la actualidad. 

La cubana es ícono del voleibol, como lo es entre los hombres otro compatriota, Wilfredo León. No es casualidad que los dos talentos hayan roto en malos términos con la Federación de Voleibol de Cuba y que no les interese en lo más mínimo volver a vestir la camiseta de su patria. 

El voleibol cubano y sus malas gestiones no ha cambiado en más de una década. Sustituciones de mentores, bajas de figuras (como Robertlandy Simón) y fugas de deportistas en ascenso en Canadá son las noticias de 2023. Todo indica que mientras más lejos se esté del caos de la isla, mejor se está. Vargas y León son la prueba más evidente.

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