Fortún: a más de seis décadas de ser el pionero

Por José A. Rodríguez 

Rafael Fortún

HAVANA TIMES – Cuando se dice el nombre de Rafael Fortún, a la mente de todos llega su momento cumbre, aquel de marzo de 1951, cuando se celebraban los Juegos Panamericanos de Buenos Aires y él conquistó las medallas de oro en las pruebas de 100 y 200 metros planos.

Entonces, el velocista camagüeyano se convertía en el primer doble titular continental de Cuba, condición que mantuvo en exclusiva hasta bien entrada la década de los 70, hasta que Silvio Leonard igualó su doble coronación en los Panamericanos de San Juan 1979. De hecho, son los únicos cubanos en lograrlo, cuando ya se han celebrado 17 ediciones de esas justas cuatrienales.

Los podios de ambas pruebas en Buenos Aires 1951 fueron idénticos, con el cubano delante, seguido por el estadounidense Arthur Bragg y el jamaicano Herbert McKinley.

En el hectómetro, Fortún ganó con 10.6 segundos, Bragg hizo un crono idéntico, y McKinley 11.0, mientras que en el doble hectómetro los tiempos fueron de 21.3, 21.4 y 21.5 segundos, respectivamente.

Por si eso fuera poco, Fortún intervino también en el relevo, donde mereció la plata en unión de Jesús Farrés, Raúl Mazorra y Ángel García, y de las preseas aportadas por el atletismo al medallero de Cuba solamente no tuvo participación en el bronce de Samuel Anderson en 110 con vallas.

También vale la pena refrescar otro hecho interesante, y que sí lo hace totalmente exclusivo, pues se mantiene como el único velocista capaz de ganar la prueba de los 100 metros planos en tres Juegos Centroamericanos y del Caribe, al imponerse en las justas de Barranquilla 1946, Guatemala 1950 y México 1954. Casualmente la hazaña también fue concretada en marzo, sin duda, el mes de la suerte para el agramontino.

En 1946 obtuvo las preseas doradas en los 100 (10 segundos y cuatro décimas) y 200 metros lisos (21.6) y la de plata en el relevo 4×100 (43.1). En la primera prueba superó al jamaicano McKinley (10.7), en la segunda al panameño Lloyd La Beach (21.7) y al propio McKinley (21.7), y en la posta entró segundo, junto a Farrés, Pedro Castillo y Eligio Barbería, solo por detrás de los panameños.

En la lid regional celebrada en la ciudad de Guatemala en 1950, igualmente repite su actuación en el hectómetro (10.3), aunque en esa ocasión es segundo en 200 (21.2) y primero en la posta (41.5). Detrás de él en la primera competencia entraron McKinley (10.4) y La Beach (10.5), y el de Jamaica, ganador también de los 400, lo superó en el medio óvalo con registro de 20.9. En tanto, la cuarteta completada por Farrés, Mazorra y Dioscórides Wilson adelantó tanto a la jamaicana como a la panameña.

El 4 de marzo de 1954 hizo 10 segundos y cinco décimas a los 34 años, edad a la que muchos especialistas de la velocidad dicen adiós a las lides del músculo. Además, entró segundo como integrante de la cuarteta cubana. Para esa ocasión su escolta en la modalidad más rápida fue el jamaicano Leslie Lang (10.6), ganador también de los 200 y líder de la posta triunfante, por delante de Fortún, Israel Mestre, Mazorra y Manuel Peñalver.

Que conste que el nivel de sus contrarios era elevado, pues entre sus víctimas más renombradas se encontraba McKinley, subcampeón olímpico en la vuelta al óvalo de Londres 1948 y en el hectómetro en Helsinki 1952, y el panameño La Beach, medallista de bronce en la prueba reina de la cita londinense.

Rafel Fortún (c)

Durante su vida, Fortín  sufrió la pobreza en carne propia, pues solo gracias a la realización de rifas y colectas públicas pudo competir en Juegos Olímpicos, aunque sus resultados en Londres 1948 y Helsinki 1952 quedaron lejos de su real calidad en esa época.

Tratando de ser absolutamente certeros, no entró a la final de la prueba reina porque entonces existían pocas carrileras y él ocupó la séptima posición, pero comenzó a despejar el camino que seguirían más tarde Enrique Figuerola, Pablo Montes y Silvio Leonard, hasta que la especialidad cayó en una total anemia en los últimos 40 años.

Nació en la ciudad de Camagüey el 5 de agosto de 1919 y, por su extracción humilde, desde muy joven debió estudiar y trabajar a la vez. En su caso laboraba en una imprenta y adquiría conocimientos en el Instituto de Segunda Enseñanza de su ciudad natal.

Se inició en competencias deportivas en los primeros años de la década de 1930, cuando jugaba béisbol y exhibió dotes de buen fildeador, y por supuesto, también corría las bases como un rayo, pero en alguna ocasión confesó que su verdadero amor era el salto alto.

Sus condiciones para practicar carreras de velocidad y el salto de longitud le permitieron ser captado para perfeccionar sus virtudes naturales, y eso le hizo un poco más llevadera la vida, aunque no podemos olvidar que tras coronarse en la justa continental de Buenos Aires fue despedido por ausentarse del trabajo durante esos días. Así eran las reglas en esos momentos.

Contrariado por el suceso tomó la decisión de irse a vivir a San Juan, Puerto Rico, pero en Camagüey se hizo una gran colecta pública para comprarle una casa a sus padres y fue tan grande la connotación que las autoridades no solo le restituyeron en su puesto en el Ministerio de Obras Públicas, sino que decidieron nombrarlo inspector, con aumento salarial incluido.

Al triunfo revolucionario fue reconocido como el pionero del atletismo cubano, y por años se dedicó a la captación de talentos en su provincia natal.

El 22 de junio de 1982 dejó de existir en Camagüey, cuando había sido seleccionado para encender la antorcha de los Juegos Centrocaribeños de La Habana.

Por sus hazañas resultó elegido entre los 100 mejores deportistas cubanos del Siglo XX, y además,exaltado al Salón de la Fama de la Confederación Centroamericana y del Caribe de Atletismo.

Estamos a pocos meses de celebrarse los Juegos de Barranquilla y se ve muy difícil que Cuba pueda barrer en las pruebas de velocidad como ocurría en los tiempos de Fortún.