Atletas cubanos venden medallas olímpicas para sobrevivir

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Por Mayli Estévez (El Toque)

HAVANA TIMES – Hace algunos años, Cuba era una fábrica de medallas y títulos deportivos en competencias internacionales. Luego de cada victoria, los periodistas preguntaban al deportista: ¿Y a quién le dedica usted esta medalla?

Siempre la misma pregunta, repetida hasta el cansancio.

Tanto el atleta como el espectador se sabían la respuesta de memoria: “Al comandante en jefe”. La familia quedaba relegada a un segundo plano porque había que balbucear aquella frase aprendida de memoria, que les repetían desde los Juegos Escolares.

La pregunta y la respuesta eran la introducción y el final de todos los eventos. Si por alguna casualidad el atleta olvidaba a quién le dedicaba la medalla, el reportero de turno hacía lo suyo e insistía hasta escuchar el nombre y el cargo militar.

Aunque ahora el número de medallas es escaso, todavía se escucha alguna dedicatoria, casi con desdén, “al presidente”, como quien piensa: “Déjame decirlo antes de que se me olvide”.

Los que antes le dedicaban la medalla al “Comandante”, ahora buscan, desesperadamente, quién les compre en dólares esa misma medalla.

Esta semana acaparó la atención en redes sociales una historia del doble campeón olímpico de Sídney 2000 y Atenas 2004, el pugilista Mario Kindelán. El monarca olímpico contó que había salido, por gestiones personales, para Baréin a inicios de 2023, en busca de mejoras económicas para él y su familia.

“Apenas salí de Cuba, el Inder me retiró los 7 400 mugrosos pesos de mis medallas de oro olímpicas. Tal parece que dejé de ser dos veces campeón olímpico (…). Parece que los directivos cubanos querían que Mario Kindelán muriera debajo de un puente en la calle, sin posibilidad alguna de vivir como un ser humano”, relató a la periodista Julita Osendi en abril pasado.

Kindelán también criticó a las autoridades cubanas, porque “los que están al mando, el jefe de Estado, el segundo de a bordo no tienen ni idea o les da igual lo que pasa con el deporte”.

Hace unos días, su rival de Atenas 2004, el británico Amir Khan, contó al medio TalkSport que Kindelán intentó venderle en 5 000 dólares aquella medalla de oro. Khan se opuso y le regaló el dinero, pidiéndole de paso que nunca vendiera la presea.

“Me dolió cuando me decía que no tenía dinero, así que le di algo de efectivo. Luego dijo: “¿Quieres comprar mi medalla de oro?”. Al principio pensé que estaba bromeando, pero él dijo: “Realmente quiero venderte mi medalla de oro para poder construirle una casa a mi madre, la familia es muy pobre y quiero construirle una casa”“, contó Khan.

Mario Kindelan (izq) y Amir Khan, rivales en Atenas 2004.

Lamentablemente Kindelán no es el único cubano que ha puesto a la venta una medalla olímpica, ni será el último atleta en hacerlo.

Hace unos meses, la presea de oro que ganó el boxeador cubano Roniel Iglesias en los Olímpicos de Tokio 2020 se convirtió en el artículo más caro de una subasta.

La medalla fue ofrecida por la casa RR Auction, de Boston, en Estados Unidos, que estimó su valor en al menos 50 000 dólares. Sin embargo, el comprador pagó 83 000 dólares por ella. Lo que se desconoce fue si el propio Iglesias puso la medalla en subasta o si la había vendido con anterioridad.

Ese mismo día, la presea de plata del púgil Carlos Banteux obtenida en los Juegos de Beijing 2008, en la división de los 69 kilogramos, también fue vendida, pero en 25 000 dólares. El décimo de los objetos olímpicos con mejor precio en esa subasta.

RR Auction ha subastado también las medallas de oro del saltador Iván Pedroso y del tirador Leuris Pupo, ambos cubanos. La de Pupo, lograda en Londres 2012, se vendió en 73 205 dólares, y la de Pedroso, en Sídney 2000, alcanzó los 71 335 dólares.

Además, se subastaron las medallas de plata de los luchadores Yasmany Lugo y Juan Luis Marén. La de Marén, que tiene tres medallas olímpicas en su haber, se cotizó en 11 251 dólares, al ocupar el noveno lugar entre los objetos más caros. La de Lugo no se vendió.

En 2016, la discóbola cubana Yarelis Barrios fue requerida por dopaje, tras ganar la medalla de plata en los Olímpicos de Beijing. El Comité Olímpico Internacional (COI) le solicitó la devolución de la presea. Barrios contestó que no la tenía, que la había vendido por Internet.

La deportista declaró que no poseía la medalla porque la puso a la venta en el sitio web eBay y la compró un usuario por 11 600 dólares. La misma empresa verificó luego que la transacción se realizó y que la medalla de plata de Barrios cambió de dueño por ese monto.

El listado pica y se extiende. Los casos mencionados han sido los más visibles y viralizados, pero otros quizá intercambiaron sus preseas por alimentos o moneda nacional para frenar la miseria que se vive en Cuba unos días, unos meses. 

Estos son tiempos de otra pregunta: ¿A quién le vendo esta medalla?

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