Así se vive bajo la nueva “normalidad” en Nicaragua
Seis nicaragüenses relatan qué esconde la apariencia de normalidad en Nicaragua y cómo viven, “callados”, bajo la represión y la vigilancia política
HAVANA TIMES – Cristina, Sofía, Mariana, Fátima, Francisca y Pablo comparten un sentimiento: el miedo. Han tenido que aprender a callar y seleccionar qué publican (o no) en sus redes sociales, porque quieren o necesitan permanecer en Nicaragua, pese a la vigilancia política permanente de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Para Cristina y Francisca los espías pueden ser sus vecinos, para Sofía sus clientes, para Mariana los compañeros de la universidad, para Pablo sus colegas en el trabajo y para Fátima puede ser cualquiera en la calle.
Los seis nicaragüenses coinciden en que detrás de la apariencia de normalidad que se vive en Nicaragua, seis años después de la Rebelión de Abril de 2018, cualquiera puede estar vigilándolos y en el país ha incrementado la autocensura para evitar ser la siguiente víctima de la represión.
CONFIDENCIAL conversó con estos seis nicaragüenses sobre cómo es su vida actual y qué han tenido que hacer para sobrevivir y resistir en Nicaragua, donde la dictadura persigue a cualquier ciudadano considerado opositor, o simplemente disidente, donde cualquiera que actúe o no comulgue con la dictadura puede terminar como preso político con delitos fabricados en un juicio sin derecho a la defensa, ser desterrado o resignarse al exilio.
“En mi barrio me han gritado amenazas de cárcel”
Cristina, ama de casa de Carazo. Hasta 2018 se consideraba simpatizante sandinista. Tiene dos hijos: Uno en Nicaragua y otro en Costa Rica
“He tenido que callarme para proteger a mi familia”
Sofía, emprendedora de Masaya. Tiene una tienda de ropa que atiende junto a su hija. Además, vende comida algunos fines de semana
“Me negaron matricularme en la Universidad Casimiro Sotelo”
Mariana era estudiante de Psicología de la UCA. Intentó culminar sus estudios en la «nueva» Universidad Casimiro Sotelo, pero le negaron la matrícula
“No hablo de política con nadie, ni siquiera con mi familia”
Francisca era periodista, pero desde 2018 decidió no volver a serlo por su seguridad. La mayoría de sus amigos y muchos familiares se fueron del país
“Han invisibilizado a nuestros presos políticos y a su familia”
Fátima es hermana de un preso político. Sufre asedio y maltrato policial cuando lo visita. Asegura que la gente no le habla por temor a represalias
“La gente cree que todos los trabajadores públicos somos fanáticos de la dictadura”
Pablo es médico en un hospital de Granada y lamenta la vigilancia de la dictadura. Por eso muchos de sus compañeros han renunciado