¿Error humano o violencia premeditada?
Por Javier Herrera
HAVANA TIMES – En estos días es noticia el hundimiento de una lancha en las cercanías de Bahía Honda, al norte de la provincia de Artemisa, Cuba. Según el Ministerio del Interior Cubano (MININT) una lancha proveniente de los Estados Unidos que transportaba a varios cubanos con la intención de viajar a dicho país de manera irregular sufrió un accidente y se volcó, provocando la muerte de cinco personas. Según la misma nota fueron rescatados 23 presuntos migrantes. En palabras del MINNT, el culpable del siniestro es el vecino del norte y la Ley de ajuste Cubano, que estimula la emigración ilegal.
Para ponernos en contexto es importante reconocer que en estos momentos Cuba sufre una crisis migratoria sin precedentes, que ya supera la crisis del Mariel en 1980 y la de los balseros en 1994, juntas. El gobierno de la Habana puede repetir hasta el cansancio que los Estados Unidos son los responsables de la migración desordenada y riesgosa que emprenden los cubanos.
Sin embargo, yo, desde el conocimiento de causa y el vivir en la realidad de la isla, puedo asegurar que el verdadero culpable de la tragedia migratoria es el mismo gobierno cubano, que con su desastrosa práctica económica condena al pueblo a la miseria y a la desesperanza. Si a la miseria generalizada se le suma una fuerte represión contra cualquier voz disidente o que simplemente critique las políticas oficiales, tenemos la receta perfecta para provocar la estampida masiva.
Este artículo no pretende exponer o analizar las causas y consecuencias de la migración de la población cubana, sino más bien aportar un poco de luz a entender por qué tanta violencia.
Para entender si fue un accidente o un acto deliberado es preciso remontarse a varios antecedentes existentes de actos similares acaecidos durante el gobierno revolucionario. Gobierno que por cierto capitaliza la violencia como propiedad exclusiva, al no existir armas entre la población. También es de destacar que el gobierno cubano, así como todas las instituciones nacionales, tienen un esquema de mando totalmente vertical, donde se decide desde qué se va a vender en los mercados y a qué precio, hasta cómo y cuándo cambiar una legislación, sin contar con la opinión pública en las altas instancias. Entender estas condiciones en las cuales se da la tragedia me hace pensar que solo existen dos posibles causas: o fue un fatal accidente, o fue un gesto de violencia y castigo deliberado ordenado desde las más altas instancias del gobierno o del mando militar.
Como precedente podemos analizar el evento conocido como La masacre de los chinos en Barlovento. En el año 1962 eran comunes en Cuba las salidas ilegales por mar de personas huyendo de la ideología comunista o de la justicia revolucionaria, que tenía más de revolucionaria que de justicia. El 15 de enero de 1962, un grupo de 29 personas intentaba abandonar el territorio nacional a bordo del yate “Pretexto”, estacionado en el puerto deportivo de la Mariana de Barlovento, actual Marina Heminway. La seguridad del estado tuvo noticia de la escapada y tomó medidas drásticas y letales, por órdenes de Fidel Castro según dicen.
Cuando la embarcación intentaba salir a mar abierto por el canal principal de dicha marina chocó sorpresivamente con una fuerte cadena que había sido interpuesta en el mismo. A la par del choque una embarcación de la marina de guerra abrió fuego con ametralladoras calibre 30, dejando un saldo de cinco muertos y múltiples heridos. Los 24 sobrevivientes fueron condenados a penas de 20 años en juicio sumario por un tribunal revolucionario. Los participantes en el operativo de captura y ametrallamiento jamás fueron juzgados y continuaron en sus puestos.
Treinta y dos años después la tragedia se volvería a ensañar con migrantes irregulares cubanos durante el hundimiento del remolcador 13 de Marzo, en las afueras de la bahía de La Habana. El 13 de julio de 1994 el viejo remolcador intentaba abandonar el territorio nacional cubano con 72 personas a bordo. A siete millas de la bahía la embarcación fue interceptada por cuatro embarcaciones afines al gobierno, los que lo atacaron con mangueras de agua a presión y lo embistieron. La embarcación terminó naufragando y en el incidente murieron 41 personas, diez de ellos menores de edad. Es de señalar que según testimonios de las victimas, aun en el agua les continuaban disparando con cañones de agua y se les negaba ayuda. El crimen fue escondido por el gobierno hasta el cinco de agosto, cuando el mismo Fidel Castro lo hizo público, elogiando la actuación de los involucrados por la parte fiel a régimen. Una vez más los culpables nunca fueron enjuiciados y ni siquiera indagados por su actuar, aun cuando la ley cubana contempla la figura delictiva de Imprudencia Criminal y es firmante de acuerdos internacionales acerca de la seguridad naval.
Ahora, el sábado 29 de octubre del 2022, una embarcación de procedencia norteamericana intentaba abandonar el país con cerca de 30 personas a bordo. Mientras la embarcación intentaba ganar el mar abierto con su carga humana fue interceptada por dos unidades de los medios navales de las tropas guarda fronteras. Luego de inutilizar los motores fuera de borda por medios mecánicos y cuando ya estaban al pairo y fáciles de contener, una de dichas embarcaciones embistió por el lateral a la lancha que huía provocando que se partiera por la mitad, lo que ocasionó la muerte de siete personas, una de ellas menor de edad (una niña de solo dos años). Según testimonios de algunos sobrevivientes solo accedieron a ofrecer medios de salvamento luego de mucho rogar los náufragos.
Ejemplos podrían ponerse muchos más si se investiga un poco la historia cubana reciente: la masacre de Rio Canimar, los sacos de arena que según cuentan le lanzaban desde helicópteros militares a las balsas que huían, el fusilamiento de tres jóvenes en el 2003 que intentaron desviar una lancha de la bahía de la Habana rumbo norte.
De momento, por razones de espacio, me limito a solo estos dos ejemplos. Me resulta difícil, por no decir imposible, creer que sean simples accidentes acaecidos durante una operación de detención y captura naval. También me es difícil creer que el actuar criminal sea una decisión emanada de los tripulantes de las lanchas interceptoras o de sus mandos presentes. Para llegar a estas conclusiones me basta con ver la implicación del Presidente de Cuba en su momento y la protección a los responsables de dichas tragedias.
Después de ver estos hechos y manera de actuar solo puedo pensar que son crímenes de estado cometidos conscientemente. Son el uso de la violencia premeditada con fines políticos contra civiles que su único crimen es huir de la desesperanza.
¿Accidente? No, crimen.