Los estadounidenses en el extranjero y el viaje de Obama hacia el sur

Graham Sowa

Foto: Caridad

Soy un estadounidense que ha vivido la mayor parte de los últimos tres años fuera de mi país. Algo que está relacionado con el hecho de ser un norteño en el extranjero, es que probablemente estamos en mejores condiciones económicas que las personas a nuestro alrededor.

Seguramente podemos hablar de nuestra pobreza, y que puede ser una verdad cuando estamos en casa, pero esto puede ser una contradicción con vista a lo obvio.

El uso prolífico que hacemos de nuevos equipos electrónicos y de varios productos Apple hace que esta pobreza sea algo difícil de creer. En la Escuela Latinoamericana de Medicina esto es así, más o menos cierto, con algunas excepciones, claro.

No creo que esta experiencia le ocurra únicamente a los ciudadanos norteamericanos que viven en el exterior. Esto debe afectar, también, a nuestros líderes. Estoy pensando específicamente en el presidente Barack Obama y en su viaje, esta semana, a Brasil, Chile y El Salvador.

En el pasado, la política exterior de los Estados Unidos en la región era decir lo que nosotros necesitábamos y Latinoamérica tenía que pedirnos los términos económicos preferenciales. Por supuesto que no estábamos propenso para satisfacer estos pedidos a menos que estuviera en el poder un gobierno “democrático”, pero me salgo del tema.

Quizás sea el momento, en estos años de crisis financiera, de que reconozcamos que nuestra gran cantidad de bienes, por favor no piensen en la deuda interna, puedan no seguir la dinámica que los negocios norteamericanos desean.

La prensa se ha referido al viaje de Obama como un pedido a restablecer los lazos con los países latinoamericanos, usando los términos de comercios positivos e incremento de empleos para los Estados Unidos.

Países que alguna vez estuvieron en la periferia del éxito económico del continente Americano han trabajado alrededor de nosotros y parece que ahora nos hemos quedado tratando de descubrir la forma en que debemos proceder.

Me refiero a esto porque muy raramente nuestro Jefe de Estado viaja al extranjero sin algún importante acuerdo de comercio y tratados para firmar durante su llegada.  En realidad el presidente Obama no tendrá nada de esto en mano cuando sea recibido por los presidentes Rousseff, Piñera y Funes.

Incluso a mis cortos 25 años puedo recordar cuando nuestro éxito no era un camino inseguro, pero más seguro era mucho antes de que la Fuerza Aérea Numero Uno trazara planes de viajes al sur. Nuestros presidentes visitaban estos países con trabajos preliminares escritos y bien preparados, listos para ser fotografiados con la sonrisa en los labios, dándose la mano y en medio de triviales conferencias de prensa.

El presidente Obama visita, ahora, naciones que tienen mayor índice de crecimiento que su propio país. La economía del Salvador crecerá el próximo año en un 5% aproximadamente, Brasil comercia más con China que con Estados Unidos, y Chile siguió su camino de crecimiento a pesar de los devastadores terremotos y tsunamis que lo afectaron.

El resto del mundo no parece muy diferente desde donde estoy.

Cuando viví en Botswana vi una Sudáfrica prácticamente desprovista de productos y de instituciones provenientes de los Estados Unidos. Los  programas de desinversión durante el apartheid en Sudáfrica (cuyo retraso, por cierto, fue moralmente repugnante) y el fracaso a realizar esas inversiones en otros países africanos creó una región económica cuyos recursos naturales son explotados por China y Europa, mientras Sudáfrica se expande ampliamente en el continente como vendedor de bienes y servicios.

Esta situación no cambiará muy pronto, porque incluso hasta los bancos estadounidenses están, en gran medida, ausentes de esto, al igual que la mayoría de los prestamistas y consumidores del mundo.

Y entonces ahí está Cuba.

A algunas personas en mi país se les hace la boca agua cuando hablan de una Cuba sin socialismo y lo que podrían hacer aquí con una economía de mercado, y el dinero que podrían ganar y ser llevado de vuelta a los Estados Unidos. Pero por el contrario, dudo que los cubanos se expongan a los inteligentes maestros del capitalismo sin importar los cambios que puedan llegar a la Isla.

Parece que los estadounidenses que vivimos en el extranjero y nuestras proyecciones de los bienes materiales, pueden ser la penúltima parte de lo que fue nuestra curiosa habilidad de establecer términos y dictar políticas económicas a nuestros vecinos.

Y mientras encendemos ese último aparato tendremos que acostumbrarnos a mirar la pantalla y leer sobre nuestros líderes, sombreros en mano, sentados frente a una mesa de humildes comidas extranjeras.

 

Graham

Graham Sowa: He vivido en Cuba durante tres años. Me gustaría achacar la pérdida de cabello, que se ve claramente en esta foto actual, a los rigores de la vida aquí y a la escuela de medicina, pero probablemente se deba a cuestiones genéticas. Las amistades más fuertes que he hecho durante mi estancia en Cuba han sido con otros autores de este sitio web. La fuerza de esas amistades casi ha restaurado mi fe de que el mundo en la red puede traer cambios tanto fuera de esta como en la vida real. Me he ajustado a utilizar Internet una o dos horas al mes. Mientras tanto he redescubierto cosas tales como pasar páginas de libros, escribir cosas a mano alzada, y tener que admitir que no sé algo en vez de buscar rápidamente la respuesta en Google mientras el profesor no está mirando.

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