¿La Oposición leal cubana?

Haroldo Dilla Alfonso*

Foto: Julie Webb-Pullman

HAVANA TIMES — Un indicador de cómo se mueven las cosas en Cuba es la manera como algunos intelectuales han comenzado acariciar la idea de la oposición leal.

El concepto ha merodeado con alguna insistencia el espectro de los intelectuales críticos sistémicos. Es decir aquellos intelectuales que adoptan posiciones críticas frente a aspectos relevantes del funcionamiento del sistema, pero entienden que es dentro de él —y con su clase política— como podrán conseguirse los cambios que consideran imprescindibles para alcanzar los objetivos de una sociedad mejor.

Son los partidarios de una “transición ordenada”, una fórmula bien intencionada pero equívoca que en ocasiones puede llevar a tanto orden que la transición casi luce como argumento para gringos incautos.

Creo que la primera vez que leí sobre la conveniencia de una oposición leal en Cuban (al menos en la actual coyuntura) fue en un texto de Espacio Laical, la institución contemporánea que, dentro del sistema, ha llevado más lejos las propuestas de cambios políticos.

Estaba firmado por Lenier González (un analista fino, para quien la creación de un régimen bipartidista de oposición leal hubiera constituido un primer paso —ya definitivamente desaprovechado según el autor— para la creación de un sistema pluralista).

Foto: Orlando Luis Pardo

Desde ahí el concepto ha continuado revoloteando con menos éxito en las plumas de otros analistas menos ilustrados hasta que el director de la Revista Temas, Rafael Hernández –un hombre locuaz y con buena prensa- lo volvió a blandir en una malhadada entrevista y de la que cito un párrafo:

“A fin de cuentas, el 80 % de los problemas de que habla esa disidencia antisocialista son analizados y discutidos en Cuba de manera pública, por mayorías —y minorías— que no comparten ni las soluciones ni el estilo político de aquella; y que en muchos casos, asumen el papel de una oposición leal, dentro de las propias filas de la revolución, en espacios que es necesario seguir democratizando entre todos, como parte central del nuevo modelo socialista”.

El párrafo no permite muchas precisiones. Al final Hernández no nos dice cual es el 80 % que todo el mundo discute y cuál es el 20 % que solo discute la oposición, y si ese 20 % es o no relevante.

Tampoco sabemos cuál es el estilo político de la oposición que “mayorías y minorías” no comparten, pues en esa oposición abundan proyectos y estilos diferentes.

No podemos imaginar la propia posición del director de Temas cuando habla de “las filas de la revolución” y del “nuevo modelo socialista”, dos términos confusos que han servido por igual para castigar rebeldes que para seducir incautos.

Y finalmente no queda claro quienes estamos incluidos y quienes excluidos de la esperanzadora categoría “todos”, supuesta, según Rafael Hernandez, a democratizar la Isla.

Foto: Gregory Israelstam

Pero el párrafo nos sirve para apreciar hasta que punto los “críticos sistémicos” —siempre encerrados en la dilogía trágica del ser y del deber ser— pueden efectivamente ofrecer ideas innovadoras en muchos temas, a excepción de los que atañen a la política en sentido estricto. O, si se quiere retomar el hilo del párrafo citado, a ese 20 % de los temas que los opositores tratan y maltratan en sus aislamientos y precariedades pero también en sus sobradas valentías.

En este punto me detengo en algunas precisiones elementales. Ante todo, vale la pena recordar que oposición leal no es oposición estólida. Es una oposición que acepta las reglas de la constitución del poder que detenta su contendiente; pero una oposición que no se limita a amortiguar los desbalances de los titulares y a adornar sus gestiones.

Es una oposición que aspira al poder y por consiguiente a desplazar al gobierno establecido. Y ya en el poder, puede aspirar a realizar cambios sustanciales al sistema, siempre que lo hagan según las normas y procedimientos reconocidos como legítimos.

Eso, y no otra cosa, es oposición leal. Imaginar —desde esta óptica— que exista en Cuba una oposición leal es un desatino monumental. Los intelectuales como Rafael Hernández llaman oposición leal a otra cosa, a una suerte de ejercicio de consultas sobre detalles y de tolerancia de algunas críticas.

Sería más bien un acompañamiento leal y para esa función ya los dirigentes cubanos designaron a la alta jerarquía católica: tan nacionalista conservadora como ellos y que nunca le va a disputar el poder político. Creer que esa función sería llenada por los contertulios de los Últimos Jueves de Temas es un desenfreno de goce onanista.

Foto: Orlando Luis Pardo

No creo que el sistema político cubano avance hacia la formación de una oposición leal como la imaginaba Lenier González.

Sin presiones externas considerables y con una élite básicamente unificada bajo la hegemonía del estamento tecnocrático/militar, el sistema se podría orientar hacia otras formas de estructuración, como una suerte de corporativismo autoritario y monocéntrico al estilo chino.

Pero permitiendo mayores espacios de libertades tuteladas para la franja crítica sistémica, tal y como hicieron los priistas en su etapa postrevolucionaria.

Obviamente hablo aquí solo de tendencias. Por diversas razones pueden incrementarse las contradicciones intra-élites y las insatisfacciones sociales (si los mecanismos de cooptación funcionaran con déficits mayores).

Todo ello puede conducir a clivajes políticos que finalmente provoquen una transición hacia un sistema democrático cuyos signos políticos específicos dependerán de las correlaciones de poder, los pactos, las rupturas y esos muchos sortilegios de la política que no se resuelven con fórmulas sencillas. Como esta bagatela de una oposición consentida y consentidora.
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(*) Publicado originalmente por Cubaencuentro.com.

11 thoughts on “¿La Oposición leal cubana?

  • Harold,

    ¿A qué tiene que ser leal la oposición?

    Esa es la clave:

    ¿Al gobierno, a la revolución, a la constitución? … o ¿a Cuba?

    Supongo que la respuesta es que la oposición debe de ser leal a Cuba … por tanto debe ser desleal a un gobierno, a una revolución y a una constitución ilegítima que consagra la falta de libertades de Cuba.

    Has leído bien, Harold. La constitución cubana no es legítima porque antes de su votación por referendo no hubo una discusión amplia entre todas las fuerzas políticas cubanas en un ambiente de libertad de expresión, donde todos tuviesen medios de comunicación a su alcance.

  • Estimado Dilla Alfonso, sus artículos son siempre acertados.
    Gracias.

  • Estimado Haroldo, seria bueno y especialmente en esta época hiperconectada de internet ofrecer las referencias originales que hace el articulo.

  • Ja ja ja…bueno si, a esa jugarreta traidora y conciliadora, …se le puede llamar “oposición leal”…Dios santo, lenguaje más castrista que este habría que encargarlo directamente al Consejo de Estado…injerencia yanqui y de la unión europea , ja ja ja…que puede ser dicho, con más castrismo que eso…bueno, de verdad en Cuba creen, que EE.UU. tiene interés real en Cuba, una isla que hoy que no tiene nada más que ofertar que pobreza y mendigos jeremiquiantes? Vaya, por Dios, qué visión del futuro tienen los americanos… si que los despreciamos, …ja ja ja…¿De verdad cree que nos hará creer que el “gobierno” castrista está dispuesto a dialogar, a sentarse con la disidencia para cambiar lo que han hecho esos dos malditos en ese país? Bueno de que clase de ingenuidad, o infantilismo, padecemos allá…??? Acaso no saben, Cuba ya no es la Perla de las Antillas, Cuba es la pocilga de las Antillas. Invertir energías en ella con los tiranos en el poder es perder invariablemente. Como mismo acaban de perder otros ilusos, buscando petróleo en terreno baldío. Hay más leche en la teta de una vaca muerta que petróleo en la isla. De verdad, que somos autosuficientes, ni siquiera turismo podemos ofertar…a lo sumo algo de sexo barato, ja ja ja…cuanta arrogancia la nuestra, y desvario, …ciertamente, esos hermanos, nos han dañado el cerebro. Pr mi parte, han sido los Castro los que han destruido la nación, el país. Con ellos no puede haber reconciliación ninguna hasta que no sean llevados a la justicia, por la enorme cantidad de vidas que se han perdido por su culpa y por la destrucción de una nación, una nacionalidad y un país.

  • Hola Julio, como estas? las referencias estan en el articulo original en CE. Las dos que se mencionan,, abrazos

  • Yo no sé por qué hay que darle tantas vueltas a una idea simple, que Cuba necesita un partido pro-yanki, que le abra las puertas a la inversión norteamericana, ponga a los cubanos a trabajar en fábricas de ropa por 25 centavos la hora y le entregue la puerta de la casa de gobierno al embajador de los Estados Unidos, el papel correspondiente a un país “que no tiene nada más que ofertar que pobreza y mendigos jeremiquiantes”, como dice el comentarista anterior. No creo, sin embargo, que les sea muy fácil conseguirlo, ni a los proponentes ni a los beneficiados. El pueblo de Cuba no hizo una Revolución por gusto, algo que ustedes parecen olvidar repetidamente.

  • Haroldo:

    “Sin presiones externas considerables y con una élite básicamente unificada bajo la hegemonía del estamento tecnocrático/militar, el sistema se podría orientar hacia otras formas de estructuración, como una suerte de corporativismo autoritario y monocéntrico al estilo chino”.

    Ya que traes a colación el sistema chino, me gustaría mencionar un aspecto que apenas sale a relucir en los medios informativos. Y es que, junto al Partido Comunista, China reconoce a ocho partidos denominados “democráticos”, los cuales fungen como asesores políticos del Gobierno dentro de la Conferencia Consultiva. Esta actúa como una especie de cámara baja del Congreso. Todas las decisiones de peso del Gobierno pasan por este órgano.

    Si bien es cierto que bajo el maoísmo, en especial en los años de la Revolución Cultural, estos partidos quedaron relegados a la oscuridad – como quedó la propia Constitución, y de hecho todo lo que oliera a legalidad-, no lo es menos que estas formaciones minoritarias están adquiriendo cada vez más peso en la sociedad china, según avanza lo que ellos consideran su “reforma política”, la cual insisten en aplicar según sus propios términos.

    Muestra de ello es que en 2007, en inusitado acontecimiento, el Gobierno incluyó en su Gabinete a dos personalidades de dichos partidos, designándolos como ministros de Salud y de Ciencia y Tecnología.

    Visto desde la óptica occidental esto puede no ser mucho del otro jueves, pero para quien esté al tanto de cómo se mueve la política por estos lares, aquí se identifica el fermento de algo importante.

    Como no creo, ni apuesto, por tabula rasa en el actual entramado político cubano – pero sí percibo un avance hacia algo cualitativamente diferente -, me decanto por algo similar a lo que acabo de exponer. Desde los años de la Perestroika, se barruntaba algo al respecto. Hoy parece inminente el salto. Ojalá.

  • Yo sé que no me lees, pero “por si”…¿no tienes una propuesta un poquitín más constructiva que cortales las cabezas a los Castro? ¿Estás seguro que con eliminar a dos hombres se resuelve todo el problema cubano?…piensa, piensa un poquito…

  • Francisco, planteas un dilema falso. Como si las únicas alternativas para Cuba fuesen el gobierno castrista por un lado y un gobierno pro-yanqui por otro lado.

    Por suerte este mundo en casi todo nos ofrece multitud de opciones … por ejemplo un gobierno cubano que defienda la independencia de Cuba y también los derechos y las libertades de los cubanos.

    Porque si de independencia se trata, el gobierno castrista jamás garantizó una Cuba independiente. Primero dependió de la Unión Soviética y ahora de Venezuela.

  • Gabriel, …Francisco, es el típico sofista, justificador del régimen, y lo digo con respeto,… como bien dices, hay miles de opciones, pero para ellos, solo hay de dos, o anexionismo, o la actual esclavitud…¡que pobre!, pero que pobre siguen siendo los defensores del régimen…

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