Jovenes en la Feria del Libro

Fotoreportaje por Irina Echarry

HAVANA TIMES, 29 feb — “Me dijo que era muy bueno que la gente se reuniera así por algo de la cultura. Que en Estados Unidos solo se reúnen para el béisbol o para fiestar. Luego me llamó aparte y me dijo con tremendo misterio: no te vayas nunca de Cuba porque este es un país bello. Y me bajó una trova política. ¡tremenda muela bizca!”

Así hablaba en la Cabaña una muchacha sobre su conversación con algún extranjero. Cualquiera hubiera creído que ella no había entendido nada de las palabras que repetía, pero enseguida pensamos que también el extranjero se lleva una visión apasionada del asunto.

No es que sea falsa, pero está muy parcializada. Perecida a las noticias del Noticiero Nacional de Televisión, solo faltaron las cifras.

Para saber que la Feria del Libro es mucho más que cifras de visitantes o de presentaciones de libros hay que entrar a La Cabaña un fin de semana, caminar bajo el sol ardiente, esperar pacientemente el turno para entrar a alguna librería, observar a la gente con sombrillas o gorras para cubrirse, escuchar sus quejas, intentar comer algo en una de las infinitas colas, y luego batallar con el transporte público para regresar a casa.

No basta una mirada romántica del asunto.

Los varios puntos de venta de alimentos atraen a muchos. “Hay más cola pa’l pan que pa’ los libros,” dice un hombre sorprendido por la cola para el pan con lechón. Mientras,  una muchacha se pregunta “¿la gente viene aquí a comer o a leer?.” 

Estas expresiones no son exageradas, las colas para todo se vuelven interminables. La avalancha de niños/as, adolescentes y jóvenes, algunos con sus respectivas familias, hacen que la visita a la Cabaña los fines de semana durante la feria se vuelva algo irreal.

Apenas se puede caminar entre tantas personas, los gritos de alegría o regaño (estos últimos por parte de madres y padres) aturden a cualquiera que tenga más de 35 años.

Sin embargo, a pesar de tanta gente, las salas de presentaciones de libros están poco concurridas. Pocas personas conversan con un/una autor/a, al menos da la impresión de que eso no interesa.

Y aunque la librería en moneda nacional sigue teniendo largas y agotadoras colas, la gente sale con muy pocos libros comprados, quién sabe si por el precio (que ha aumentado) o porque entran para ver qué hay, pero no encuentran cosas de su agrado.

Un gran por ciento de las/los adolescentes y jóvenes que visitan la Feria del Libro no lo hacen motivados por la lectura, sino por socializar.

La Cabaña se convierte en un punto de encuentro donde reír, conversar, estar juntos/as, enseñar los nuevos trapos y ¿por qué no? comprar algún libro o revista que les cuadre.

Es común ver los grupos sentados bajo una minúscula sombra o simplemente al sol, haciendo cuentos, alardeando, burlándose de los/as otros/as, comiendo chucherías o bebiendo alcohol, viviendo el momento.

Y eso está muy bien, pero demuestra que el hecho de asistir a la Feria del Libro no implica mucho en cuanto a “enriquecernos culturalmente” como quieren hacer ver en las noticias sobre el evento con cifras “que hablan por sí solas.”

Quizá pudiera hacerse algo más con los/as jóvenes, ya que están ahí ávidos de experiencias nuevas.

Sería un buen momento para mostrarles la otra parte del mundo que se están perdiendo (que casi todos/as nos perdemos a esas edades) y que algunos/as de sus contemporáneos/as sí están intentando conocer.

Esa parte mágica que se vive junto a los personajes de una historia bien contada, que nos permite disfrutar paisajes nunca vistos, personas que no conocemos y culturas muy diferentes de la nuestra.

Habría que hacer algo que estimule realmente la lectura, aunque no sea tan masivo, pero que despierte un interés real hacia los libros. Imagino que entonces no habrá quien diga a la entrada de la Cabaña: “ño, tremenda cola pa’ entrar a esa mierda.”
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Nota: La Feria Internacional del Libro concluyó su fase en la capital el 19 de febrero pero continúa en las principales ciudades del país.  Terminará el 4 de marzo en Santiago de Cuba.

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5 thoughts on “Jovenes en la Feria del Libro

  • “No es que sea falsa, pero está muy parcializada. Perecida a las noticias del Noticiero Nacional de Televisión, solo faltaron las cifras.”

    Pues tu percepción también me parece un tanto parcializada, no sé cuánto tiempo has vivido fuera de Cuba, entonces andas en las mismas que el fuereño que siente que la Isla es el edén porque fue a la playa, se bronceó, tomó la brisa en el malecón, se emborrachó con un mojito, bailó timba, tomó fotos de turista y chuleó el bolsillo. La belleza que los extranjeros ven en Cuba dista mucho de la real, no la logran distinguir, asumen que es la que turísticamente se ha estereotipado, la que se vende fácil y con la misma facilidad se puede encontrar en Jamaica y Dominicana. Esa belleza no es la propia de la Isla, la real es la que se distingue luego de vivir ahí mismo en las entrañas de la carencia y en la alegría, a pesar de los pesares, del día a día en las calles, si no es luchándola al menos viviendo tan de cerca quienes sí lo hacen y entendiendo que aún con las desavenencias, con el estado de cosas, es su tierra, es su patria y ese terrible discurso hiere cuando se está lejos. El cubano reconoce la belleza de su país cuando ya no lo tiene, cuando tantos años fuera lo han llevado a olvidar el olor de las calles, la luz que estalla en la retina a pesar de que esté bajita y apenas se cuele desde el horizonte hacia calles dentro, el ruido en las calles producto de la parafernalia por darle actividad al día, el invento, el buscársela por dónde sea para cubrir las necesidades básicas, el lucharla un día sí y otro igual. Y también ese vínculo tan espontanea y desintarasadamente(las más de las veces) originado con los vecinos, con los colegas de la escuela, del trabajo. Y sí, es esa la belleza de la Cuba de la que recomiendan no irse nunca, pero es la misma belleza de todo país, de todo pueblo nuestro. Lo demás es un simple espejismo de los fuereños, más producto de la ignorancia que de una percepción clara.

    Y no, la feria del libro de Cuba nunca ha sido un evento culturaloide, es el mejor motivo para “desconectar”, para irse un ratito lejos, tan lejos de la Habana como atravesar el túnel y con eso ventilar un tanto el ánimo a veces corrompido por las condiciones del país; a veces resulta tan necesario mirar de lejos, con un mar de distancia-o una bahía tan solo- ese maremagnum donde cada día va la vida.

  • Cuando te refieres a grupos vino por ej. Jóvenes ,niños, adolecentes etcétera no es necesario definirlo en sexo (masculino/femenino) eso le quita poder a la lectura. En fin no pude seguir leyendo. Pero aqui en USA la gente se junta para cualquier ocasión ,la feria de libros el mercado campesino está super acá tienen comida cocida gratis entretenimiento para todas las edades,música en vivo y por supuesto venta de las cosechas y carnes

  • Yo, q soy escritora y vivo en cuba (Igual q Irina), creo q la Feria del Libro ya es cualquier cosa menos una feria de libro donde se supone q se interactúe con escritores y los libros. Hace mucho tiempo que se interactúa más con los pollos fritos, la cerveza y la venta de cualquier cosa más que con libros. Como fotógrafa cada vez me resulta mas dificil hacer fotos de personas leyendo. Si la feria tuviese otro nombre, como “escapemos de la ciudad”, como sugiere la lectura que hizo Mark, entonces esta bien, aunque con la cantidad de gente que camina como atontada en esa fecha es mejor escoger otra para subir a La Cabaña si el propósito es disfrutar de la tranquilidad. Es cierto que los jovenes cada vez miran menos los libros.
    Y al final siempre lo más importante son las estadísticas. La literatura no tiene nada que ver con eso.

  • Bueno, yo entiendo que haya un interés, por parte de algún sector de la población, en un evento donde el diálogo literario sea verdaderamente lo que se celebre, lo que se festeje, se aproveche y se disfrute, pero eso sucede cada vez en menos sitios y cada vez menos en las ferias libreras. En Buenos Aires, en Bogotá y en Guadalajara la cosa no va por ahí, más bien se torna en el escaparate de las editoriales, de los chulos que se autodenominan, o los denominan así los demás miembros de su propio clan, porque hasta eso no hay una sola cofradía intelectualoide, sino clanes, sectas. De pronto aparecen estos energúmenos que deben brotar para hacer la declaración rimbombante, y a veces no es sino una batea de babas, un rasgo del delirio provocado a veces por las horas de vuelo entre uno y otro evento, las escasísimas horas de actividad verdaderamente intelectual y la magnífica alimentación(a veces rayando en lo grosero), porque algo de lo que esas excelentísimas personas no pueden quejarse es del buen nivel de vida, de las muy buenas percepciones, a veces cobrando en más de dos instituciones oficiales, (a las que periódicamente “atacan”-rasgo del intelectual-) y a la vez en otras tantas privadas. En fin, a quien le interese conocer a estos personajes, de los que se salvan unos cuantos, muy pocos por su gran capacidad para generar ideas, mejor puede recurrir a su obra bajo otras rutas, incluídas el hurto de libros y el pirataje de las ediciones originales… digo, robar un pan para alimentarse, y sustraer un libro para nutrir la mollera son dos actos muy lejanos del delito.

  • leete el hombre posmoderno, de jose manuel sanchez, un escritor español, te vas a dar cuenta que tu feria de libro tu cine, tu encuentro de intelectuales no es mas que un pretexto para ir al centro comercial.

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