¿Qué nos pasa?

Por Irina Pino

HAVANA TIMES – La casa llega un momento en que nos agobia, las mismas actividades cíclicas, salir a buscar alimentos que no cumplen con su función porque son escasos y la mayoría de las veces de calidad dudosa. En el agro-mercado los plátanos no tienen sabor, es un gusto ácido, son madurados a la fuerza, Dios sabe con qué sustancia.

No voy a hablar del tema de los precios, porque la retórica ya está gastada, solo decir que no se sabe adónde iremos a parar, si no hay un freno y todo el mundo hace lo que le da la gana, pues no existe un tope de precios con los productos.

Y lo que sucede es que no hay oferta de parte del Estado. Por eso los particulares siguen haciendo de las suyas y todo anda de cabeza. Se imaginan: ahora comer un plato de frijoles negros con habichuela y un tamal es un verdadero lujo.

Un vecino me repite que van a venir cambios, que si los rusos harán inversiones en nuestra isla y la maltrecha economía florecerá. Pero, ¿cuándo? Estos cambios darán resultados a largo plazo, seguramente. ¿Alcanzaré a experimentarlos acaso cuando tenga 70 años de edad?

La inseguridad es como una mano oscura, hay que volverse mago para fabricar un paisaje diferente. Me digo, hoy voy a ir al cine para hacer algo diferente, así veo la calle, pero si apenas se puede caminar por las aceras, muchas con el cemento rugoso (esperando un terminado que nunca les hicieron), los innumerables huecos y los salideros de aguas albañales corriendo hacia las cunetas. Y para qué hablar de las montañas de basura, los tanques sin ruedas, acostados y propensos a sufrir mutilaciones.

El otro día me aventuré y fui al cine La Rampa. Llegué después de caminar bastantes cuadras bajo el fuerte sol de la tarde. Pasaban una película francesa de Catherine Deneuve que me interesaba.

Foto: radiorebelde.cu

Yo era la única persona, pero faltaban más de treinta minutos para que vendieran las entradas. La empleada me mira casi con lástima y me dice que con menos de cuatro personas no se abrirá la sala.

Estaba sin la esperanza de poder disfrutar del filme, cuando apareció un joven, y luego una pareja. Respiré aliviada, podríamos entrar. Por cierto, ya adentro de la sala, aumentó el número de espectadores, ahora éramos siete.

Pero apenas empezó la peli, me fue imposible concentrarme en lo que veía. Pues el muchacho no paraba de hablar dando criterios a diestra y siniestra.

Cuando salimos, se sinceró conmigo como si me conociera hace tiempo. Su conversación giró en torno a que se sentía muy aislado y triste. Comenzó a hablar de los amigos que habían abandonado el país, por diferentes vías, y que no sabía lo que pasaría con su vida en un futuro. Incluso me pidió consejo, si debía vender su apartamento para irse, o si era conveniente quedarse con la expectativa de un futuro incierto. Se notaba que lo que realmente necesitaba era comunicarse con alguien.

No supe responderle. Solo atiné a preguntarle su edad. El joven tiene treinta y tres años (la edad de Cristo). Espero que su inestabilidad emocional no lo lleve a cometer algo de lo que se pueda arrepentir más tarde.

Regresé caminando, igualmente, el sol apenas se escondía, el aire, más fresco. Cambié mi ruta para no seguir por donde había transitado. A ver si me daba otra perspectiva.

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Irina Pino

Irina Pino: Nací en medio de carencias, en aquellos años sesenta que marcaron tantas pautas en el mundo. Aunque vivo actualmente en Miramar, extraño el centro de la ciudad, con sus cines y teatros, y la atmósfera bohemia de la Habana Vieja, por donde suelo caminar a menudo. Escribir es lo esencial en mi vida, ya sea poesía, narrativa o artículos, una comunión de ideas que me identifica. Con mi familia y mis amigos, obtengo mi parte de felicidad.

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One thought on “¿Qué nos pasa?

  • Irina, al muchacho de 33 años podemos decirle que los milagros económicos no existen, y los rusos no lograrán ningún cambio significativo. La URSS enviaba productos a Cuba pero nunca envió la tecnología, mandaba autos, tractores, etc., pero jamás instaló una fábrica importante, además, su tecnología era muy atrasada. Ahora será lo mismo, enviarán latas de carne pero no tecnología que permita el desarrollo, que solo se logra con leyes adecuadas y talento nacional, el talento que ya se fue.

    Antes de la pandemia y el reordenamiento el salario era de aproximadamente 20 dólares, a 1×25 eran 400 pesos de salario. Ese era el poder económico del país, 20 dólares al mes. Con cambiar la moneda no se resuelve nada, eso no implica más producción, ahora el que gana 4000 pesos, con el cambio a 200, son los mismos 20 dólares. Eso sí, ahora todo es más caro porque la economía (principalmente el turismo) entró en crisis después del covid y el reordenamiento le puso el último clavo a la caja.

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