¿El elixir de los Dioses?
Por Paula Henríquez
HAVANA TIMES – Mi experiencia personal con las bebidas alcohólicas no ha sido buena. Desde pequeña he tenido que lidiar con ellas, por lo que crecí sintiendo odio por la maldita bebida que lo puede quitar todo, incluso lo más sagrado: la familia. Con el paso del tiempo mi sentimiento no ha cambiado, sino que ha mermado, casi por obligación.
El alcohol es una droga legal en la mayor parte del mundo, con la excepción de los estados islámicos. Son muchísimas las muertes al año por alcoholismo. No entiendo cómo sigue ganando adeptos aun sabiendo a lo que se exponen.
Tampoco entiendo que le dediquen eventos y campañas publicitarias. Aunque queda muy claro que es un negocio más que lucrativo. Ingerir alcohol es también una forma que utilizan muchos para enajenarse. Otros lo hacen para ver los problemas desde otra óptica. Hasta podría parecer una puerta trasera para escapar de una realidad dura e implacable.
No obstante, ni de lejos es la solución a los problemas, más bien todo lo contrario. Lo único que logran los que se refugian en ella es el rechazo social y la pérdida de la credibilidad. Y en casos más extremos, hasta de la dignidad.
Aun así, puedes ir cualquier día del año a cualquier tienda aquí, bajo las peores condiciones económicas y comerciales del país, y encontrarás anaqueles llenos de todo tipo de bebidas alcohólicas. Tequila, Whisky, Vodka, ron, licores, vinos… la lista es extensa.
La carnicería llena de neveras vacías, la perfumería casi tan surtida como la anterior y así en el resto del mercado. No ocurre lo mismo con la licorería, pues esta siempre está abarrotada de una variedad enorme de marcas importadas y producidas en el país. Por si fuera poco, los llamados kioscos, que no son más que pequeños puntos de venta alojados en los barrios, terminaron siendo prácticamente extensiones de estas licorerías.
No creo que mi odio desaparezca. La presencia del elixir se hace notar cada vez que salgo a buscar algo. Recordándome todo lo que me quitó cuando era niña.
No creo que soy la única
Estoy segura de que muchos se identifican con mi caso o conocen alguien que ha pasado por lo mismo.
Y yo me pregunto: ¿qué tiene de distinta esta droga del resto de las que tanto persiguen y sancionan? ¿Tradición? ¿Cultura? Justificaciones.
El alcohólico no tiene control sobre los límites de su consumo, que va en aumento a medida que desarrolla tolerancia. Si no se trata, puede llegar a convertirse en una enfermedad crónica, incurable, progresiva y mortal.
El alcohol es la vía más fácil para olvidar los problemas y el tedio. El alcoholismo fue tan grave en la Unión Soviética que la esperanza de vida de los hombres bajó a 56 años. Muchos morian congelados sentados en los parques. Las mujeres no se quedaban detrás.
Lo peor es cuando se estimula su consumo.