Un viaje familiar a la playa que terminó en el río

Playa Corinthia

HAVANA TIMES – Ir a la playa durante los meses de verano es ineludible cuando se tiene hijos. Si lo olvidas te lo acuerdan a diario. A los niños les encanta el mar, la arena, tomar sol incesantemente, cual si no les molestara ni el calor ni el brillo cegador del sol multiplicado en las pequeñas piedrecillas blancas.

Este domingo fui con mi esposa e hijos a playa Corinthia, un verdadero paraíso natural muy cerca de donde vivo en Mayarí, pero que está en el límite y pertenece a otro municipio del este holguinero: Frank País, antiguamente Cayo Mambí. Con más de 8 km de extensión, tiene abundante arena fina y blanca, tanto que a decenas de metros bosque adentro el suelo sigue siendo esa misma arena, que parece interminable.

Según los especialistas tiene una capacidad para 16 mil bañistas y la profundidad es entre baja y media por lo menos hasta 3º metros adentrándose en el agua, y solo entonces hay una profundidad que no sobrepasa el metro y medio. Tal parece que fue diseñada para las familias llevar niños.

Decenas de metros más lejos aguas adentro vuelve a descender y una barrera coralina sirve de rompeolas y hasta protege de la incursión de tiburones. Es una playa muy segura. Entre el agua y la sombra de los árboles apenas 5 a 8 metros de sol, frente a una vegetación rala pero suficiente de uvas caletas principalmente. Seguida de un matorral más tupido en forma de bosque secundario.

Hasta hace dos años no había instalaciones turísticas, era completamente virgen, pero desde esa fecha se está construyendo un Campismo Popular que ya funciona en parte, pero no en estancias nocturnas porque el servicio eléctrico no se ha instalado todavía, aunque ya los postes están parados a esperas de los cables.

Instalaciones del campismo popular aún en construcción pero que ya presta servicios.

La empresa de Gaviota S.A. tiene planes de fomentar un polo turístico que prevé inicialmente 5 mil habitaciones, un aeropuerto internacional en la aledaña zona de Nicaro en Mayarí, para acercar los vuelos de los visitantes a este potencial balneario, a la isla de Saetía y el Ramón de Antilla, estos últimos ya en funcionamiento sus primeras instalaciones hoteleras. Pero aunque hace más de una década se hicieron los estudios de impacto ambiental, las obras no han comenzado.

De pronto a nosotros no nos perjudica en nada porque de todas formas no podríamos acceder a esas instalaciones y nuestro turismo sería igual que ahora, trayendo todo de casa y disfrutando del agua, la arena, el descanso debajo de la uva caleta, del juego feliz de los niños y la magia del ruido incesante del oleaje.

Un lugar para descansar en la sombra.

Por suerte un vecino alquiló para el barrio un omnibus Diana, a 140 pesos por persona, ida y vuelta, que partió desde frente a mi casa y ahí mismo me dejó. Llevé hasta una colchoneta para descansar a la sombra con la suave y fresca brisa, especialmente en las horas del sol más picante del medio día y la tarde.

Fue un domingo maravilloso y diferente. Volvimos de día porque es relativamente cerca, apenas una hora de viaje. Nos embullamos a ir entonces al río más cercano, a quitarnos la sal y refrescar. Lo hicimos y son apenas 15 minutos caminando. Allí estuvimos casi dos horas metidos en el agua, lavando el cabello de todos y disfrutando el agua dulce, quieta y sombría tras muchas horas en el agua salada, con oleaje y al sol. Todo un contraste divino.

Nuestra Cuba es súper hermosa. Adoro mi país. No quisiera jamás emigrar. Pero cuántas veces me sorprendo valorando esta idea que no falta en la mente de ningún cubano. Y quisiera resistir.

Quisiera, más todavía, que los responsables del bloqueo interno a la democracia política, la libertad económica y los derechos humanos plenos, abandonaran esa política criminal que llaman ‘continuidad’ y nos permitieran tener esperanzas de una Cuba Mejor: permitieran el cambio que Cuba necesita. ¡Ojalá!, porque este hermoso país merece salir de tan infernal atolladero. 

Playa Corinthia

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Osmel Ramirez

Soy de Mayarí, un pueblecito de Holguín. Nací el mismo día en que finalizó la guerra de Viet Nam, el 30 de abril de 1975. Un buen augurio, ya que me identifico como pacifista. Soy biólogo pero me apasionan la política, la historia y la filosofía política. Escribiendo sobre estos temas me inicié en las letras y llegué al periodismo, precisamente aquí en Havana Times. Me considero un socialista demócrata y mi única motivación comunicacional es tratar de ser útil al cambio positivo que Cuba necesita.

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2 thoughts on “Un viaje familiar a la playa que terminó en el río

  • Pues sí, es una zona bella, la bahía de Nipe y alrededores es una maravilla. Hay que aprovechar y escapar de los problemas diarios. Ojalá que la expansión turistica no arruine esos paraisos.

  • Es un agradable refugio para apartarnos del diario sufrimiento con este sistema disfuncional.

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