Una aventura infantil
Por Nike

HAVANA TIMES – En el pueblo donde me crie existe una casa-finca conocida como la casa de Fidel. Su historia es que se la dieron a Fidel antes de 1959 para que se quedara tranquilo y no siguiera en su lucha.
Recuerdo un día que iba para mi escuela y varios jeep rusos me pasaron por el lado y todo el mundo se paró en la calle a saludarlos. Era Fidel que entro al pueblo para ir a su casa.
La finca la cuidaba un campesino con un machete a la cintura que siempre andaba por el pueblo a caballo. También tenía postas armadas en la entrada. Por ese entonces yo tenía unas amiguitas que vivian cerca de esa casa. Les gustaba brincar la cerca de piedra que daba exclusivamente a la finca llena de árboles frutales y probar los mangos y las guayabas y cuando veían al campesino echaban a correr.
Aquello se convirtió en un juego para ellas hasta que una tarde el campesino las persiguió a caballo y para asustarlas saco el machete. A mis amiguitas les dio tanto miedo que cuando brincaron la cerca las dos se orinaron. Mas nunca volvieron a cruzar el muro de piedras, ni se dejaron llevar por la tentación de probar tan ricas frutas.

Es curioso cómo hasta el día de hoy siempre que como guayabas o mangos me acuerdo del susto que se dieron mis amiguitas y no puedo evitar que se me escape una sonrisa.
Hace tiempo la casa y la finca son una ruina, el muro de piedras casi no existe y el marabú y la maleza lo cubren todo…es una pena.
La última vez que pase por allí, precisamente para este artículo, al acercarme, salió un hombre en short, chancletas y sin camisa. Se paró en la reja y comenzó a gritarme muy agresivo, diciéndome que no podía filmar ni tirar fotos, que aquello era zona militar.
Yo no tenía esa información, para mí hacía mucho tiempo estaba abandonada por que Fidel nunca acepto vivir en ella.
la casa en jefe, del jefe en jefe, se convirtio en mierda mierda del mierdero en jefe.