El barrio gay de historias de vida y la sauna

Las aventuras de un cubano en Wilton Manors

Luis Rondón Paz

HAVANA TIMES – Luis, ¿por qué no visitaste la Pequeña Habana en Miami en vez de ir directamente a Fort Lauderdale?, “Bueno, te lo diré de manera simple: porque tengo más que suficiente con la versión de mi país. Además, no estoy en posición de gastar dinero extra viajando hasta allá, mucho menos de abusar de la hospitalidad de mis anfitriones en la Florida”, le respondí a un conocido que vive en Hialeah.

Debo admitir que es cierto lo que dijo el colega Erasmo hace un tiempo en uno de sus textos para Havana Times, acerca de lo “nice que son los yumas”. Durante los cuatro días que estuve en Fort Lauderdale, a pesar de que mis anfitriones estaban en proceso de mudanza, recibí una excelente atención. En mi ingenuidad diré que, tuve suerte de estar rodeado de personas altamente educadas, y una cultura de cuidar el ecosistema que rondaba con lo ridículo, meticulosos en cuanto al cuidado de las plantas, los animales y la limpieza.

En todos los lugares que visité pude advertir lo impecable de la limpieza. En mi mente mi otro yo, o sea, mi ego, me jugaba bromas comparando la realidad aquella con la cubana, que nada tiene que ver con ser capitalista o socialista, viene más de estilos de vida en cuanto al modo que los sistemas se proyectan hacia la sociedad y cómo ella responde ante sus acciones. Al ver la limpieza de una ciudad, que dicho sea de paso, debes tener auto o conocer el itinerario del bus para moverte de un lugar a otro, porque casi todo está a más 20 minutos de distancia a pie, a excepción de Wilton Manors, popularmente conocido como el barrio Gay en La Florida, que según uno de mis anfitriones, después de San Francisco, es uno de las zonas LGBT más grandes en los Estados Unidos.

Eso pude comprobarlo con mis propios ojos el segundo día de mi estadía en la Florida. Las preguntas sobre Cuba no cesaban, generalmente todas eran alrededor de los Castro, el comunismo y los derechos de las personas LGBT.

Como embajador del colectivo LGBT en Cuba,  para mí fue una experiencia interesante; conocí que el nivel de información que tiene mucha gente sobre la Isla data de los años 60, en contraste con el régimen cubano que de cierto modo se encuentra estancado en esa década, por razones que aún no he logrado entender, pero me atreveré a decir que la culpa es de “los dos bloqueos”.

“Por suerte, la sociedad cubana ha madurado mucho en torno a aceptación y tolerancia al ser diferente, de hecho,  actualmente es uno de los países de América Latina y el Caribe más abiertos a la diversidad sexual”, le dije a uno de los amigos de mis anfitriones que se enamoró de mi país cuando le hablé de los valores de su gente, su historia, diversa cultura y sus autos clásicos.

Dicho de paso, sobre este último, muchos estadounidenses piensan que los autos antiguos son un lujo, pero les informé que esos medios representan casi la mitad del transporte público, principalmente en La Habana, y son una forma de supervivencia importante para los choferes y sus familiares, además del problema que resuelven para la movilidad de las personas en la ciudad. Claro, es importante aclarar la diferencia que existe entre los autos clásicos que funcionan como taxis colectivos y los taxis directos o alquilados por tiempo, en ese punto es donde los precios varían, concluí.

Como persona no heterosexual, mi interés estaba más centrado en conocer la dinámica de Wilton Manners, su estilo de vida, el tipo de público que podría encontrar y sus atracciones. Solo mencionar algunas, en cuanto a calidad de servicios, el Courtyyard Café llamó mi atención sobremanera, no solo por los hombres apuestos en toda su diversidad, sino por la profesionalidad, rapidez y eficiencia con la que tratan al cliente sin importar la orientación sexual, algo que en Cuba falta por mejorar en los negocios privados, y que casi no existe en el sector estatal, al menos que yo haya experimentado.

“La vida nocturna, en dependencia del día de la semana, puede ser más ocupada o menos ocupada”, dijo uno de mis anfitriones, quien me explicó que usualmente los viernes y los sábados es cuando más gente puedes encontrar en el barrio Gay, por ser la ocasión que las personas salen de su trabajo.

“Me gustaría ir a una sauna esta noche”, pregunté con curiosidad. Entonces él me explicó que en el área habían dos, una muy grande moderna y otra no tanto.

Intentamos ir a la nueva, pero había una gran fiesta dentro y no pudimos entrar por no encontrar sitio para parquear el auto, así que optamos por la segunda, un poco más antigua y menos bonita que la nueva.

“Seguro te vas a divertir”, me dijo.

En efecto lo fue, no solo por la posibilidad de gozar el placer de la carne, además por saber apreciar de cerca lo amplio y diverso del pensamiento humano. No pude evitar reflexionar ante lo triste que es la vida gay en algunos países, por tener una ideología que viola el derecho individual de las personas a satisfacer necesidades básicas, que no necesariamente provienen de banalidades capitalistas, me gusta pensar que tiene relación con la esencia de cada persona y sus filias.

Entonces reflexiono y miro de cerca cómo las instituciones con formación “tradicional-homófoba” y conservadora han intervenido en las libertades sexuales de los seres humanos a lo largo de la historia de la humanidad, en ese punto miro hacia mi país con dolor, porque a pesar de lo muy educada que es mi sociedad, a su dirección le falta asumir con seriedad en su agenda política garantizar los derechos de las personas LGBT. Esos, que no solo tienen que ver con el entretenimiento, pero igualmente forman parte de la vida cotidiana de cada persona que forma parte del colectivo en cuestión.

“Debo admitir que fue una aventura peculiar”, le comenté a mi anfitrión al regreso a la casa, a lo que él me respondió que lamentaba mucho que no hubiera tenido la oportunidad de conocer la otra sauna, pues es más limpia, la gente es más bonita y el tamaño del inmueble es y mucho más grande que la que visité. “Bueno, será la próxima oportunidad, mientras estaré atento a las próximas aventuras que están esperando por mí”. “Así es, Luis, mañana te llevaremos a una playa nudista y al día siguiente nos vamos a Orlando, allí conocerás la ciudad de Disney y varios parques de diversiones”.

 

Luis Rondón

Luis Rondón Paz: Activista, Queer, informático, actor, fotógrafo, estudiante y aprendiz de periodista. Original de Santiago de Cuba. Creo que las personas somos proyectos de vida en constante transformación. Soy consecuente y responsable de mis actos. Comprometido con las causas justas y amante de las buenas acciones. Hoy escribo sobre Cuba en el exilio, libre de la tortura psicológica y persecución de la dictadura cubana.

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