Páginas que no puedo arrancar

Por Irina Pino

HAVANA TIMES – Hay páginas de mi vida que me gustaría arrancar, pero es imposible, porque forman parte de mi historia personal.

Mi familia es católica, recibí el bautismo cuando niña. Cuando estudiaba en la primaria debía ocultar una medallita de la Caridad del cobre que mi madrina me había regalado, por temor a ser señalada, pues en mi país, por muchas décadas, los religiosos fueron apestados sociales.

Había niños Testigos de Jehová que no podían saludar la bandera, constantemente era maltratados por ser fieles a sus preceptos. Yo escuchaba a los maestros criticarlos duramente, burlarse de ellos, y veía aquello como una injusticia, ya que, al mismo tiempo, debía ocultar mi secreto.

Se vivía con miedo, celebraciones como la navidad eran vistas como rezagos del capitalismo. Debíamos ser pobres y vivir como pobres. Tampoco podíamos mantener relaciones con la familia que residía en los Estados Unidos.

Ariel, un neurocirujano, amigo nuestro, ya fallecido, que sirvió en la guerra de Angola y fue miembro del Partido Comunista, le prohibieron sostener relaciones con su propio hermano, que vivía en Miami. El médico hizo su elección: entregó su carnet y escogió el amor de su hermano.

Foto de 1980 por EFE

En 1980, cuando estaba en la secundaria, sucedió el éxodo del Mariel. En mi escuela comenzaron a organizar actos de repudio. Aquellas actividades se hacían luego de finalizar los turnos de clases de por la mañana.

Debían asistir todos los estudiantes, pasaban la lista antes. Fui testigo de estas infamias, donde se instaba a decir improperios a las personas que habían decidido abandonar el país.  La educación formal y el civismo no se correspondían con tales acciones

Odiaba todo eso. Decidí no ir más. Caminaba con el grupo un trecho del camino, me rezagaba, y después me iba por otra calle hasta llegar a mi casa.

En mi barrio, estas actividades las convocaba el CDR. Se lanzaban huevos contra las fachadas, y los implicados sufrían humillaciones de todo tipo. Algo incontrolable, que muchas veces incluyó golpes y escupitajos. Las personas no podían salir de sus domicilios por varias horas.

Rememoro una anécdota que ahora me provoca risa, una vecina lesbiana quería irse en una de esas lanchas que venían a recoger a las familias, y que rellenaban de “escoria”, o lacras sociales, como solían nombrarlas.

Al llegar al Puerto del Mariel, se declaró prostituta. Una mentira para poder salir de Cuba. Los militares que estaban a cargo la miraron de arriba abajo con repugnancia y le dijeron: “puta no eres, tienes cara de ser tortillera”. Eso nos lo contó nuestra vecina luego de su aventura, pues en esa ocasión no pudo llevar a cabo su plan.

Nunca he tenido prejuicios, tenía montones de amigos gays, y andábamos en las noches por la Rampa, el malecón, y la heladería Coppelia. Este último, era uno de los sitios más concurridos por ellos.

Recuerdo una noche, mientras estábamos sentados en el malecón, un policía nos pidió el carnet de identidad. Mi acompañante le mostró el suyo. Y cuando me tocó a mí, me preguntó que estaba haciendo allí a esa hora, y también que estudiaba.

Me quise burlar del tipo, le dije que estudiaba Egiptología (una carrera impensable en Cuba), pero el policía, respondió: ah, muy bien, y me devolvió el carnet. No sé si entendió otra cosa, lo cierto es que nos dio para reírnos un buen rato.

La calle estaba caliente, la atmósfera se enrarecía de momento, cuando hacían redadas sorpresivas en Coppelia y en la Casa del Té, de 23 y G.

A Pablito, maricón declarado, “pájara de carroza y castañuela”, lo metían con frecuencia en “La patera”, celda en la estación policial donde ponían juntos a todos los gays atrapados. Allí podían estar muchas horas, incluso hasta el día siguiente.

Nos contaba de sus experiencias: le levantaban actas, y lo amenazaban con acusarlo de “Peligrosidad”. Un delito para los hombres no vinculados laboralmente, que eran encarcelados.

En una de esas detenciones, un policía, evidentemente homosexual, o bisexual, le propuso tener sexo para soltarlo. Nos confesó que el poli estaba bueno, pero él no iba a transigir y vender su culo, a cambio de una supuesta libertad.

Pasaban absurdos, el Instituto de la vivienda colocaba sellos en los inmuebles cuando le gente emigraba. Nadie podía entrar.

O sea, te impedían hacer un traspaso de la vivienda a un familiar, o amigo. Luego venían a residir ocupantes con cierto poder.

Antes de la salida definitiva, hacían un inventario. Los que se marchaban del país no podían disponer de sus pertenencias.

Son tantas injusticias, que no alcanzarían para ponerlas en un simple post.

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Irina Pino

Irina Pino: Nací en medio de carencias, en aquellos años sesenta que marcaron tantas pautas en el mundo. Aunque vivo actualmente en Miramar, extraño el centro de la ciudad, con sus cines y teatros, y la atmósfera bohemia de la Habana Vieja, por donde suelo caminar a menudo. Escribir es lo esencial en mi vida, ya sea poesía, narrativa o artículos, una comunión de ideas que me identifica. Con mi familia y mis amigos, obtengo mi parte de felicidad.

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6 thoughts on “Páginas que no puedo arrancar

  • injusticias? todas aprendidas de el que goberno el pais por tanto tiempo, un tipo que prometio que venia a liberar a Cuba y darle a la patria la alegria que merecia, y todo lo que trajo fue hambre y miseria.

  • Tenía un vecino militar que vivía con su mamá. Su tía (hermana de su madre) vivía en Miami. Cuando esa tía iba a Cuba no podía quedarse con ellos, iba para otra casa, ese vecino militar no la visitaba, todo eso estaba prohíbido para él, pero si aceptaba todo lo que traía su tía, ropa y zapatos para sus hijos, previa advertencia de que la ropa no tuviera la bandera americana, ni nada de muñequitos Walt Disney. Tremendo descarado el tipejo, no era doble moral, era triple moral.

  • Son los oportunistas, gente que pregona una idea y por debajo del tapete hace otra cosa. Son los mas inmorales.

  • y donde esta el descarado comunista que escribe en este lugar, para que nos deleite con otra de sus aberraciones sobre la realidad cubana

  • Son los males ocultos del castrismo, de los cuales nunca se debe dejar de escribir para evitar que permanezcan afectando la mente desde las zonas oscuras. Muy interesante ver la descripcion tuya de como reclutaban y organizaban los actos de repudio, desde tu perspectiva, sobre todo para mi que fui receptor de los mismos. Espero que nunca pierdas la memoria y que saques mas recuerdos.

  • Hola Irina. te regalo a ti y a los lectores este texto que escribió una amiga desde el otro màs allà, donde las aguas son frías, donde también me ves allà.
    Se llama Lucia:

    dice su texto:

    Mis amigos,
    No hay que ser ni medianamente inteligente para darse cuenta de la tremenda ofensiva mediática de la dictadura cubana que trata de resaltar el papel del mal llamado “bloqueo” en las miserias de la islita desdichada, hay muchos, muchísimos rojillos en el mas acá que han recibido la orden de culpar un día si y el otro también al malvado bloqueo y al omnipresente “imperialismo” de todo lo que enluta a la familia cubana.
    Ayer me tropecé con uno de estos especímenes, el gastado libreto va de la mano de la amenaza de un eventual regreso de los “batistianos” al poder y con la sustitución de la dictadura que nos aqueja con otra de derechas. El sujeto de marras llegó a decir que el hecho de que 50 mil o 100 mil personas hayan salido a manifestarse en contra del sistema no significa nada porque si se hiciera una elección ahora mismo, la mayoría del pueblo cubano iba a votar por la dictadura. Le pregunte por qué no lo hacían entonces, la respuesta seria risible si no fuera patética: “Porque no les da la gana, en Vietnam tampoco nadie hace elecciones y nadie dice nada”. Cuando le pregunté por qué no trabajaba para el Granma salió con una grosería, luego de lo cual me bloqueó.
    La dictadura padece una fijación malsana que no le permite apartarse de lo que ya les ha funcionado, no acaban de darse cuenta de que los tiempos son otros, que en Cuba hay muchísimos jóvenes que solo han conocido la miseria y que ya no es posible engatusarlos con las viejas historias de prosperidad futura y mucho menos con migajas. Estos jóvenes tampoco se tragan ya el cuento del bloqueo, han vivido y viven cada día las mediocridades del bloqueo interno. Ahora mismo, cuando de corre-corre el sistema se apresura, con prisa y sin pausa a hacer 4 o 5 cambios cosméticos menores para acallar la desesperación, parecen no querer darse cuenta de que le dan la razón a quienes se les oponen.
    He visto con tristeza como algunas personas que están en Cuba se han sumado a esta ofensiva mediática, la historia del momento es que sin bloqueo no habría ningún problema, repiten como un papagayo el “quítennos el bloqueo y veremos a como tocamos” del inefable presidente puesto-a-deo. Una amiga me hizo llegar un mensaje en el que me decía que tenía que poner esas cosas porque la obligaban en el trabajo, lo que explica mejor lo que sucede.
    ¡Coño! ¿Se acuerdan de las Alemanias divididas? La del este no solo no tenía bloqueo, sino que la tubería de rublos era directa e inacabable, sin embargo, la Alemania occidental superaba con creces a su contraparte en todo sentido menos en el aparato represivo. Ahí están las dos Coreas, la del norte con sus hambrunas cíclicas contrapuestas a la superpujante economía de Corea del Sur, líder mundial en tantas cosas, ¿Venezuela? Las reservas comprobadas de petróleo mas grandes de la historia y nadando en miseria. Durante los años del boom petrolero Venezuela ingresó más dinero que el que le entró desde su independencia en el siglo XIX hasta la llegada del chavismo ¿dónde está ese dinero? Venezuela le regaló a Cuba en 20 años más dinero que el que la Unión Soviética le regaló en 30, sin embargo, no se lograron las cuotas de mediocre bienestar de los “buenos” tiempos. ¿Dónde está?
    No es el “bloqueo”, es el sistema, el desastroso sistema. Los llamados países comunistas que han logrado un nivel de desarrollo lo han logrado con una economia abiertamente capitalista y de mercado.
    He dicho mas de una vez, y repito aquí que si el futuro de Cuba pasa por tener a la mafia de Miami en el poder me quedo con lo que hay porque son la misma m… Mi amigo Mario Viera escribió un artículo brillante en el que pone al descubierto como los sospechosos habituales de la política miamense aprovechan el río revuelto desde el 11J para adelantar sus agendas políticas.
    Sin embargo, aunque me cuesta ser 100% optimista, quiero tener la fe de que en Cuba hay suficiente sangre joven y talento para enrumbar aquello por los vericuetos necesarios para lograr una democracia; es cierto que los cubanos no sabemos ni supimos vivir jamás en democracia, y que la curva de aprendizaje será dura, larga y cuesta arriba; es cierto que nos aquejan muchos, demasiados lastres, los plantados por la dictadura y los lastres culturales de siempre. Las voces de algún que otro joven de la nueva hornada me dan esperanzas, sin embargo y a pesar de tantos pesares. Lo cierto es que luego de 62 años la dictadura lo logró resolver ni la cuestión del desayuno, y ya no merecen más oportunidades. Es hora de otra cosa.
    También es totalmente cierto que pasará muchísimo tiempo antes de que las cosas empiecen a mejorar, allá hay que empezar de cero y hasta de menos cero en casi todo, y que cuando llegue la mejoría no va a ser para todo el mundo ni al mismo tiempo. Mucha gente morirá en la misma miseria que tienen hoy y tal vez en una miseria peor. Muchos cubanos del extranjero regresarían a invertir, lo que los pondría en ventaja sobre los que allá viven PERO, ¿cuál es la alternativa? Una miseria cada vez peor PARA LA MAYORÍA. Mientras los militares siguen gozando de las mieles del poder.
    ¿Alguien cree que un pueblo tan curado de espanto como el cubano va a votar por una Rosa María Payá, cuyo pedigrí político no es otro que ser hija de su papá y que tiene el encanto y el carisma de una ostra estéril?
    ¿Alguien cree que un Eliecer Ávila, cuyo único “mérito” es su capacidad invencible para producir baba a borbotones va a seducir a un pueblo como el cubano? Y eso sin contar el mote de “cabo malanga” que le ha hecho tanto daño como el “singao” a Diaz-Canel.
    Por ahí nos acusan de “odio”. Ahí va lo que nos inculcaron desde la infancia en la voz de Ernesto Guevara: “El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal.”
    Y Martí nos dijo también que: “El amor (…) a la patria es el odio invencible a quien la oprime…”
    Me quedo con el odio martiano, es el que padezco, y sin sentirme culpable.

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