El pan: ese tesoro para los cubanos

HAVANA TIMES – El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy… es un fragmento de la oración cristiana,  Padre nuestro (Patter Noster, en Latín), escrita por Jesús de Nazaret, según el Evangelio de San Mateo, y el Evangelio de Lucas, en El Nuevo Testamento.

Cristo multiplicó de cinco panes y dos pescados, alimentos para más de cinco mil personas que lo siguieron, luego de la decapitación de San Juan Bautista.

La segunda multiplicación simbolizó un alimento espiritual: era el Pan de Dios, el Pan de vida. Era un pan sin levadura para vencer al pecado, para que Cristo viviera en cada uno de nosotros.

Muchos no conocen ni les interesan estos pasajes bíblicos; pues solo les preocupa llenar sus estómagos, suplir sus carencias, eso pasa con el pueblo de Cuba, que ostenta un hambre de sesenta y cinco años.

En la cultura mexicana, el pan sirve para reunir a la familia en los desayunos. Para los cubanos es un acto similar, porque se consume casi siempre en horas tempranas.

Recuerdo que antes de la pandemia y el ordenamiento (mal-ordenamiento abusador) monetario, se podía adquirir pan por la libre, todo el que uno quisiera. Era un hecho. Pero esto ha quedado como una página de tiempos felices.

Si el refrán dice: “No solo de pan vive el hombre”, nosotros decimos que el pan nos ayuda a vivir y nos proporciona fuerza.

Para mí, desayunar sin pan, no es desayunar. ¿A quién no le encanta un pan tostado, caliente, untado con mantequilla, mayonesa, nutella, confitura de fresa, o simplemente con un chorrito de aceite de oliva? Algo exquisito para celebrar el apetito mañanero, para comenzar el día con esperanza.

La realidad no miente, es cruel, actualmente, en las pequeñas y medianas empresas particulares (MIPYMES), una bolsa de pan (diez panes), cuesta más de 200 CUP.

Quedan algunos sitios del gobierno donde se expende pan un poco más económico. Por ejemplo: en el Centro Comercial La Puntilla, en la cafetería El Rápido venden diez panes de manzana por 100 CUP, mientras que el de molde, en 170 CUP.

No piensen ni por un momento que la adquisición es fácil. No lo es, por la sencilla razón que hay una cofradía de ancianos del barrio que acaparan la cola desde antes de las siete de la mañana.

Estos viejitos andan con dos o tres jabas colgadas a sus hombros, proyectándose con tremendo descaro, cogen turnos para sus amigos, que a su vez traen a otros, y así la cola se va nutriendo y se hace interminable. O marcan varias veces, formando embrollos dentro de la misma cola; entonces las personas se cansan de esperar y terminan yéndose con las manos vacías.

Días atrás, tenía ganas de comerme tres o cuatro; no solo el triste pan único que nos dan por la libreta de abastecimiento; por lo que me aventuré a meterme en dicha cola.

Puedo afirmar que estuve tres horas para comprar la bolsita de pan, que dicho sea de paso, lo venden sin empaquetar. Allí se armó tremenda discusión entre el público, los viejitos y los empleados de la tienda. Una mujer reveló que los ancianos revenden las bolsas en 300 pesos, porque no se entiende de dónde van a sacar 100 y 200 pesos diarios, con sus exiguas jubilaciones.

Al final, la cola se organizó, y llegué a mi casa con mi jaba de pan, muy contenta, como si me hubiera ganado un billete de lotería.

Con este mecanismo de defensa, sobrevive la generación que tiene más de setenta años, que no tienen un pariente en el extranjero que le envíe remesas.

Da vergüenza saber que ellos fueron los primeros en sacrificarse por esto que ha sido llamado Revolución, y ahora vivan de esta manera.

Aquel sueño se ha ido desdibujando en las mentes más sufridas, y de otros tantos que ya han perdido la fe, si es que alguna vez la tuvieron.

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Irina Pino

Irina Pino: Nací en medio de carencias, en aquellos años sesenta que marcaron tantas pautas en el mundo. Aunque vivo actualmente en Miramar, extraño el centro de la ciudad, con sus cines y teatros, y la atmósfera bohemia de la Habana Vieja, por donde suelo caminar a menudo. Escribir es lo esencial en mi vida, ya sea poesía, narrativa o artículos, una comunión de ideas que me identifica. Con mi familia y mis amigos, obtengo mi parte de felicidad.

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2 thoughts on “El pan: ese tesoro para los cubanos

  • dices “llegué a mi casa con mi jaba de pan, muy contenta, como si me hubiera ganado un billete de lotería.”, y así es, con muy poco nos sentimos afortunados. Lo triste es que esos panes duran lo mismo que un merengue en la puerta de un colegio, y hay que volver a salir a luchar el pan de cada día.

  • Así mismo pasa en mi barrio… es como en todo lo demás. La unicidad genera monotonía. Se vuelve un motor para generar aburrimiento.

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