Mi mundo con los Gatos

Por Axel Saenz

HAVANA TIMES – Para mi edad considero que he tenido un historial bastante sustancial con el tema de la crianza de gatos, esto me hizo pensar en por qué es que me gustan tanto. No he encontrado la respuesta aún, pero si tú la encuentras al ver a tu amigo peludo me la comentas para conocerte.

Creo que me gustan los gatos desde que veía en la programación de la televisión cubana los conflictos de Tom y Jerry. Hablo de la serie original de 1950, la cual tuvo un episodio piloto llamado Puss gets the boot, episodio que vi recientemente en internet.

Volviendo al tema de los gatos que he criado, mi primer gato se llamó Mican, creo que su nombre salió de una serie de dibujos animados, pero no logro recordar su nombre, lo que sí sé es que era sobre animales antropomorfos.

Mican era un gato negro, parte de la camada de la mascota de un amigo de la familia que decidió darnos a uno de los gatitos nacidos. Desde ese entonces yo amé a ese gato y creo que es por Mican que tengo tanto amor por los gatos completamente negros. Creo acordarme de que Mican tenía unos pelos blancos en las axilas, pero para mí siempre fue totalmente negro.

Fue muy duro cuando me tocó irme de Cuba y dejar a mi primogénito en el país, al final lo dejamos en la casa de quien nos regaló a Mican. En el 2012 estuve en Cuba de visita y creo que pasamos a visitarlo, pero Mican ya no estaba en esa casa.

Ya en Nicaragua, en 2009 o 2010 fue que tuve otros dos gatos, sus nombres fueron Black y Gray, creo que es muy obvia la inspiración de esos nombres, aunque eso sí, Black no era del todo negro, él tenía blanco en la parte baja, desde el pecho hasta el estómago, con un par de patas pintadas de blanco.

Black era un gato gentil, se portaba muy bien; mientras que Grey, su hermano, era tranquilo, pero le gustaba mucho molestar a Black.

Después de Black y Gray llegó Black segundo. En ese tiempo no era nada original con los nombres.

No fue hasta que tuve a mi quinto gato, que empecé a enfocarme más en la crianza. Mi quinto gato fue una hembra, la tuve en febrero de 2018. En esos tiempos también estábamos adoptando a un perro de alrededor de unos 5 o 6 meses que llamamos Kypros. Ese perro que para ser de tan corta edad ya era un gigante que nunca creció en su edad mental.

Cuando tuve a Taiga ella era la mimada de la casa, era una gatita muy pequeña, la más pequeña que había tenido la oportunidad de criar. A Taiga no la soltaba en ningún momento, siempre la tenía encima de mi cabeza o mis hombros. Sobre todo porque a ella le daba mucho miedo Kypros y Kypros tenía mucha curiosidad por esa cosita en miniatura.

Como yo estaba todo el tiempo con Taiga le tuve que enseñar a usar el baño. Cuando me levantaba la llevaba a ella a un lugar en donde pudiera hacer sus necesidades, las primeras veces tuve que cavar un hueco para ella, luego ella lo hacía por si sola.

Conforme fue creciendo perdió el miedo de Kypros y de un día para otro ella estaba jugando con él.

Cada que se portaba mal me acercaba y le daba un golpe con el dedo en la cabeza, siempre intentando de no darle duro y así aprendió el gesto que hacía antes de darle el golpe como una forma de saber que lo que hacía iba a tener consecuencias, cosa que hizo que ella evitara el mal momento.

Conforme pasó el tiempo Taiga creció y se convirtió en toda una adulta, cuando nos dimos cuenta Taiga estaba embarazada y nos dejó con otros cuatro gatos a los cuales criar. A partir de ese instante empezamos a llenarnos de gatos.

A mis nietos no les di tanta atención, eso era tarea de Taiga. Gracias a eso pude aprender algunas que otras cosas de los gatos, como que hay una jerarquía cuando se tratan de grupos grandes, además de que los gatos son bastante territoriales.

De repente Taiga me gruñía cada que hacía algo que a ella no le gustaba, y fue algo que me ayudó mucho a saber respetar sus límites. Conforme crecieron mis nietos me hicieron bisabuelo y al final Taiga dejó de estar en la cima de la jerarquía, mis bisnietos empezaron a sacarla de la casa y Taiga solo estaba cerca de alguno de los humanos (Me supongo que para ellos estamos en la cima de la jerarquía).

Cuando migré a Panamá estuve bastante solitario hasta agosto de 2023 en el que con mi mamá decidimos buscar la adopción de un gato, en lo personal yo quería una gata negra, pero ser así de exigentes era bastante complicado, terminamos adoptando a un par de gatitos hermanos rescatados, los cuales tenían problemas en la piel.

Llamamos a la gata gris Zenith y al gato negro Kai.

Esos gatitos nos ayudaron más de lo que nosotros los ayudamos a ellos, nos hacía falta un poco de compañía de esos animales tan hermosos. Actualmente cada que hacen algo que no me gusta les gruño, ya no recurro a la violencia y ellos lo entienden bastante bien, aunque Zenith a veces se pone rebelde y no respeta el límite que le planteo, en casos así, la cargo y la dejo encerrada en el baño por unos 4 o 5 minutos. Cuando la saco del baño no le doy atención ni la miro, le doy un poco de trato frio.

Una vez ya salió y pasó un tiempo desde que la había encerrado en el baño ya le doy toda la atención que me pida, así ha aprendido a respetar los límites. Es importante que cuando hagan algo malo no llamarles por su nombre porque pueden asociar su nombre con una mala experiencia, lo que yo hago es gruñirles y si no me ponen atención me acerco. Con solo que me dirijan la mirada es más que suficiente.

En la actualidad tenemos tres gatos, a la familia se unió un gato naranja llamado Tina, a mi mamá y a mi nos gusta bromear diciendo que Tina es un exconvicto porque Tina era el gato de una amistad de mi mamá que actualmente se encuentra preso.

Tina en un momento se llenó de una especie de brea y eso lo había dejado muy grave, por esa razón nosotros lo acogimos, para cuidarlo y tratar de velar por su recuperación. Actualmente Tina se encuentra bien, a veces se le nota que viene de la calle porque intenta buscar comida en la basura, pero conforme ha pasado el tiempo aprendió que ahí no encontrará nada bueno para comer.

Me gustaría saber si tienen algún consejo que les gustaría compartir en los comentarios o alguna vivencia que hayan tenido con sus amigos peludos, sean o no gatos.

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