Covid de fin de año

Pensé en ir al medico pero pronto desistí. En los policlinicos y hospitales no hay test de detección de Covid y mucho menos medicamentos. 

Por Lorenzo Martín Martínez

HAVANA TIMES – El día 28 fui a visitar una amiga que llegó de España y pasé la tarde con ella, aderezada por un excelente vino que trajo. Almorzamos juntos y nos pusimos al día sobre los chismes de allá y de acá. Entre otras cosas me contó que durante la última semana de estancia cogió Covid, aunque no la pasó mal. Los síntomas fueron leves, con muy poca afectación de las vías respiratorias, quizás gracias a que está vacunada. Apenas una ligera tos delataba el padecimiento, pero ya los test le daban negativo.

A los dos días, en plenos preparativos para la comida de fin de año, me comenzaron síntomas de tos y alguna falta de aire.  No le di importancia y continué con lo mío. Al amanecer del día 31 me sentía tan mal que apenas podía levantarme de la cama.

Me revisé concienzudamente y llegue a la conclusión de que me había contagiado de Covid. Esto me asustó bastante pues nunca me vacuné porque nunca confié en vacunas creadas a la carrera cuando cualquier vacuna lleva años de estudios.

Pensé en ir al medico pero pronto desistí. En los policlinicos y hospitales no hay test de detección de Covid y mucho menos medicamentos.  La moda del Covid ya quedó atrás y cuando vas al médico te dicen sin análisis ninguno que tomes mucho líquido y hagas reposo. Nada de recetar ningún medicamento pues no hay en las farmacias siquiera duralginas para bajar la fiebre.

Definitivamente mis planes debieron cambiar. Previendo la falta de apetito guardé el pedazo de carne de cerdo ya adobado de nuevo al refrigerador y saqué pollo para hacerme sopa y caldo. Es muy importante mantenerse nutrido cuando se está enfermo, pero muchas enfermedades nos quitan el apetito, agravando el cuadro.

Soy una gente que nunca se enferma y por lo mismo no guardo medicamentos, así que me veía precisado a salir a buscarlos antes de que los síntomas avanzaran. Si llegaba a comprometerse seriamente el sistema respiratorio no tendría más remedio que ir e intentar que me ingresaran en algún hospital, mientras trataría de  resolver por mi cuenta.

Salí temprano para ver si el kiosco donde venden medicinas en la feria estaba abierto. Gracias a Dios estaban trabajando y pude conseguir parte de lo que buscaba. Me era imprescindible conseguir medicamentos para la fiebre y el malestar general. También necesitaba algún antibiótico fuerte tipo Penicilina o Azitromicina por si alguna neumonía oportunista aparecía.  Otras de las cosas que necesitaba era un termómetro y algún aparato de asma bronco dilatador para ayudar con la respiración y de ser posible un antitusivo y algo que ayudara a expulsar la flema. Entre las cosas que tenía por conseguir estaban algunas viandas para  las sopas y algunas frutas para hacer jugos y que de paso aportaran vitamina C, muy efectiva en los catarros.

De viandas solo compre malanga, plátanos y calabaza. La malanga a 80 pesos la libra, la calabaza y el plátano vianda a 50 pesos. Unas pocas libras hicieron estragos en mi economía, pero sea todo por la salud. De todas formas, esa sería mi comida en los próximos tres o cuatro días hasta que recuperara el apetito. Cinco libras de cada uno serian suficiente. Novecientos y apenas empezar. Las frutas no aparecieron por ninguna parte y tuve que terminar comprando un par de cajas de jugos de a litro en 450 pesos cada una. La esperanza era que las medicinas resultaran más baratas

Vanas mis esperanzas de que las medicinas fueran a resultar más baratas. El kiosco es una especie de farmacia montada a partir de medicamentos importados, a altos precios, pero al menos se resuelve lo que no se encuentra en las farmacias estatales. A decir verdad, el surtido es impresionante, desde vitaminas para niños hasta antibióticos, pomadas y muchas cosas más.

En la farmacia compré Aspirinas, un pomo de 30 en 650 pesos. También encontré el termómetro, en 1500. Compré panadol para los dolores que dan los catarros a 800 pesos. Compré también duralginas, a 600 pesos y azitromicina a 900.  Gracias a la ayuda de la vendedora di con una vecina que tenía un spray broncodilatador para aliviar la falta de aire. Este último me costó 800 pesos.

El total de gastos de medicamentos fue de más de cuatro mil pesos, todo un sueldo medio cubano. Definitivamente es mal negocio enfermarse acá. Mi economía de año nuevo quedó totalmente en quiebra después de semejantes gastos, ya vería después cómo me las arreglaría, de momento era prioridad recuperar la salud.

Los próximos tres días los pasé con fiebre alta, malestar general, mucha tos y nada de apetito. Estuve casi a punto de ir al hospital. No fui porque realmente nunca sentí que tuviera falta de aire, más allá de los accesos de tos, además de que después del segundo día la fiebre comenzó a bajar.

Hasta el día tres no logré comer más nada que caldos que me preparé con el pollo que tenía guardado. Luego comencé a comer poco a poco sumando viandas a los caldos hasta llegar a una sopa como decimos en Cuba:  con todos los hierros. Junto con el retorno del apetito se marchó la fiebre.

La tos duró un par de días más y luego fue desapareciendo sola. El malestar general si se quedó por al menos unos diez días más. No fue hasta el día 14 o 15 de enero que comencé a sentir la misma vitalidad que me caracteriza.

Espero no haber contagiado a nadie ya que me encerré en la casa y me aislé completamente. A mamá la llamé y le expliqué, se alarmó bastante pero la tranquilizaba con llamadas frecuentes pidiéndole algún consejo para la sopa o la fiebre, que aunque yo conocía las respuestas a ella la hacían sentir útil en ese momento.

En cuanto a los vecinos me las arreglé para dar escusas y no abrir la puerta.  Finita, que era la que más me preocupaba se fuera a contagiar por su edad, hasta se disgustó conmigo por no abrirle. Luego me las arreglé para enamorarla con un pedazo de queso q le regalé y algunas escusas tontas sobre una mujer que estaba en casa y no quería que la vieran pues es casada.

Ya recuperada la salud vuelvo a mis andadas y continúo narrándoles las peripecias del día a día de un cubano de a pie.

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One thought on “Covid de fin de año

  • Que bueno que saliste de eso colega, me alegra que estés recuperado. No dejes de escribir, disfruto mucho leer tus crónicas.

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