“La República asediada”
Armando Chaguaceda
“Esta sentencia abre las compuertas para la entrada de una cantidad de dinero ilimitada procedente de intereses especiales en nuestra democracia. Concede a los grupos de presión nuevos motivos para gastar millones de dólares en publicidad para que los cargos electos voten a su favor o para castigar a aquellos que no lo hagan. Hará más difícil que se aprueben las leyes guiadas por el sentido común, porque incluso las entidades foráneas tendrán permitido inmiscuirse en las elecciones.”
La denuncia no proviene de voces socialistas como las de Noam Chomsky o Howard Zinn, tampoco de liberales de la estirpe de John Rawls o Richard Rorty. El presidente Barack Obama ha hecho la dramática aseveración la pasada semana, al aprobar la Corte Suprema, por cinco voto contra cuatro, el fin de las barreras legales al financiamiento empresarial a las campañas políticas.
Llamado que recuerda las perennes amenazas a la República, reveladas en la postrera alerta de Eisenhower sobre el poder creciente y oculto del Complejo Militar Industrial y en los magnicidios de Lincoln y Kennedy.