¿Democratizar a Cuba? (II)

Isbel Díaz Torres

HAVANA TIMES, 14 feb — La entrada anterior, Democratizar a Cuba (1), la terminé con la expresión “puertas cerradas.” Como ello está tan relacionado con el tema que trato, entonces haré algunos comentarios sobre la actual experiencia de debate durante la Conferencia del PCC.

Lo primero es que, a diferencia de lo sucedido con los famosos “Lineamientos”, donde sí se promovió un debate popular previo, en esta ocasión no sucedió.

Aunque el debate de los Lineamientos no fuera estructurado de manera que las asambleas pudieran cambiar efectivamente los contenidos (nada de lo planteado en mi trabajo se vio reflejado después en la versión final), la gente al menos se desahogó.

Pero esta vez fue peor, porque de los debates fueron excluidos la mayoría de los cubanos que no somos miembros del PCC o la UJC, aunque sí nos subordinamos al partido por orden del Artículo 5 de la Constitución.

Esa fue la primera puerta cerrada.

Después, los cambios que se realizaron en el documento base de la Conferencia se informaron numéricamente, pero no se refirieron a los contenidos modificados.

Es decir, si se cambiaron 300 comas y se sustituyeron 200 adjetivos, para los que no participábamos era lo mismo que si hubieran cambiado monopartidismo por pluripartidismo.

Sencillamente no supimos qué cambiaron los militantes en los debates: otra puerta cerrada.

Finalmente, los debates en los plenarios fueron televisados días después, para dar tiempo a realizar las ediciones pertinentes. Me llegaron comentarios de algunas álgidas discusiones que ocurrieron allí, pero seguramente nuestro pueblo no está preparado para ver tales cosas.

No obstante, sí nos permitieron ver pedacitos de la que involucró a Mariela Castro, a quien por cierto, no le dieron la categoría de Delegada, sino de Invitada, que no es lo mismo.

Mariela defendió que las personas no fueran discriminadas por su identidad de género, cuestión que no está reflejada en las leyes, ni en la constitución, y ahora tampoco en los objetivos del PCC.

Sus derechos quedaron para “la implementación,” como mismo sucedió con el tema del control obrero en el pasado congreso.

Además de no poder ver ese debate completo y tener que sufrir las desafortunadas, desinformadas, insolidarias, e insensibles intervenciones de Eusebio Leal y Miguel Barnet, una breve frase de Esteban Lazo me hizo levantar la ceja.

El dirigente partidista decía que él “sí sabía” la cantidad de planteamientos que había provocado ese punto [sobre la discriminación por orientación sexual], y lo mucho que ellos lo defendieron.

Tal revelación me hace preguntar ¿por qué Lazo lo sabe, y el resto de la gente allí no? No parece justo y mucho menos democrático.

Días después leí en un artículo que fueron 11.285 planteamientos sobre el tema, pero ni siquiera se sabe cuántos fueron a favor y cuántos en contra de hacer referencia a la discriminación por orientación sexual.

Y aquí aparece otro de los problemas de la democracia: si se trata del poder de la mayoría sobre la minoría, entonces no debían haber aprobado un punto con tantas oposiciones. Afortunadamente, no fue así.

Es que los derechos, aún los de un solo hombre o una sola mujer, son importantes. Y eso incluye a quienes tienen una orientación sexual distinta a la que asigna arbitrariamente la sociedad.

De manera que a la democracia le queda tela por donde cortar, solo que parece que ni el Congreso ni la Conferencia del Partido Comunista de Cuba, son los lugares adecuados para ello. Tienen demasiadas puertas cerradas.

Isbel Diaz

Isbel Díaz Torres: Pinar del Río y La Habana son mis ciudades. En una nací, el 1º de marzo de 1976, y en la otra he vivido desde siempre. Soy biólogo y poeta, aunque eventualmente he sido músico, traductor, profesor, informático, diseñador, fotógrafo, o editor. Soy un gran inconforme y defensor de las diferencias, quizás por haber sido desde siempre un “niño modelo” muy reprimido. Nada me subyuga más que lo desconocido, la naturaleza y el arte me funcionan como fuentes de misterio y desarrollo. Un sorprendente activismo ha nacido en mí en los últimos tiempos. Aunque no estoy muy seguro de cómo utilizarlo, siento que es una energía noble y legítima. Ojalá tenga discernimiento para manejarla.

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