Pilotos, tontos y listillos

Fernando Ravsberg*

Calle cubana.

HAVANA TIMES, Feb. 29 — Sin lugar a dudas el General Raúl Castro es un hombre de pocas palabras, tanto que los periodistas debemos andar siempre a la caza de frases sueltas, hechos inéditos y rumores para armar nuestro “rompecabezas” sobre lo que ha pasado estos dos años.

Me sorprende enterarme que empresas cubanas se asocian hoy en el extranjero y aparecen como copropietarias de industrias médicas en Asia, proyectos hidráulicos en el Sahara, una fábrica de helados en Angola y un hotel de cinco estrellas en China.

Un colega afirma que ya suman más de 100 empresas en todo el mundo y que forman parte de una nueva estrategia, aprovechar el know how técnico y científico de Cuba para crear relaciones económicas sur-sur de mutuo beneficio.

También dentro ocurren más cosas de las que se cuentan. En los contactos con las provincias me entero de que se desarrollan “planes pilotos” a lo largo y ancho de la isla. El país se ha convertido en un gran laboratorio de pruebas.

Un ejemplo de ello es que en el oriente ya se autorizó a los campesinos a vender productos en las carreteras e incluso construir kioscos. Una actividad que todavía hoy está prohibida y es perseguida por la policía en el resto del país.

Un grupo de peluquerías estatales fueron convertidas en cooperativas y se probó su funcionamiento durante 6 meses. Se descubrieron algunos fallos -no se les cobraba la luz ni el agua-, se rectificó y esperan que ahora el proyecto pueda generalizarse.

En mi barrio, una base de taxis transformó la relación Estado-empleado eliminando el aparato burocrático de las demás empresas. Los chóferes alquilan los automóviles, pagan una cantidad fija diaria y se quedan con el resto de las ganancias.

El éxito es tal que ya hay una lista de cien personas con el dinero en la mano esperando una plaza de chofer. Extraoficialmente, un empleado de transporte me aseguró que muy pronto se creará otra base, con lo que se llegará a un total de 60 vehículos.

Los que trabajan en el sector económico me dicen que necesitan medir cada paso que dan, “si nos equivocamos tardaremos más y daremos argumentos a quienes temen que estas transformaciones puedan destruir nuestro socialismo.”

Un académico comparó la economía con la red de acueductos, “es una tubería llena de agujeros. En la que, durante años, los cubanos se abastecieron en los salideros y ahora para cambiarla es necesario resignarse a estar unos días sin agua.”

Hay tantos absurdos que hasta el periódico oficial, Granma, menciona mecanismos económicos que parecen hechos con el único fin de enredar las cosas. La fábrica de refrescos de Pinar del Río tenía su almacén de concentración en La Habana.

Así, los refrescos que se consumían en esa occidental provincia viajaban hasta la capital -a 200 kilómetros- y después regresan -200 kilómetros más- para ser vendidos en las tiendas, bares y restaurantes que están muy cerca del lugar donde se originó el producto.

Pero los directivos de la empresa ya corrigieron el fallo y crearon un local de almacenamiento en la capital provincial, ¡a 70 kilómetros del centro de producción! No hay que negarles que poco a poco se van “acercando” a la solución definitiva.

Quien piense hacer un chiste sobre los pinareños que lo guarde porque los absurdos se producen en todo el país. Un buen ejemplo es la entrega de alimentos -carne de cerdo o cajas de pollo- a los trabajadores como complemento salarial.

El problema es que son empresas nacionales que al comprar contenedores de carne, deben organizar su traslado, construir cámaras frigoríficas y, finalmente, dedicar vehículos y combustible para repartirla en toda la isla.

Un directivo me explicó que les cuesta menos porque compran al por mayor pero no supo decirme cuál es el costo real. Nunca han sumado salarios, transporte, instalaciones y merma por robo. Eso sí, me confesó que hace muy poco se les pudrió toda la carne.

Mucho más sencillo y tal vez hasta más barato sería entregar dinero a los trabajadores y que ellos mismos se compren lo que les perezca. Pero ese es un mecanismo demasiado transparente, que dificulta los desvíos hacia el mercado negro, lo cual reduciría los “ingresos” de algunos directivos.

Así que detrás de estos absurdos no siempre hay un “tonto,” por el contrario muchas veces hay más de un “listillo” que trata de seguir aprovechando los “salideros” para llevarse a casa mucha más agua que el resto de sus compatriotas.

*Publicado por HT con autorizacion de BBC Mundo.