El día de San Lázaro

Por Pedro Pablo Morejón

HAVANA TIMES – Recuerdo de pequeño que mi querida abuela, gran devota de San Lázaro, me llevaba a las veladas de los Martínez, una familia campesina amiga de la mía, que año tras año le celebraba al santo fiesta y adoración a causa de una promesa.

Para un niño como cualquiera, aquello era un espectáculo. Podía degustar golosinas y corretear libremente con otros chicos. Simple diversión, aunque las efigies del santo me causaban una especie de temor.

Con los años el rechazo fue en aumento hasta representarme algo tan grotesco que nunca he podido entender cómo un pueblo adora tal cosa que ya por su contexto sugiere miseria, mortandad y superchería.

Cada año son decenas de miles quienes desde los lugares más remotos del país acuden al santuario de Rincón a rendir culto a semejante entidad. Allí cumplen las más disímiles promesas. Muchos sangran de las rodillas o se arrastran o cargan pesadas cruces durante kilómetros y kilómetros para cumplirle a su protector que supuestamente le salvó la vida a un ser querido o concedió alguna petición importante.

Muchos solo adoran al orisha de su religión yoruba; sin embargo, los sacerdotes católicos del santuario de Rincón, al parecer, no se escandalizan frente a lo que doctrinalmente, desde la perspectiva cristiana, debería considerarse pecado de idolatría. Ellos saben que allí nadie acude para venerar a su santo, pero por ese día, haciendo gala de un ecumenismo ejemplar, se mimetizan espiritualmente con sus enemigos de fe.

Pues el sábado 17 de diciembre, a la 1:00 de la madrugada, me desperté a causa de un ruido. Mis sentidos fueron cobrando lucidez y advertí que procedía de una casa que se encuentra a una distancia considerable. El ruido era una sub música que denominan “Reparto”, de esas que a los humanos que todavía tenemos un poquito de buen gusto nos resulta una tortura tanto a nivel auditivo como emocional.

Al principio me pregunté la razón de tanto bullicio que a más de 100 metros podía escuchar con tal nitidez, hasta que lentamente fui comprendiendo que ya era 17 de diciembre, que es el día en que medio país rinde culto a San Lázaro, el amigo de Jesús según La Biblia, al que la Iglesia Católica Romana canonizó, aunque también Las Escrituras nos hablan de un Lázaro mendigo, lleno de llagas lamidas por perros al que Dios concedió el paraíso en méritos por su devoción; o a Babalú Ayé, el orisha de la lepra, la viruela, las enfermedades venéreas y en general de las pestes y la miseria según la Santería cubana.

Tal ídolo en Cuba es una especie de divinidad híbrida, resultado del sincretismo religioso que padecen los cubanos a quien esperan desde el día 16.

Este escribidor, que se define liberal, respetuoso y defensor de las libertades individuales, incluyendo las religiosas, no puede ser ciego ante el hecho de que existe una correlación bien marcada entre pobreza y religiosidad. Diversos estudios confirman una y otra vez que los países más religiosos tienden a ser los más miserables y viceversa.

A la mañana siguiente, un conocido comentaba que se sentía agotado, que no había dormido en toda la noche. Al momento me percaté que llevaba un pantalón de tela de saco y comprendí la razón de su desvelo.

-No sabía que le “descargas” a eso -le dijo alguien.

-Pues sí, yo creo en San Lázaro y en el “Fifo” (Fidel Castro).

Me alejé del lugar y, mientras estuve a punto de caer en uno de los tantos baches que tiene la acera, pensé que, con mucha razón, este país se hunde cada vez más en la miseria.

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Pedro Morejón

Soy un hombre que lucha por sus metas, que asume las consecuencias de sus actos, que no se detiene ante los obstáculos. Podría decir que la adversidad siempre ha sido una compañera inseparable, nunca he tenido nada fácil, pero en algún sentido ha beneficiado mi carácter. Valoro aquello que está en desuso, como la honestidad, la justicia, el honor. Durante mucho tiempo estuve atado a ideas y falsos paradigmas que me sofocaban, pero poco a poco logré liberarme y crecer por mí mismo. Hoy soy el que dicta mi moral, y defiendo mi libertad contra viento y marea. Y esa libertad también la construyo escribiendo, porque ser escritor me define.

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3 thoughts on “El día de San Lázaro

  • Dices: “nunca he podido entender cómo un pueblo adora tal cosa que ya por su contexto sugiere miseria, mortandad y superchería”, pues muy simple, adorar a San Lázaro es más noble que adorar a dirigentes que sí son los culpables de la miseria. Al menos una parte de los deseos pedidos a San Lázaro son concedidos.

    La religión yoruba floreció en Cuba a partir de los 90 con la llegada del período especial, y un poco también también la católica. Es cierto que hay una relación entre pobreza y religión, a Santa Bárbara se le ruega cuando truena.

  • Nunca pude entender a los “devotos” que andaban por las calles de la Habana pidiendo limosnas con el reconsabido muñeco de yeso a cuestas. ¿Acaso el “santo” no los ayudaba? Solo di limosnas a quienes no andaban con tales monerias.

  • Yo fui al Rincón un 17 de diciembre embullada por un amigo a hacer un video y no me quiero acordar la enorme distancia que tuvimos que recorre para llegar. Creo que allí cogi carga de energía negativa, porque al salir de alli tuve un accidente y me lesioné una rodilla. Fueron meses de recuperación.

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