La Feria de los automóviles más caros del mundo

Por Fernando Ravsberg  (Photos: Raquel Pérez Díaz)

HAVANA TIMES – Cuando me desperté aquella mañana de enero del 2014 y me encontré con la noticia sobre los precios de los automóviles, pensé que se trataba de otro rumor de Miami. Sin embargo, al llegar a la tienda comprobé que los Peugeot costaban un cuarto de millón de dólares.

El Estado cubano había multiplicado por 8 el precio de venta de los carros nuevos y dispararon también el valor de los usados; los modelos más pequeños, dados de baja por las empresas de alquiler, tras años de explotación en el turismo, subieron hasta superar los US$30 mil.

Justificaron la medida aduciendo que el país apostaba por el transporte público y prometieron que las ganancias se destinarían a la compra de buses. Nunca más se informó cuántos vehículos se vendieron, cuánto dinero se recaudó ni cuantas guaguas se adquirieron.

Tampoco se sabe cuántos 0 km se compraron, pero los usados se comercializaron tan bien que el Estado decidió volver a subirles el precio. El negocio de algunos cubanos fue comprarlos, repararlos y alquilarlos a los turistas, de forma clandestina pero a US$60 diarios.

La burbuja automotriz ha llegado a niveles tan insólitos que un automóvil ruso, con 20 años en sus costillas, cuesta más caro que un apartamento en un barrio de La Habana y con el valor de un VW Passat de segunda, tercera o quinta mano se puede comprar una casa independiente.

Una de las características de la idiosincrasia del cubano es su capacidad de adaptación. Algunos aprovechan la espiral de precios, convierten la crisis en una oportunidad y hacen grandes negocios. Así nacen las “Ferias del automóvil” en las que se vende, se compra y se especula.

En La Habana los vendedores se reúnen cada semana para exponer los vehículos listos para el traspaso. Hay muchas marcas de todos los tiempos, Nissan, Lada, VW, Toyota, Moskvitch, Polski, Fiat, Peugeot o Willys, además de los Ford y Chevrolet de los años 50.

Los autos más nuevos tienen una década de uso y se venden como mínimo en $45 mil. Los más baratos son los pequeños “Polaquitos” -una versión de los Fiat 126- que cuesta unos $8 mil o los Willys de la Guerra Mundial que rondan los $17 mil.

En la Feria se ofertan vehículos de los años 50 con sus motores originales por $60 mil y otros tan caramente tuneados que da miedo preguntar el precio. Completan el cuadro algunos camiones de antes de la Revolución, uno de ellos adaptado como casa rodante.

Con un salario nacional de $20 se podría suponer que el mercado automotriz está estancado, pero no es así. En las Ferias se realizan muchas transacciones, donde llaves de los autos pasan de unas manos a otras y los fajos de billetes viajan en sentido contrario.

Incluso los ejemplares destartalados de las empresas de alquiler del Estado se venden a gran velocidad. Tanta que se necesita sobornar a los vendedores de las agencias para comprar los modelos más codiciados, los de bajo consumo, con piezas de repuesto en Cuba y en mejor estado técnico.

Desde aquella mañana del 2014, cuando se anunciaron los nuevos precios, el paisaje ha cambiado muy poco, el parque automotriz está cada vez más viejo, se producen muchos accidentes por el estado técnico y el transporte público sigue igual de escaso.

Cuando veo esa realidad me viene a la mente aquel ministro del Transporte que implementó la idea de permitir importar autos modernos a cambio de entregar los viejos para desguace, modernizando así el parque automotriz nacional sin que le cueste al Estado ni un centavo.

El ministro fue destituido, pero no ha aparecido una alternativa que aporte visiones novedosas. Se sigue haciendo lo mismo y obteniendo peores resultados, como esta burbuja automotriz que ha convertido a Cuba en el país con los automóviles más caros del mundo.
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Para quien pueda y quiera recrearse les dejamos de regalo este video sobre la Feria Automotriz