¿Quién y de dónde soy?

Yusimí Rodríguez

Los cuatro cubanos quienes tuvieron la suerte de descubrir sus raíces. Foto: Sergio Leyva

HAVANA TIMES — En el mes de mayo, nuestro sitio tuvo el privilegio de publicar los artículos “Una vieja ruta del comercio de esclavos“, de Sergio Leyva, y “Cubanos visitan el hogar de sus ancestros en África“, de la Dra. Emma Christopher, relacionados con el documental “They are We (Ellos son nosotros).”

Aunque el filme aún se encuentra en post producción, los textos nos adelantan ya la increíble historia de cuatro cubanos que, gracias a la conservación de cantos y danzas a lo largo de generaciones, pudieron establecer la conexión con la comunidad a la que probablemente perteneció su antepasada traída como esclava de África.

He tenido oportunidad de seguir la búsqueda de la Dra. Emma Christopher del origen de estos cubanos, a partir de sus danzas y cantos, a través de las primeras imágenes filmadas para este proyecto.

Mientras leía los artículos, y a medida que veía a la Dra. Christopher avanzar en su búsqueda, los deseos de los africanos de cooperar, la alegría de la comunidad al descubrir su vínculo con los cubanos, y su deseo de conocerlos, sentía crecer la curiosidad por el resto del material, la envidia por la oportunidad única que han tenido mis compatriotas y… la vergüenza.

Muchos amigos me tienen por una persona orgullosa de mi raza, presta a saltar ante cualquier manifestación de racismo como si me pincharan. ¿Cuántos me han escuchado expresar interés por conocer el lugar exacto de donde trajeron a mis ancestros?

¿Pero qué pasaría si cada cubano afro-descendiente decidiera buscar sus orígenes, tal como los descendientes de españoles buscan los suyos? Nos sería casi imposible encontrarlos.

Como la mayoría de los cubanos, he soñado con viajar a otros países. Ahora, con la reforma migratoria, probablemente lograré… seguir soñando. El sueño siempre ha sido viajar a Grecia, París, Londres, Asía, Brasil, Machu Picchu, Holanda…, la lista es larga. Pero no incluye África.

Un año atrás, mi madre mencionó que su abuelo era español. Le recriminé por días no haberse ocupado antes de buscar las actas de nacimiento y todos los papeles necesarios para reclamar la ciudadanía española.

Por años he visto a mis compatriotas, incluso a afro-descendientes como yo, realizar trámites, largos y engorrosos, para demostrar esa parte de su composición étnica.

Ser ciudadanos de ese país les garantizaría la entrada, sin necesidad de visa, a cierta cantidad de países, de emigrar; de aparecer un pariente vivo, quizás se abriría la posibilidad de una ayuda económica.

Jamás he visto a nadie hacer cola en la entrada de la embajada o consulado de una nación africana para reclamar ciudadanía. Si lo hubiera visto, tal vez me habría parecido ridículo.

África para mí no es un continente. Es otro planeta. Cuando pienso en mis antepasados traídos de allá, no puedo evitar verlos como negros salvajes corriendo semi desnudos por las selvas africanas, casi como animales. Como animales fueron cazados y traídos aquí.

Jamás he visto a nadie hacer cola en la entrada de la embajada o consulado de una nación africana para reclamar ciudadanía. Si lo hubiera visto, tal vez me habría parecido ridículo.

Para mí siempre ha sido como si no tuviesen cultura, civilización, como si su historia hubiese comenzado de este lado del océano, con la esclavitud. Las clases de historia en la escuela, a lo largo de toda mi vida como estudiante, no me mostraban más.

La historia del mundo antiguo se limitaba a Grecia y Roma. De África, solo me enseñaron algo sobre Egipto. El África negra es un negro borrón en mi mente.

¿Pero qué pasaría si cada cubano afro-descendiente decidiera buscar sus orígenes, tal como los descendientes de españoles buscan los suyos? Nos sería casi imposible encontrarlos. A diferencia de los españoles llegados a Cuba, nuestros ancestros fueron despojados de sus nombres, de cualquier nexo con su tierra de origen y su pasado.

Por eso me inclino con humildad ante Josefa, que mantuvo vivas sus tradiciones y logró transmitirlas a su descendencia, ante la doctora Emma Christopher, que llevó a cabo este proyecto, y ante mis cuatro compatriotas, que solo pudieron recibir este legado de forma oral, pero han logrado mantenerlo vivo.

Durante mucho tiempo, creí que las tradiciones africanas se limitaban a la religión Yoruba, con sus cantos y sus danzas. Ahora veo que es mucho lo que ignoro de ese continente que es también el hogar de mis ancestros.

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