Sigue conflicto en Cuba con cineastas rebeldes

El colectivo denuncia la obsesión “con el registro” mediante cámaras, grabaciones o difusión en las redes sociales de sus reuniones. (14ymedio)

Las figuras icónicas que guían la Asamblea de Cineastas Cubanos son las que han impedido que se tomen represalias más fuertes… hasta el momento.

Por Francisco Acevedo

HAVANA TIMES – A finales de julio en estas mismas páginas les comentamos sobre el revuelo causado por la censura y manipulación de un documental en el que figuraba como principal protagonista el cantautor argentino Fito Páez.

La exhibición sesgada del material, dirigido por el cineasta cubano Juan Pin Vilar, desató las protestas de sus colegas y otras personalidades relacionadas directa o indirectamente con el cine, y hasta el propio Páez se mostró harto de defender lo indefendible.

Esa al parecer fue la gota que colmó la paciencia de los miembros del gremio, sumado a la eterna espera por la promulgación de una Ley de Cine, la mala gestión de los presidentes del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), la prohibición de grabar o filmar las reuniones oficiales y las expectativas insatisfechas de aquel plantón del 27 de noviembre de 2020 ante el Ministerio de Cultura.

Todo eso trajo consigo la creación en junio, de manera independiente, de la Asamblea de Cineastas Cubanos (ACC), en cuya directiva se encuentran entre otros el director Fernando Pérez, el cineasta vivo más importante de Cuba, Luis Alberto García, el más icónico de los actores, y el intelectual Gustavo Arcos, aquel cuya intervención en una reunión de artistas sobre la censura al documental abordamos también por aquí.

Muy poco tiempo después del revuelo, estamos hablando de mediados de julio, el Gobierno anunció la creación de un Grupo Temporal de Trabajo para la atención al cine, la forma tradicional de asumir las problemáticas en diferentes sectores, con representantes de los Ministerios involucrados y “cuadros” a todos los niveles.

Sin embargo, esta semana la Asamblea de Cineastas Cubanos denunció todos los desmanes sufridos desde su creación y la obstaculización de cada una de sus iniciativas.

En un comunicado colgado en redes sociales, la flamante organización señaló que desde que anunciaron a principios de septiembre que intentaban reunirse (inicialmente el día 15) comenzaron los problemas, al no contar con un espacio para hacerlo, e intentaron por todas las vías impedirles depositar una ofrenda floral en la tumba del cineasta Nicolás Guillén Landrián en la aledaña Necrópolis de Colón.

Con dos semanas de antelación se solicitó al ICAIC la sala del cine 23 y 12 o un espacio similar para realizar la Asamblea de Cineastas, y la demora en la respuesta fue tal que tuvieron que buscar alternativas, porque en el cónclave participarían creadores de otras provincias y necesitaban planificar su viaje a La Habana con tiempo.

Primero les dijeron que el día 15 no podía ser porque tendría lugar en la capital cubana la Cumbre del Grupo de los 77 más China, y se pospuso todo para el 20. Sin embargo, ese día 15 el Ministerio de Cultura citó en ese mismo cine a un grupo grande de creadores para discutir sobre la bancarización en el sector artístico, y no fue invitado nadie del Grupo de Representantes de la ACC, de los cuales cuatro acudieron por su cuenta e hicieron uso de la palabra en la reunión.

Al terminar ese encuentro se les informó que podían utilizar la sala para el 20 de septiembre y aprovecharon para preguntar cuándo sería la próxima reunión del Grupo Temporal de Trabajo, pero según los dos vicepresidentes del ICAIC (Roberto Smith y Ariel Montenegro), no sabían cuándo sería porque no son ellos los que invitan a esas reuniones. Casualmente, el 19 de septiembre fue la cuarta reunión del Grupo de Trabajo y tampoco estuvieron presentes los cineastas rebeldes.

Al fin se dio el encuentro de la Asamblea de Cineastas, pero “inexplicablemente” se cortó la conexión a internet, por lo que varios miembros que estaban conectados de manera virtual por encontrarse en el interior del país e incluso en otras naciones, perdieron todo contacto con lo que estaba ocurriendo.

Según indicaron posteriormente varios de los asistentes en sus redes sociales, en los alrededores del cine la conexión funcionaba sin dificultad, pero al entrar a la sala esta se interrumpía constantemente.

También denunciaron que un pequeño grupo de estudiantes de la Facultad de Cine que querían participar en el encuentro fueron coaccionados para no tomar la palabra por los dirigentes juveniles de su entidad.

Al terminar, tocaba el turno de la peregrinación a la tumba del sobrino del Poeta Nacional, junto a su viuda, Gretel Alfonso, que también recibió presiones de todo tipo para desistir del homenaje, para el cual, según les dijeron autoridades del Gobierno provincial, se necesitaba un permiso previo.

En definitiva, recortaron la asistencia a unas 15 personas, pero igual al llegar al cementerio una funcionaria le exigió documentos de propiedad a Alfonso porque como la tumba era privada, no se podía acceder. La viuda no cedió y logró finalmente, en silencio, completar el homenaje, no sin ser grabado todo por agentes de la Seguridad del Estado vestidos de civil.

Por supuesto, todo esto lo denunciaron los creadores en sus redes sociales, acusando al Gobierno de querer silenciar y anular sus encuentros. “¿Cuándo dejamos que el absurdo y el irrespeto determinaran nuestras vidas?”, concluía la denuncia.

El aparato represor sabe muy bien el poder de la intelectualidad y su fuerza movilizadora, y aunque personalmente creo que no pretenden ir más allá de su ámbito específico, hacen crecer el pánico por levantar la voz en señal de rebeldía. La sola consigna de “El cine cubano será libre, o no será”, es demasiado desafiante como para ser tolerada en un régimen totalitario, pero el ser ninguneado desde aquel histórico plantón acabó con la paciencia.

Las figuras icónicas que guían la Asamblea de Cineastas Cubanos son las que han impedido que se tomen represalias más fuertes… hasta el momento.

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