Receta para ser feliz

Verónica Vega

El espejo, esa referencia implacable

HAVANA TIMES — Como casi todo el mundo, he vivido preocupada por mi apariencia física y en mi adolescencia me frustraba no poder moldear mi propio rostro y cuerpo como el de algún ideal visto en el cine.

El tiempo y los vapuleos (externos e internos), me dieron entretenimiento suficiente para comprender que lo más importante en la aventura de vivir, como bien acotó una lectora, es la actitud.

Me suele ocurrir que personas con tendencia a la obesidad se sorprendan de que haya mantenido un peso estable a lo largo de cincuenta años. Y aunque hubo períodos en los que dediqué largas jornadas a practicar ballet y danza o hatha yoga, ahora el trabajo intelectual me absorbe casi completamente.

Habiendo ya comprobado que en efecto puedo engordar fácilmente, a los más desesperados les doy los consejos que he aplicado en la práctica y me han funcionado con éxito total. Pero ya no me entusiasmo tanto con los resultados ajenos. He visto que aunque perjuran estar dispuestos, la mayoría carece de la voluntad imprescindible para introducir cambios en sus hábitos. Sin embargo, estoy segura de que son ajustes que no demandan tanto esfuerzo y la recompensa es inconmensurable.

Además de evitar enfermedades que acompañan el sobrepeso o el envejecimiento, la forma en que se empieza a percibir la realidad es mucho más intensa. Y aunque uno no esté a salvo de la fragilidad, la incertidumbre, el dolor, la capacidad de sobreponerse a estos se optimiza, de modo que cada vez se renace, como el ave fénix, aunque el proceso sea invisible. Y siempre hay algo que sigue siendo visible: la actitud.

Esto es lo más importante en un mundo donde los propios medios intentan convencernos de nuestras innumerables carencias. Ya está empezando a ser así en Cuba, con el despliegue de los negocios particulares y una parte de la propaganda estatal. Baste mencionar la invitación al consumo por medio de gigantografías en algunas cafeterías en divisa, y los carteles incitando a la compra el Día de las Madres, de los Padres, de los Enamorados, donde el presupuesto del cubano de a pie no queda jamás representado.

Hay una fórmula básica, no para evitar engordar, sino para permanecer sano física y mentalmente, que aparece tanto en la Ayurveda (el sistema médico más antiguo que se conoce), como en otras fuentes antiquísimas. Y es:

-Comer solo lo que el cuerpo necesita.

El alimento que no se requiere se convierte en veneno para el organismo. Es una de las causas directas de las enfermedades y del exceso de actividad mental, que es sinónimo de estrés. Ya se sabe que el estrés produce no sé cuántos tipos de cáncer.

Se cuenta que el profeta Mahoma, mientras viajaba con varios de sus discípulos, conoció a una persona que quiso seguirlos y además ofreció sus servicios como médico. Mahoma le respondió que no había dificultad en unirse al grupo, pero su ayuda profesional no sería necesaria, pues sus hombres seguían instrucciones muy simples que les permitían vivir sin enfermarse. Claro que el hombre quiso saber cuáles eran, y la contestación fue:

-Dejar siempre en el plato un bocado que deseen: levantarse de la mesa con un poco de hambre.

Desde el punto de vista ayurvédico, el principio sería:

-Dividir el estómago en cuatro partes iguales: dos para llenarlas de agua, una tercera para el alimento, y dejar la cuarta para la luz de Dios, es decir, vacía.

Este vacío impide que se generen toxinas causantes de enfermedades y es el responsable del estado de alerta, de conciencia, la base de la actividad y la resistencia física y psíquica. Es también el germen de la alegría.

Hay otro principio complementario y es que el sol ayuda a la digestión y asimilación de los alimentos, de modo que se debe comer siempre por última vez antes de que oscurezca.

Las comidas tardías producen todo tipo de complicaciones como digestión lenta, gases, pesadillas, se despierta con cansancio, malestar, abulia. Y son también las que generan las libras de más que tanto frustran. Este es uno de los principios presentes en la “Antidieta”, de los Diamond, que muchísima gente obesa practicó con excelentes resultados. Leonardo Da Vinci, el gran genio renacentista, alertaba de los peligros de las comidas nocturnas.

Si tenemos en cuenta los precios del agromercado y la “shopping” en Cuba, saber que no necesitamos comer tanto para estar sanos, es una noticia de primera. ¿No creen?

Con esto no quiero promover ningún tipo de canon físico. Escribo este post motivada por amigos que conozco y sí se atormentan de no poder controlar su peso. Como ya dije, de este estilo de vida lo mejor que he experimentado es cómo me siento por dentro. Algo que siempre envidié en los niños: esa libertad, ese desapego que muestran por la comida porque están mucho más interesados en su juego.

Articulos recientes:

  • Cuba
  • Opinión

De la disidencia a la oposición: el camino a Villa Marista

Villa Marista simboliza cómo el régimen cubano percibe la disidencia: un virus que debe erradicarse...

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

Una joven pareja que ha optado por quedarse en Cuba

Ana y Jairo tienen varios empleos que les permiten vivir y no se plantean salir…

  • Cuba
  • Opinión
  • Segmentos

La Iglesia Católica se ofrece como un espacio de diálogo

Los obispos cubanos y su iglesia deberían de tener en cuenta que un proceso de…

Con el motivo de mejorar el uso y la navegación, Havana Times utiliza cookies.