Un fanático es el ser más peligroso de la especie humana

Por Pedro Pablo Morejón

HAVANA TIMES – Lo veo pasar con su guayabera empercudida y más de diez medallas en el pecho, las que exhibe con orgullo. Es un hombre que debe rebasar los 80 años a juzgar por la apariencia y el andar pausado y dificultoso.

Luchó las guerras de su revolución dentro de Cuba y en países foráneos. Supongo que venía de alguna actividad de la llamada Asociación de Combatientes con motivo del 28 de octubre, este día del año en que el régimen monta uno de sus shows acostumbrados en que ponen a los niños a tirar flores para un héroe que no existe, un Camilo desdibujado por la propaganda.

Un señor que de seguro mucho daño ha causado a sus semejantes, quizás más por convicción que por oportunismo. Un fanático.

Y un fanático es el ser más peligroso de la especie humana, un sujeto dueño de la verdad absoluta, con una visión maniquea del mundo, en que solo existen dos colores: blanco y negro, donde la gente se divide en buenos y malos.

Individuos así son capaces de ejecutar las peores atrocidades en nombre de la “justicia”, se consideran la encarnación de bien y casi siempre actúan dirigidos y manipulados por los déspotas y vividores de siempre.

Y en la vida uno se encuentra muchos fanáticos obradores de maldad de distintos grados, que van, desde los terroristas de Hamás (unos de ellos después de asesinar a civiles israelíes, incluyendo niños, llama, desde el móvil de una de sus víctimas, a su familia de Gaza para darles, muy jubiloso, la gran noticia de que mató a diez judíos y les ofrece como prueba su publicación de WhatsApp con los cadáveres de estos y los padres orgullosos de su hijo que ya logró matar judíos) hasta la señora media cretina que hace unos días, sin mala fe, intentaba imponerme su credo sin otro argumento que “lo dice la Biblia” y con eso le basta.

Fanáticos son los Testigos de Jehová que estarían dispuestos a un fratricidio por omisión al oponerse a que sus familiares enfermos sean transfundidos, basados en una interpretación aberrante del libro de Levítico 17.14 de La Biblia.

Fanático fue Ernesto Guevara que ponderaba “el odio como factor de lucha, el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una eficaz, violenta, selectiva y fría máquina de matar”,  y ya sabemos todo lo que hizo.

Fanáticos son muchos latinoamericanos que hasta el día de hoy sienten veneración por la figura de un criminal como Pablo Escobar. Es que así somos, adoradores de criminales y dictadores y electores de políticos ladrones, no es de extrañar que las series de narcos gocen de tanta tele audiencia en nuestros países.

Fanáticas las feministas radicales con su misandria, su victimismo cínico y su retórica anticapitalista. Las puedes ver en manifestaciones mostrando sus pechos desnudos  y hasta sus cuerpos, con sus lenguajes de secta, denunciando lo que denominan hetero patriarcado. Me gustaría verlas en Irán para ver si gozarían de la misma libertad que les provee el sistema al que tanto denuestan.

Y paro aquí porque la lista sería interminable.

Pues volviendo al señor de marras, lo conozco desde que siendo un adolescente visitaba a mi difunto tío que era vecino suyo y se vanagloriaba de ser un tipo duro.

Pero ahora lo observo más depauperado, abandonado, miserable y quizás no tan odiado como antes, provocándome una mezcla confusa de sentimientos que van desde el desprecio hasta la compasión. Un triste espectáculo.

Lea más del diario de Pedro Pablo Morejón aquí.