La cola para losas y el fin de ‘la epopeya del baño’

Por Osmel Ramírez Alvarez

La tienda donde vendieron las losas en dólares.

HAVANA TIMES – Finalmente, hace unas cuatro semanas logré comprar las losas para nuestro baño. Llevaba muchos años esperando para adquirirlas, y varios meses después de conseguir el dinero, en medio de esta crisis más profunda, esperando que sacaran en las tiendas.

Las losas “Grey” de pared de 60 X 30 cms.

Como dije en un post anterior, lo ganado en la cosecha de tabaco que concluyó lo destiné a arreglar mi baño. Algo más que necesario, imperativo en casa. Pero coincidió que obtuve el efectivo precisamente cuando dejaron de vender muchos productos en las tiendas de CUC.

Y colas van y colas vienen por rumores y no llegaban. Los comentarios eran que todo sería en dólares estadounidenses. Hasta que los temores se volvieron realidad y aparecieron las losas en las nuevas tiendas en dólares.

Llegaron las primeras y ni me enteré. En horas se vendieron, porque hacía mucho no sacaban y cantidad de personas, como yo, estaba a la expectativa. Pasaron días y semanas y se escuchó que traerían nuevamente. Once días vigilamos la cola. Hubo una señora mayor que estuvo todos esos días desde las 7 de la mañana hasta las 5 de la tarde, para ser la primera.

Finalmente llegaron las ansiadas losas y yo hacía como el número diez. El día del arribo no la pudieron vender porque es una mercancía frágil y pesada. Demoró toda esa jornada en desmontarse caja a caja, un contenedor lleno. Solo con esa cantidad se podía colmar en gran medida la demanda.

Tuve que amanecer esa noche frente a la tienda por temor a que se hiciera una nueva cola y perdiera mi turno.

Tuve que amanecer esa noche frente a la tienda por temor a que se hiciera una nueva cola y perdiera mi turno. Varias personas lo hicimos. Más o menos a medio día pude comprar, porque abren a las 9 de la mañana y faltaba un código que debían mandar de Holguín. La demora del código ponía en riesgo el sacrificio y fueron momentos tensos hasta que a las 10 más o menos llegó y comenzaron.

Cuando llegué a casa con las cajas, la familia me recibió como un héroe, hubo hasta vítores, porque fue muy sacrificado lograrlo. Primero un año de trabajo sembrando tabaco y luego toda una epopeya para lograr comprarlas. Pero el presupuesto se había sobregirado debido a que con dólares costaba más, pues estaba entonces a 1:40 CUC (ahora está a 1:70 CUC). Debía reestructurar mis finanzas para pagar la mano de obra.

Afortunadamente todo ha salido bien, los albañiles que conseguí fueron moderados al cobrarme y son muy buenos en su trabajo. ¡Ya tengo un baño que funciona! Y además quedó hermoso. Al menos para los estándares de belleza y disponibilidad de materiales, a mi alcance y de mi economía, quedó muy bien. Siento un gran alivio mental, porque era algo que me tenía estresado.

Parecería fútil narrar estas cosas tan personales, tan del día a día, pero no lo es. Resulta a veces más fácil tomarle el pulso a un país por estos detalles gráficos de la cotidianeidad que a través de estadísticas frías y hasta falseadas o noticias relevantes.

Son estos avatares de la vida, estos sinsentidos, la energía y el tiempo que tenemos que invertir aquí en nimiedades, las que dan fe de lo absurdo de este sistema que tenemos. El mismo que se nos ha hecho hasta ahora imposible cambiar. No por gusto estamos como estamos.

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