Recuerdos de la Academia de Ajedrez en Matanzas, Cuba
Por Lien Estrada
HAVANA TIMES – Cuando estudiaba en el Seminario Evangélico de Teología en Matanzas, de vez en vez iba a la dirección de la Academia de Ajedrez que se ubica en la calle Medio esquina a Jovellanos; muy cerca de su catedral. Casi siempre estaba abierta, casi siempre eran las mismas personas. No pocas, y muchos más hombres que mujeres, por supuesto. Eran muy amables, y te enseñaban con esa sonrisa cordial cómo vivir partidas en ese singular deporte.
Esto de tocar tu reloj con la misma mano con que mueves las fichas me lo tuvieron que decir, porque con mis despistes no me percataba, y me permitían tener hasta un maestro que me sugiriera las jugadas con mis compañeros de juego. Con el tiempo iba conociéndolos poco a poco, y no sé porque me sorprendió que la mayoría de ellos estaban esperando su salida del país. Quien no lo esperaba por la reunificación familiar, era por el sorteo, o una invitación o cualquier otra vía. Lo cierto era que aquello me parecía una cola para decir adiós o un hasta luego.
Y digo que me sorprendió, porque si es cierto que la emigración de este país no estaba tan compulsiva como se encuentra en estos tiempos, francamente no es una realidad ajena al cotidiano de las personas que nacen, viven y mueren en Cuba. Pero quizás verlo así en un local tan cerrado con sus puertas grandes de cristales, tan accesible a todo el mundo que gustara pensar y divertirse con alguien más frente al tablero… Claro que me sorprendió. Posiblemente me volviera a sorprender si lo tuviera que volver a vivir.
En esto pienso cada vez que pasó por la Academia de Ajedrez ya en mi terruño, Holguín. Recuerdo aquellos años con aquellas experiencias en Matanzas. Lo más seguro es que ya no se encuentren allí ninguno de los que conocí. Seguro que tampoco haya cerrado. Otros jugadores se reúnen en sus mañanas o tardes para sus encuentros. Quizás también estén de algún modo esperando sus salidas cualquier día de estos. No sé.
La verdad que siento que la Cuba de esos años, en ese aspecto, no ha cambiado mucho. Como ya se ha dicho, se ha agudizado. Y obvio que nos tiene que preocupar. Porque con tantas ausencias no creo sea posible ganar partida alguna, y porque residir donde todo el mundo quiera irse no son buenas noticias. Aparte de lo comentado, agradezco mucho que existan estas Academias. Son fortunas que nos encontramos en el camino, indiscutiblemente.