¿A dónde fue a parar la solidaridad?

Por Kamil Kenders

HAVANA TIMES – Llevamos años involucionando, pero, tengo que reconocer que el cubano siempre fue solidario, aunque de un tiempo para acá, eso ha cambiado mucho.

El mismo sistema que un día nos enseñó que todos somos iguales, que las necesidades ajenas están por encima de las propias, ahora nos muestra a la fuerza que, cada cual tiene que resolverse su problema sin mirar para el lado.

Quienes no estuvieron de acuerdo en aquel entonces, con estas «consignas» provenientes de la Revolución, se marcharon de Cuba (los que pudieron), los que no, simplemente se tuvieron que adaptar y muchos, hasta sintieron que así es como debe funcionar un sistema.

El tiempo demostró que, nada más lejos de la realidad, y dentro de este proceso involutivo que llevamos arrastrando desde hace años, se encuentra la poca sensibilidad humana y la escasa solidaridad de la que hoy en día adolece el cubano.

Y hago esta introducción, antes de contar un suceso vivido hace unos días, cuando bajo lluvia torrencial (en casi toda Cuba ha estado lloviendo en los últimos días, sobre todo en las tardes) me disponía a coger un taxi colectivo. Bueno, en realidad intenté por una hora, quizás más, coger una botella (así es como llamamos acá a pedir un aventón).

Muchos autos estatales me pasaban por el lado, vacíos. La lluvia era intensa y ninguno, absolutamente, ninguno, se detuvo para darme un aventón.

Usted dirá que es obvio, ningún auto, sea del gobierno o no tiene que recoger a nadie en las calles. Sin embargo, la situación del combustible y el deterioro de los ómnibus de servicio público han hecho, que el propio gobierno ubique en cada parada de autobús a un inspector. La tarea de este inspector, es obligar a los carros estatales a recoger personas en las paradas para darles un «aventón», si el recorrido del chofer coincide con algunos de los que están en dicha parada.

Sin embargo, es muy triste ver como incluso autobuses vacíos, de empresas, pasan por las paradas y no se detienen. Muchas veces, dichos autobuses y autos estatales son utilizados para resolver problemas personales. Sin embargo, son incapaces de detenerse para ayudar a aquellos que están varados en las calles.

Y ya no se trata de parar por obligación, sino de hacerlo por humanidad, solidaridad, esa de la cual muchos cubanos de hoy en día adolecen.

La solidaridad de un ser humano no se debe al socialismo, aunque influya. Se debe a la crianza, a lo que mostramos y observamos cada día, en los hogares, en las escuelas y hasta en las calles. Pero por desdicha, muchas veces, quien más puede es quien menos ayuda.

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