Mi buen amigo Manuel
HAVANA TIMES – Desde que puse un pie en el país me sentía como un ciego sin saber a dónde ir ni cómo organizar mi estatus migratorio.
Sabía que para comenzar necesitaba un permiso de trabajo y un número de seguridad social pero no tenía la menor idea de a dónde acudir.
Me encontré ante a una ciudad diferente, pujante, llena de autos que transitan veloces por sus carreteras y yo a pie, sin saber cómo moverme, dependiendo de mi patrocinador que apenas está en casa y casi todo su mes transcurre en otros estados transportando mercancías.
Estaba literalmente solo, abriéndome paso lentamente en la oscuridad.
Cada atardecer el gimnasio se convertía en un refugio para, no solo entrenar mi cuerpo, sino también liberar del estrés de un lugar nuevo y la nostalgia de una Cuba que a pesar de los pesares es mi tierra, donde he dejado una vida, muchos recuerdos y seres queridos que siempre están presentes, sobre todo mi hija.
Ahí conocí a Manuel, un hombre de piel cobriza y rasgos indígenas que resultó ser de origen peruano.
Desde el inicio tuvimos buena química ayudada, además, por coincidencias ideológicas y pensamientos similares acerca de muchos tópicos.
Manuel se brindó para ayudarme. Es ciudadano americano desde hace 22 años.
Me llevó a Lutherans Service , ONG de la iglesia luterana radicada en la Florida que se dedica a orientar y ayudar a los inmigrantes en materia de obtención de permisos de trabajo, residencia, búsqueda de empleos, ofertas de cursos y otros servicios.
No solo me llevó en su auto, gracias a él aprendí a moverme en la ciudad a través de las rutas de buses y también a buscar algunos trabajos temporales mientras espero el permiso legal para trabajar.
Muchas veces coincidimos en las tardes y nos sentamos en un muelle frente a un lago y nos embarcamos en largas pláticas sobre cualquier tema.
Hemos hablado del Perú, de Fujimori, Sendero Luminoso, Vargas Llosa, de los Apus, dioses titulares de las montañas de Los Andes según las creencias ancestrales.
Por él he sabido que Bolivar no es tan popular o querido en el Perú.
Conversamos sobre Estados Unidos y el victimismo y resentimiento de muchos latinoamericanos contra este gran país.
Sobre Cuba sabía de la dura situación de mi país, sin embargo, cuando le cuento los detalles casi no da crédito a mis palabras.
A cada rato su saludo telefónico es una broma de recibimiento «Viva la Revolución» -me dice, y yo no puedo evitar reírme de su acento.
Manuel es de esos amigos que la vida te regala en momentos cruciales.
Cuanto me alegro de que haya encontrado su primer amigo! Una buena amistad vale su peso en oro. Y qué interesante que puedan compartir y aprender de sus respectivos países además de compartir momentos relajantes de compañía. Ya se ve que le va a ir muy bien en su nueva vida.
Pedro Pablo, en un futuro, quizás no muy lejano, será usted el que ayude a otro recién llegado.